domingo, 27 de diciembre de 2009

Nuevo ataque contra ambientalistas en Cabañas

Redacción TEHUACÁN

Mientras en la Catedral de San Vicente el idilio entre el párroco y los políticos de la derecha -en el marco de las fiestas patronales- no termina, en Cabañas, los ambientalistas siguen muriendo como moscas, con la consiguiente indifirencia de las instituciones y de la población civil, por demás acostumbrados a la maña y a la violencia impuesta por las empresas explotadoras de los minerales de la zona.


Iván Escobar

Redacción Diario Co Latino

A menos de una semana del crimen del ambientalista Ramiro Rivera, en Cabañas; hoy se reportó otro crimen, esta vez fue una mujer también miembro del Comité Ambiental de dicha localidad.

Alredor de las 3:30 de este sábado, fue asesinada la señora Dora Santos Sorto Rodríguez, esposa del también miembro del Comité Ambiental de Cabañas, Santos Rodríguez, quien meses atrás sufrió lesiones en una de sus manos en una tentando contra su vida.

La mujer, informaron fuentes cercanas, al momento de ser asesinada por desconocidos era acompañada por su pequeño hijo de dos años, quien se encuentra hospitalizado ante las lesiones que sufriera.

El esposo de la víctima, se dijo, es uno de los principales testigos del crimen de Ramiro Rivera, ambientalista asesinado el domingo pasado junto a otra persona.

El crimen de este sábado, se registró en cantón Trinidad, municipio de Sensuntepeque, en el departamento de Cabañas, lugar donde fue asesinado Rivera, el fin de semana pasado.

Con este crimen se contabilizan tres en este año que forman parte del movimiento ambiental y que últimamente han mostrado una férrea resistencia contra los proyectos mineros en la zona, que trata de impulsar la transnacional Pacific Rim.

Cabe destacar que este nuevo hecho de violencia se suma al crimen contra Marcelo Rivera, en junio pasado y que ha causado conmoción a escala nacional e internacional.

El movimiento ambiental en Cabañas ha mantenido una lucha pacífica constante desde que la transnacional ha intentado desarrollar los proyectos mineros en la zona, por ahora estos han sido frenados con la llegada del nuevo gobierno. No obstante, la empresa ha impuesto una demanda internacional, que podría obligar al gobierno a cancelar una millonaria multa.

Las comunidades de la zona se resisten a la explotación minera porque además de afectar el ecosistema afectaría la cotidianidad de las zonas, poniendo en peligro la vida de cientos de personas, ya que el tipo de minería planificado por dicha transnacional es a cielo abierto, con gran impacto en el medio ambiente, asimismo se utiliza el mercurio para purificar el oro extraído lo que en otros países ya ha causado desastres ambientales.

Esta semana la bancada del FMLN, ha solicitado a las autoridades profundizar en las investigaciones. Tomando en cuenta que los últimos crímenes no se pueden vincular a la delincuencia común, ya que en una u otra manera han estado relacionados con otros hechos, han expresado legisladores de este instituto político.

Las autoridades se han comprometido a investigar a fondo. Ya que el asesinato de Rivera, el domingo pasado, se dio pese a la seguridad que éste tenía departe de la policía. Cabe recordar que además del crimen de Marcelo en junio, se dio una ola de amenazas contra personal y periodistas de la radio Victoria, medio de comunicación alternativo de la zona que apoya a los ambientalistas.

Comunicadores Contra el Cambio Climático (C4), un nuevo movimiento de profesionales del periodismo en temáticas ambientales, han reaccionado con preocupación ante este nuevo hecho y exigió a las autoridades profundizar en las diligencias para evitar asesinatos ambientales.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Mons. José Elías Rauda es nombrado obispo titular de la diócesis de San Vicente

Redacción TEHUACÁN
Este sábado, 12 de diciembre (fiesta de la Virgen de Guadalupe), se publicó la noticia sobre el nombramiento de Mons. Elías Rauda, hasta ahora auxiliar de la diócesis de Santa Ana, como obispo titular de la diócesis de San Vicente, hasta el presente administrada por Mons. Elías Bolaños, obispo titular de la diócesis de Zacatecoluca.
En el marco de una ordenación diaconal en la parroquia San Miguel Arcangel de Ilobasco el obispo Bolaños hacía pública la noticia. Como respuesta la feligresía explotó en un aplauso en señal de alegría por el nombramiento.
S. E. Mons. José Elías Rauda Gutiérrez, O.F.M., nació en Agua Caliente, diócesis de Chalatenango, el 7 de agosto de 1962. Realizó los estudios eclesiásticos de Filosofía en la Universidad “San Carlos” de Guatemala y de Teología en la Universidad “Francisco Marroquín” y en la Universidad Centroamericana UCA de San Salvador. Se licenció y doctoró en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad “Antonianum” de Roma.
Emitió la profesión solemne como religioso franciscano el 28 de febrero de 1987. Recibió la ordenación sacerdotal el 1 de abril de 1989.
Como sacerdote ha ocupado los siguientes cargos: maestro de los postulantes en San Pedro, Sacatepéquez (Guatemala), vice párroco en la parroquia de San Pedro de Sacatepéquez (Guatemala), superior de la Comunidad de San Pedro en Sacatepéquez (Guatemala), párroco de la parroquia “Reina de la Paz” en Soyapango, archidiócesis de San Salvador (El Salvador), ecónomo de la Fraternidad “Bosques de Prusia” (El Salvador) y responsable de la Oficina para los Asuntos Jurídicos de la Curia Provincial de los Franciscanos Menores con sede in Guatemala.
Nombrado obispo titular de Foraziana y auxiliar de Santa Ana (El Salvador) el 25 de enero de 2008 recibió la consagración episcopal el 19 de abril sucesivo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

"Los transexuales y homosexuales no entrerarán nunca en el Reino de los Cielos, y no lo digo yo, sino San Pablo"

Bruno Volpe
Tomado de pontifex.roma.it
02.12.09

La llamada píldora del día después o, mejor dicho, el aborto químico ha sido el centro de diversas valoraciones y polémicas. Hemos hablado de ello con el cardenal mexicano Javier Lozano Barragan, Presidente Emérito del Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios, Pastoral de la salud.


Eminencia, ¿cuál es su parecer sobre la píldora del día después?:
"que es una píldora que tiene efectos abortivos y, en cuanto tal, el aborto es considerado un asesinato".
El cardenal lo reitera:
"todo aborto, en cuanto supresión de una vida humana, es un crimen, un delito y merece un castigo".
Se ha pensado seriamente que sea utilizada en los hospitales:
"no está en mi interés las cuestiones italianas o de otros estados, pero en mi opinión, ya sea en modo libre o tutelada por prescripción médica, en sustancia es lo mismo. Se trata siempre y de todos modos de un medio abortivo y como tal, representa una violación gravísima de la vida... ...humana, que es sagrada e inviolable, que ninguno puede manipular a su antojo y es un don de Dios".
El cardenal hace una comparación:
"esta historia me parece similar a quien compra un revólver en una tienda. Aquel que sale con una pistola es potencialmente peligroso, de hecho tiene la posibilidad de transformarse en homicida si la usa mal y contra la ley. Pero es un potencial criminal, y se convierte en criminal sólo si actúa mal. Quien aborta no es malo potencialmente, sino de hecho, en cuanto mata. Por tanto, la conducta de quien realiza y practica un aborto es seguramente más grave de quien compra un revólver en la tienda de armas".
Eminencia, ¿cuándo inicia la vida?
"la ciencia lo dice, desde cuando el espermatozoide entra en el óvulo. Entonces ya existe una vida y es sagrada. Lo repito, eliminar una existencia humana, excepto en los casos de emergencia, es un crimen y merece tal definición, no lo dudo".
¿Y si se practica en el hospital?
"no cambia nada. Es asesino quien asesina dentro o fuera de la clínica, ya sea que usted realice el hecho en las instalaciones del hospital o en el domicilio particular de la víctima, las modalidades lo que hacen es agravar el hecho, de todos modos se trata de un asesinato".
Eminencia, pasemos a otro tema caliente. ¿Cómo valora la homosexualidad y los transexuales?:
"los transexuales y homosexuales no entrarán nunca en el Reino de los Cielos, y no lo digo yo, sino San Pablo".
Pero, ¿si una persona nace homosexual?
"no se nace homosexual, sino que se llega a ser. Por variedad de causas, por motivos de educación, por no haber desarrollado la propia identidad en la adolescencia; a lo mejor no son culpables, pero actuando contra la dignidad del cuerpo, ciertamente no entrarán en el Reino de los Cielos. Todo lo que consiste en ir contra la naturaleza y contra la dignidad del cuerpo ofende a Dios".

viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Por qué es importante hacer justicia en los casos de lesa humanidad? ó bien "La belleza NO salvará al mundo"


REDACCIÓN TEHUACÁN


En estos días se ha abierto de nuevo el debate sobre la ley de amnistía, es decir, si se mantiene o se deroga para investigar los casos de lesa humanidad.

Ex-militares y Ex-guerrilleros tocan con pinsas este tema, porque saben que saldrían a flote muchos "cuerpos extraños".

Los puntos de vista al respecto son principalmente dos:



  1. Algunos dicen que la democracia salvadoreña es muy joven y que no está en condiciones de enjuiciar equilibradamente a todos los autores de los crimenes cometidos. Que se generaría un desorden social sin precedentes. Y que, por tanto, es mejor dejar las cosas así como están, sin "abrir heridas" y, en todo caso, es mejor esperar.


  2. En cambio otros consideran que investigando y enjuiciando a los autores intelectuales de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil salvadoreña sea la única manera de saber si este país es verdaderamente democrático. Que, además, el hacer justicia no es sólo una decisión que compete a los políticos, sino principalmente a las víctimas y a sus familiares.

Más o menos así están planteadas las dos posiciones.

De nuestra parte preguntamos, en el caso n. 1: ¿Qué es lo que hay que esperar?¿Cuánto tiempo hay que esperar?¿Por qué hay que esperar? Si hubo un tiempo propicio para matar ¿por qué no puede haber otro tiempo propicio para hacer justicia?

Supongamos que no se hace justicia en los casos de lesa humanidad, eso consolidaría la impunidad en El Salvador, es decir, se pueden dar otros casos de crímenes iguales y la solución no sería un proceso jurídico adecuado, sino otra amnistía y así sucesivamente. Así se explica que en este país se mate a las personas como moscas y casi nunca se sepa quién es el asesino, ni cómo se están resolviendo los casos presentes.

Notamos "prudencia política y calculada" en el FMLN y en ARENA en el modo de tratar este tema. Las cuestiones esenciales para la estabilidad de los pueblos no admiten prórrogas.

Dostoievski solía decir que "la belleza salvará al mundo". Se trata de una visión estética de la realidad. Es verdad, las pirámides de Egipto son de una belleza deslumbradora, pero fueron construídas por esclavos. Las catedrales barrocas de toda Latinoamérica son un maravilla, pero fueron construidas por indígenas a los que nunca se les reconoció su esfuerzo y a los cuales se despojó de sus metales preciosos.

No, "la belleza no salvará" a El Salvador. Primero démosle la palabra a las víctimas, luego hablamos de "metrosexualismo político y jurídico".
Como diría Roque Dalton: "los muertos están cada vez más inquietos".

lunes, 16 de noviembre de 2009

La CIA sabía que los militares de El Salvador iban a matar a Ellacuría


DIARIO EL MUNDO (ESPAÑA)
El Departamento de Estado norteamericano, la CIA y los servicios de inteligencia españoles, el antiguo Cesid, tenían información de que el padre Ignacio Ellacuría, jesuita, rector de la Universidad Centroamericana (UCA) y defensor de la Teología de la Liberación, estaba en peligro y de que el Ejército salvadoreño iba a atentar contra su persona.
Esta nueva revelación sobre el asesinato del padre Ellacuría y cinco jesuitas más, que tuvo lugar el 16 de noviembre de 1989 en El Salvador y del que mañana se cumplen 20 años, se refleja en una serie de documentos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, que han sido desclasificados recientemente y que serán aportados en las próximas fechas en el Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, donde fue admitida una querella contra "los responsables de aquella matanza".
Los documentos de la CIA que han sido desclasificados, los del Departamento de Estado y de otros organismos de EEUU, serán entregados al magistrado Eloy Velasco, instructor del caso, por Kate Doyle, analista del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, y Terry Karl, profesora de la Universidad de Stanford y especialista en temas suramericanos, que ya fue una figura importante en el esclarecimiento del asesinato del arzobispo salvadoreño Óscar Romero en marzo de 1980. Ambas declararán ante el magistrado español en calidad de testigos.
La querella fue presentada hace un año ante la Audiencia Nacional por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) y el Center For Justice and Accountability (CJA) norteamericano, e iba dirigida contra "todos los responsables intelectuales de aquella matanza, por delitos de crímenes de lesa humanidad, terrorismo de Estado, asesinato y torturas". Entre ellos, según APDHE y CJA, se encuentra Alfredo Cristiani, presidente de El Salvador en el momento del asesinato de Ellacuría.
EL MUNDO ha podido saber que entre los papeles que serán aportados a la Audiencia Nacional hay información donde se documenta, de manera directa, que el jefe militar de la embajada de Estados Unidos en El Salvador, el coronel Milton Menjívar, y una alto cargo del Departamento de Estado de EEUU sabían lo que estaba preparando el Estado Mayor salvadoreño contra el rector de la UCA.
Del estudio de esos documentos declasificados se deduce, según los analistas consultados por este periódico, que el Cesid también tenía conocimiento o barajaba la misma información que los norteamericanos.
Este periódico se ha puesto en contacto con el ex representante o antena del Cesid en El Salvador en aquella época, quien ha reconocido que tenía buenas relaciones con los servicios norteamericanos, los generales salvadoreños y el ex presidente Alfredo Cristiani.

Implicados de 'muy alto rango'
Sin embargo, el ex dirigente de los servicios secretos españoles ha negado cualquier vinculación o conocimiento del atentado contra el padre Ellacuría y los otros jesuitas. También ha negado que el 16 de noviembre de 1989 estuviera en El Salvador, aunque otros informes y ex diplomáticos españoles lo sitúan en dicho país durante aquellos días.
Con los nuevos documentos que aportarán la analista en seguridad Kate Doyle y la profesora universitaria y experta en temas de Sudamérica Terry Karl, los querellantes, APDHE y CJU, confían en que el magistrado Eloy Velasco tenga la documentación necesaria para citar a declarar al representante de la antena del Cesid en El Salvador en 1989, así como a altos cargos salvadoreños de aquella convulsa época.
Se da la circunstancia de que el representante de los servicios de inteligencia españoles en El Salvador no fue sustituido en su cargo, de manera oficial, hasta cinco meses después del asesinato del padre Ellacuría. De hecho, el Cesid, según ha sabido EL MUNDO a través de fuentes del actual CNI, no elaboró ningún informe interno sobre el atentado contra los seis sacerdotes jesuitas. Cinco de ellos (Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín, Segundo Montes, Amando López y Juan Ramón Moreno) eran españoles de nacimiento y nacionalizados salvadoreños. El sexto, el padre Joaquín López, nació en El Salvador.
Hay que recordar que, durante la investigación del asesinato del arzobispo Óscar Romero en marzo de 1980, la documentación que la CIA desclasificó en 2001 fue trascendental para saber que uno de los autores materiales del atentado fue un oficial del ejército argentino, Emilio Antonio Mendoza, que tenía contactos con la Guardia Nacional y el GII, la sección de inteligencia salvadoreña.
A las declaraciones de Kate Doyle y Terry Karl en la Audiencia Nacional habrá que unir en los próximos días las de dos altos cargos de la Justicia salvadoreña, cuyos nombres se mantienen de momento en secreto, pero que según las fuentes consultadas por este periódico en el país centroamericano son "de muy alto rango".

Un proceso muy largo
Veinte años después del asesinato de los seis jesuitas y de Elba Julia Ramos, que prestaba sus servicios en la residencia de los sacerdotes, y su hija Celina, de 15 años, los autores intelectuales de aquella matanza siguen libres gracias a que la Justicia salvadoreña ha ido frenando todos los procesos abiertos contra ellos. Los supuestos autores materiales de la masacre, que fueron condenados en enero de 1992 a 30 años de cárcel, fueron amnistiados y puestos en libertad 14 meses después, en abril de 1993.
Entre los testigos solicitados por los querellantes figuran el ex fiscal general de El Salvador Amadeo Artigas; el coronel Sigifredo Ochoa, actual embajador en Honduras, y el mayor Erick Buckland, del Ejército de EEUU.
Todo ocurrió, según se narra en la querella de la Asociación Pro Derechos Humanos de España y el Center For Justice and Accountability, en las primeras horas del 16 de noviembre de 1989: "Miembros del batallón de Infantería de Reacción Inmediata Atlacatl, en ejecución de un plan concebido en la sede del Estado Mayor del Ejército y en cumplimiento de las órdenes dadas por su superiores, se introdujeron en las dependencias de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en San Salvador".
Después, comenzó la masacre: "Una vez allí, se dirigieron a la residencia de los religiosos jesuitas y asesinaron a tiros a los sacerdotes, a su empleada Julia Elba Ramos y a su hija Celina Mariceth...".
Con anterioridad a todos estos hechos, el padre Ellacuría, que en aquella época ya era uno de los principales y más conocidos defensores de la Teología de la Liberación, había tenido que abandonar El Salvador en 1980 porque fue avisado por un militar de aquel país de que su vida corría peligro.
Durante un tiempo residió en México y España, y no regresó a El Salvador hasta 1982. En junio de 1986, la Asamblea Legislativa intentó quitarle su nacionalidad salvadoreña alegando que, como extranjero y sacerdote, había violado los preceptos constitucionales y se había involucrado en política.

Las irregularidades del juicio
Lo más llamativo de todo el proceso judicial sobre su asesinato se produjo, tal como refleja la querella presentada ante la Audiencia Nacional, a finales de enero de 1991: "Los fiscales asignados al caso, Henry Campos y Sidney Blanco, renunciaron a su cargo por haber recibido órdenes del fiscal general de la República de minimizar el interrogatorio de los militares llamados a declarar". Los fiscales recibieron, incluso, instrucciones concretas: "Les prohibieron expresamente que presentaran cargos contra los militares que habían incurrido en perjurio".
En septiembre de 1991, comenzó la vista oral con un jurado "formado por cinco miembros, cuya identidad fue siempre protegida por cuestiones de seguridad [...]. Se negaron a desplazarse al lugar de los crímenes [...] y no realizaron ninguna pregunta", según se refleja en la querella.
Los fiscales Campos y Blanco, tras renunciar a su cargo, se convirtieron en abogados de los familiares de las víctimas y alegaron que "el crimen fue una acción concebida y orquestada por el alto mando de las Fuerzas Armadas de El Salvador". Los letrados fueron aún más lejos y plantearon la existencia de otros autores intelectuales.
Finalmente, el jurado encontró culpable del asesinato de los jesuitas al coronel Benavides y, como responsable de la muerte de Elba Julia Ramos y de su hija Celina, al teniente Yussi Mendoza. Los demás imputados fueron absueltos.
El 23 de enero de 1992, el juez Zamora condenó al coronel Benavides y al teniente Mendoza a 30 años de cárcel, pero 14 meses después, el 1 de abril de 1993, los dos militares fueron amnistiados y puestos en libertad.
Tras la escandalosa actuación judicial, la UCA y el Instituto de Derechos Humanos presentaron una querella criminal contra el ex presidente de El Salvador Alfredo Cristiani y altos militares de aquel país. La querella, sin embargo, fue torpedeada de forma sistemática por la Justicia salvadoreña y, tras agotarse todos los recursos ante la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional, los querellantes recurrieron, ya en noviembre de 2003, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que todavía no se ha pronunciado sobre su admisión.
Como último recurso, y para saber qué pasó y quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del asesinato de los jesuitas, la APDHE y el CJA presentaron en noviembre de 2008 ante la Audiencia Nacional, y a través de los letrados Manuel Ollé, Carmen Lamarca y Almudena Bernabéu, la correspondiente querella por "delitos de crímenes de lesa humanidad, terrorismo de Estado, asesinato y torturas".

miércoles, 11 de noviembre de 2009

SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (VII)

Uno de los carriles del tramo de carretera panamericana, que va del desvío de San Vicente hasta el Kl. 51 fue cubierto totalmente por enormes deslaves. Los vehículos transitan en el carril paralelo, que está más o menos libre de escombros.
Este tramo constantemente sufre desprendimientos de rocas y fango, no es algo nuevo,
pero esta vez superó por completo los casos anteriores de deslave.






SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (VI)

La "Verdadera Paz" (Verapaz), a la cual alude el nombre del municipio de San Vicente
sucumbe por enésima vez ante la furia de la naturaleza.






lunes, 9 de noviembre de 2009

SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (V)

Destrucción y desconcierto.
El puente que conduce de San Vicente a San Cayetano, Verapaz, Tepetitán, Guadalupe y otros poblados, resistió a la furia de la mezcla mortal de piedra, agua y lodo, pero sus pasamanos desaparecieron, las casas de la parte derecha fueron borradas del mapa. La carretera que conduce de San Vicente al desvío del mismo nombre fue casi cubierta en su totalidad y el tramo derecho que conduce del desvío de San Vicente hasta el Km. 51 fue literalmente soterrado.










SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (IV)

La imagen de la vulnerabilidad y la impotencia.
Sufrió también la comunidad llamada "Del Río", cercana a la novena calle oriente.
Podemos contemplar también familias que habitan de la otra parte del río, totalmente incomunicados y en espera de ser evacuados.






SAN VICENTE. LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (III)

Una imagen desoladora.
La colonia "La Caridad", justo aquella que baja del Rastro Municipal hasta el río Acahuapa fue destruída en un 30% de su habitaciones.
La mañana del domingo 8, diversas personas sufrían con la muerte o la pérdida de sus seres queridos. Al fondo se puede notar el inmenso árbol de conocaste, casi privado de sus raíces, el árbol salvó en gran medida del peligro a los habitantes de la colonia "Jiboa", que se ubica al fondo.









SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (II)

Una imagen macabra.
Uno de los muros del cementerio general de San Vicente cedió ante la presión del agua,
ello produjo el deslave en algunas de las tumbas de poca profundidad, dispersando una serie de bolsas negras que contenían osamentas humanas






SAN VICENTE: LAS IMÁGENES DEL DESASTRE (I)

Río y puente Acahuapa, a la entrada norte de la Ciudad de San Vicente.
Una fuerte corriente, la noche entre el sábado 7 y el domingo 8 de noviembre, arrazó con las casas ubicadas en las riveras del mismo río







jueves, 5 de noviembre de 2009

EL GOBIERNO DE EL SALVADOR CONDECORARÁ A LOS JESUITAS DE LA UCA ASESINADOS EN 1989


El Gobierno de El Salvador anunció hoy que concederá el próximo 16 de noviembre su máxima condecoración a cinco jesuitas españoles y un salvadoreño asesinados hace 20 años en esa misma fecha por un grupo de militares durante la guerra civil que azotó al país entre 1980 y 1992. "He tomado la decisión de otorgar a los seis sacerdotes asesinados la orden nacional José Matías Delgado", declaró el presidente salvadoreño, Mauricio Funes, en una rueda de prensa.
"Es una de las formas en que el Gobierno de la República, y particularmente el jefe de Estado (...), hace un acto público de desagravio, es decir, de reposición moral, por los errores que como Estado se cometieron en el pasado, especialmente en el caso del asesinato de los sacerdotes jesuitas", destacó.
Aseguró que les distinguirán "por los servicios extraordinarios prestados al país" en las áreas de educación, derechos humanos, combate de la pobreza, a la exclusión social y a la desigualdad, así como por "sus aportes a la paz y a la construcción de la democracia en el país".
La condecoración será recibida por parientes o miembros de las comunidades en las trabajaban cada uno de los religiosos y luego quedarán bajo custodia de la Universidad Centroamericana (UCA), donde los religiosos fueron asesinados. Funes señaló que esta orden, que será conferida en el Grado de Gran Cruz placa de oro, se "concede a jefes de Estado o a salvadoreños y salvadoreñas eminentes que hayan prestado servicios extraordinarios al país". "Es opinión de este servidor y de muchos otros en el gabinete que los sacerdotes asesinados fueron salvadoreños eminentes que prestaron servicios extraordinarios al país", opinó el mandatario, el primero de izquierda en la historia de El Salvador.
El 16 de noviembre de 1989, en el marco de una ofensiva emprendida por la entonces guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, hoy partido de Gobierno), comandos del Ejército salvadoreño irrumpieron en la UCA y dieron muerte a su rector, el jesuita español Ignacio Ellacuría.
Además, asesinaron a los sacerdotes de la misma nacionalidad Ignacio Martín Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Segundo Montes, al salvadoreño Joaquín López y López, así como a la cocinera Elba Julia Ramos y su hija Celina, de 16 años. Por este crimen ya fueron juzgados en El Salvador, en 1991, una decena de militares, pero sólo dos de ellos, el coronel Guillermo Alfredo Benavides Moreno y el teniente Yussy Mendoza, fueron a prisión, aunque quedaron en libertad tras la aprobación en la Asamblea Legislativa de una Ley de Amnistía después de la guerra.
El juez de la Audiencia Nacional española Eloy Velasco admitió en enero pasado a trámite la querella presentada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) contra 14 militares salvadoreños por delitos de asesinatos terroristas y contra el derecho de gentes.
La causa no incluirá al ex presidente de El Salvador Alfredo Cristiani (1989-1994), como pedían los demandantes. Este martes, la Universidad Centroamericana, que dedicó este año a los jesuitas, comenzó una serie actividades en honor a "los mártires de la UCA".
Una fuente de la UCA indicó a Efe que hoy homenajearán a Martín Baró en su 68 cumpleaños y han organizado para este mes exposiciones, mesas redondas y una conferencia magistral que dictará Almudena Bernabeu, la abogada que presentó el caso en España.

martes, 27 de octubre de 2009

LA RELIGIÓN DE LOS SALVADOREÑOS


Redacción Tehuacán
La religión que practican las personas determina la imagen que tienen de Dios.
La imagen que tienen de Dios determina la imagen que tienen del ser humano.
En El Salvador se da una aporía religiosa, es decir, si esta encuesta de la UCA tiene algo de verdad, eso quiere decir que el 88.6 % se declaran cristianos, el 8.9 % no tiene religión y el 2.5% profesan otras religiones diversas de la cristiana. La aporía: ¿cómo es posible que en un país tan religioso, y de paso tan cristiano, exista tanta violencia y corrupción?
Fuente: IUDOP
La religión para las y los salvadoreños

Orar a Dios por el país para que las cosas mejoren y ayudar a los pobres y necesitados son las principales tareas que las Iglesias en el país deben asumir en este momento de crisis, según revela una de las últimas encuestas del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA) de El Salvador. El sondeo, realizado con el propósito de conocer la afiliación y práctica religiosa entre las y los salvadoreños, se llevó a cabo entre el 12 y el 26 de junio del corriente, con una muestra nacional de 1,260 adultos y con un error muestral de 2.8 por ciento.

El estudio muestra que la mitad de la población (50.4 por ciento) sigue profesando la religión católica; mientras el 38.2 por ciento se declara cristiano evangélico; el 8.9 por ciento dice no tener religión y el restante 2.5 por ciento pertenece a otras denominaciones religiosas.

Al comparar estos resultados con una encuesta similar realizada por el IUDOP en 1998, se observa que hay una reducción del número de católicos y un significativo aumento de evangélicos. Así, entre el año 1998 y 2009 los católicos pasaron de 55.2 a 50.4 por ciento, pero el número de evangélicos estuvo cerca de duplicarse al pasar de 20.6 a 38.2 por ciento respectivamente. Al mismo tiempo, en los últimos once años se observa una disminución del 13.2 por ciento entre las personas que dijeron no tener ninguna religión, lo que indicaría que en el país hay cada vez más salvadoreños y salvadoreñas afiliados a algún tipo de iglesia o movimiento religioso.

La encuesta reveló que cuatro iglesias evangélicas concentran cerca de la mitad de todos sus afiliados, están son: las Asambleas de Dios (21.3%), la Iglesia Bautista Amigos de Israel o Iglesia del Hno. Toby (11.5%); la Iglesia Elim (9.0%) y la Iglesia de Dios (7.0%). Es importante mencionar que, a diferencia de encuestas anteriores, los resultados no revelan que la pertenencia a una religión esté directamente relacionada con el nivel socioeconómico de las personas.

Al preguntar directamente a la gente que declara tener religión las razones por las que pertenece a ella, las opiniones se dividen según confesión. El 58.4 por ciento de los católicos aludió a que en esa religión lo criaron y a la tradición; pero sólo el 15 por ciento de los evangélicos respondió de esa misma manera. En contraste, el 48.9 por ciento de evangélicos mencionó como principal razón de su afiliación porque le gusta y porque su iglesia predica la verdad, mientras que sólo el 15.9 por ciento de católicos mencionó esas razones.

Creencias y prácticas religiosas

El sondeo de la UCA mostró que las y los salvadoreños siguen siendo un poco más religiosos en la doctrina que en la práctica ritual, sobre todo en el caso de los católicos entre quienes cuatro de cada diez se identificó como no practicante. Efectivamente, más del 97.3 por ciento de todos los consultados cree en la salvación; el 94.7 por ciento cree en los milagros y el 92.8 por ciento en el cielo o paraíso. Sin embargo, el 63.5 por ciento de los que mencionaron pertenecer a una religión no se había confesado o reconciliado en algún culto o ceremonia durante el último año; el 18.4 por ciento dijo no haber participado nunca del culto durante el último mes; el 13.8 por ciento indicó no haber sido bautizado en la religión que profesa y el 16.7 por ciento no cree importante que sus hijos se casen por la Iglesia.


La encuesta permite apreciar una importante variación en las respuestas que católicos y evangélicos dieron tanto de la frecuencia como de la cantidad promedio de personas que asistieron al culto o misa principal. Por ejemplo, casi 6 de cada 10 católicos dijo asistir a la misa de 1 a 4 veces por mes, mientras que sólo 3 de cada 10 evangélicos mencionó esa misma frecuencia en la asistencia a sus cultos. De la misma manera, los datos dan cuenta que las celebraciones católicas siguen siendo más masivas con relación a las realizadas por grupos no católicos. Así, el 56.5 por ciento de católicos dijo que había más de cien personas en su misa semanal principal, cifra que se redujo a 37.4 por ciento en los evangélicos.

Junto a lo anterior es importante mencionar que, de todos los que dijeron tener alguna religión, 8 de cada 10 dijo colaborar económicamente con su iglesia, ascendiendo esta colaboración a un promedio familiar mensual de $11.1 dólares en el caso de los católicos y $17.6 para los evangélicos.

En el ámbito más personal de la fe, la mayor parte de los entrevistados confirmó haber experimentado diversas sensaciones relacionadas con sus creencias. Por ejemplo, el 89 por ciento afirmó haber sentido que Dios respondía a una petición específica por medio de la oración; el 84.2 por ciento dijo haber tenido la sensación de que Dios lo había sanado alguna o muchas veces y el 80 por ciento dijo haber tenido la experiencia de sentirse lleno del espíritu santo. Es interesante hacer notar que si bien estas experiencias fueron un poco más frecuentes entre los evangélicos, no se diferenció en gran medida de lo que católicos, otros grupos o incluso quienes dijeron no tener religión, mencionaron en sus respuestas. En otras palabras, aunque con prácticas rituales diferentes, las creencias y experiencias trascendentales más profundas de los entrevistados, son bastante homogéneas.

Religión, política y diversos temas sociales

La encuesta de la UCA exploró también la relación entre la religión y diversos temas políticos y sociales. En primer lugar exploró la opinión de la población acerca de la posibilidad de que las iglesias se involucren en conflictos sociales. Respecto a ese tema la población se encuentra dividida. El 52.1 por ciento dijo que las iglesias deberían meterse en conflictos sociales, mientras el 45.5 por ciento opina lo contrario. Esta división se explica en buena medida por el rol que la población le asigna a las iglesias en la actual coyuntura económica y social. Un 32.6 por ciento de salvadoreños cree que la función principal de las iglesias debería ser la mediación espiritual a través de la oración a Dios, la promoción del evangelio y la expansión de la religión. En contraste, una proporción similar de los entrevistados, (38.6 por ciento) opina que su rol debe ser la participación y mediación directa en diversos ámbitos sociales y políticos del país.

Según la encuesta del IUDOP, la religión es tan importante en la vida de las y los salvadoreños que, en opinión de tres cuartas partes de la población, los problemas del país son cada vez mayores porque la gente está muy alejada de la religión. Lo anterior explica porque el 92.4 por ciento de los entrevistados estaría muy o algo de acuerdo con la idea que en las escuelas públicas se impartan clases de religión.

A pesar que las respuestas anteriores sugieren que la población favorecería una difusión masiva de la religión en la sociedad, también es importante mencionar que el 78.6 por ciento de los entrevistados confirmó, independientemente del tipo de religión al que pertenecían, que estaría algo o muy de acuerdo con la afirmación de que las Iglesias deberían preferir a los pobres.

Con relación a los temas más estrictamente políticos y su vinculación con la religión, las opiniones se muestran divididas. Al respecto, mientras el 46.6 por ciento de los consultados cree que las iglesias no deberían tener ninguna orientación política, el restante 45.6 por ciento sí mencionó alguna orientación, de la siguiente manera: el 14.4 por ciento opinó que deberían ser izquierda o centro izquierda, el 15.1 por ciento mencionó que deberían ser centro, y el 16.1 por ciento dijo que deberían ser derecha o centro derecha. Vinculado a lo anterior, en opinión del 56.6 por ciento de la población los líderes espirituales de las diversas iglesias han mezclado la religión con la política.

En el tema político electoral, la encuesta revela que el 66 por ciento de las y los consultados dijo que no tendría ningún problema en votar por un candidato que practica una religión diferente a la suya. Además, el 63.9 por ciento dijo estar muy o algo de acuerdo con la idea de que es posible ser a la vez buen cristiano y votar por un partido de izquierda.

Al mismo tiempo, al consultar sobre la influencia que los líderes religiosos pudieron haber tenido entre sus adeptos en las pasadas elecciones, se pudo observar que al menos la mitad de los entrevistados, mencionó que los líderes de sus iglesias animaron mucho u algo a sus miembros para que hicieran uso de su derecho al voto; pero también el 26.4 por ciento confirmó que algunos líderes lograron tener algún grado de influencia en la decisión de por qué partido o candidato votar.

En resumen
La encuesta sobre la religión de las y los salvadoreños muestra con claridad el aumento de las afiliaciones de la población hacia las diferentes iglesias en el país, especialmente en la Iglesia evangélica que en once años prácticamente duplicó su membresía.

Si bien la práctica religiosa es significativamente diferente entre católicos y evangélicos, al menos en lo que respecta a la asistencia a cultos o misas y en el uso de ritos, hay mucha similitud tanto en las creencias básicas que comparten como en las experiencias trascendentales de tipo religiosas que dicen haber tenido.

Finalmente, la encuesta ha permitido conocer el alto grado de importancia que tiene la religión para la población. Y por esa misma razón, la población expresa altas expectativas acerca del papel que las Iglesias deben de jugar en la actual coyuntura económica y social, aunque en este último punto algunos esperarían que tuviera un mayor perfil espiritual y otros un protagonismo social más claro.

lunes, 26 de octubre de 2009

"Memoria subversiva", la tensión dinámica entre el antes y el después



Redacción Tehuacán
El teólogo Juan Bautista Metz suele hablar de una memoria "subversiva", es decir, de una memoria que no es mero recuerdo, sino la toma de conciencia de la complejidad de hechos y fenómenos que han dado origen a la situación actual que viven los pueblos y las instituciones. Algunos de esos hechos y fenómenos son positivos, otros son negativos. La memoria subversiva es una "versión" "sub-estante", es decir, pone de manifiesto, desde el interior de las cosas, desde sus causas, aquello que las configura o explica en su mismidad. Poner de manifiesto esa verdad íntima de las cosas se traduce en la denuncia de aquello que intenta minar la forma originaria de la realidad.
Es comprensible que muchas personas intenten "borrar" de la memoria personal y colectiva los hechos que al ser recordados puedieran poner en duda su situación actual de "gente buena", y "pulcra". El cristianismo mismo subsiste de la conmemoración cotidiana de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y esa realidad compleja que llamamos "Iglesia" no tendría razón de existir sin ese recuerdo del misterio pascual.
Ahora bien, ¿cómo es posible que un sacerdote párroco pueda justificar su condición de sacerdote delante al pueblo a partir de ese mismo recuerdo y al mismo tiempo negarle a su pueblo el derecho a conservar esa misma memoria cuando cuida los muros de un templo que significan años de lucha y sufrimiento?
Busquemos alguna explicación:
  • Puede ser que en su formación a ese sacerdote no le hayan enseñado a relacionar principios teológicos con praxis histórica eclesial. En ese caso, ese sacerdote, si fuera el obispo de Roma ya hubiera mandado a destruir el Coliseo Romano, por ser una estructura "pagana" y, en definitiva, muy vieja.
  • Puede ser, simplemente, que el párroco no comulgue con la ideología de la comunidad que pastorea, que dicho sea de paso, no está obligada a persar igual a su párroco en lo que respecta la política. El "pastor" quiere evitar que ese lugar siga evocando un recuerdo "molesto" y "fastidioso" para su gusto político. !Claro¡ El templo puede convertirse en lugar de peregrinación para grupitos de "rojas criaturas" sedientas de reforzas sus ideas políticas.
  • Pero, si sólo se tratara de cuidar la salud física de los feligreses, el que el templo viejo no caiga sobre ellos. Buen, en ese caso, estamos de acuerdo, pero puede construir otro templo por otro lado, a la par si quiere, pida a algún diputado de ARENA o del PCN, que se lo proporcione, ellos lo harán gustosamente.

En todo caso, esperamos que la comunidad de Cinquera (Cabañas) se logre poner de acuerdo con su párroco y puedan conservar su patrimonio eclesial y de memoria histórica.


lunes, 19 de octubre de 2009

"DAMNATIO MEMORIAE" Y EL CURA QUE "DES-ATIENDE" A LA COMUNIDAD DE CINQUERA (CABAÑAS)



Los romanos usaban la expresión latina damnatio memoriae, es decir, "condena de la memoria", para expresar su rechazo de las políticas de alguno de los Emperadores. El párroco de Cinquera, en cambio, no es que no entienda por qué la gente se opone a la destrucción de su templo, sino por el contrario, precisamente porque lo entiende quiere destruirla, pues su visión ideológica de la historia es otra.
La Biblia nos cuenta una historia muy peculiar cuando el pueblo de Israel camina por el desierto se encuentran con una ciudad llamada Jericó; Dios les manda que den vueltas a su alrededor y después de unos días que lancen un grito y a esa fuerza los muros caerán; ellos hacen tal cual y así sucede.

Algo similar ha ocurrido en el municipio de Cinquera, Departamento de Cabañas. El Salvador; solo que esta vez la gente ha dado vueltas alrededor de su templo histórico y al grito de ¡no pasaran! los muros se mantienen en pie.

Los muros del Templo Católico de Cinquera si hablaran nos contarían de los sacrificios que los originarios de ese lugar hicieron para levantarlos; del señor Barraza quien dirigió la construcción allá por el año 1900. De los testimonios de Aida Escalante que a sus 15 años no tuvo miedo de enfrentarse al mismo Obispo que los acusaba de comunistas. De los cientos de hombres, mujeres y niños que ahí se encontraron con Dios y ahí aprendieron a leer la historia.

El Padre Emilio si viviera en Israel ya habría mandado a tirar el muro de los lamentos último vestigio del Templo de Jerusalen, el edificio más sagrado del judaísmo. Los restos que aún quedan datan de la época de Herodes el Grande, quien mandó construir grandes muros de contención alrededor del Monte Moriá, en el año 37 a.C. De vivir en Italia habría mandado a destruir el Coliseo romano por considerarlo vestigio pagano del imperio, aunque ahí se haya derramado sangre de testigos fieles de Jesucristo.

Que piensa el Padre Emilio Rivas al querer derribar los muros que son testigos mudos de lo que ahí ocurrió. Que sabe, entonces, este padrecito de memoria histórica; lo único que deja al descubierto es su posición ideológica y una terrible ignorancia y desconsideración con el pueblo que dice pastorear.

Pero no es de extrañar la actitud del párroco de Tejutepeque (le queda grande el título), puesto que es de conocimiento público que en San Vicente y Cabañas el clero adolece de falta de sentido común y prevalece ante todo el fanatismo religioso, espiritualista y adormecedor. La gente más pobre y aun la menos ilustrada diría “que daño le hace al padrecito unas paredes”; pero es que no se trata de unas simples paredes, se trata de la historia de Cinquera, se trata de su memoria histórica, se trata de que los testigos del “moreno” de Nazaret todavía estorban a la sinagoga bien montada llamada parroquia, llamada diócesis, llamada curia. Una razón más para seguir defendiéndolos.

Le hacemos un llamado al Padre Emilio Rivas que recuerde los apuntes de Historia de la Iglesia, de Arte Sacro y de Teología Pastoral, talvez encuentra ahí algunos datos que le ayuden a ilustrarse un poco sobre cual es su obligación como pastor. Le invitamos a comenzar a leer mas para conocer la historia de El Salvador, le recomendamos un libro del Equipo Maíz que se llama Historia de El salvador ahí hará un recorrido desde los tiempos de los Pipiles hasta los Acuerdos de Paz (1992) y ese si estoy seguro que lo comprenderá con su pequeño cerebroFelicitamos al pueblo heroico de Cinquera, a los hombres y mujeres valiosos como Pablito Alvarenga que han permanecido siempre acompañando su lucha; nuestro saludo fraterno y solidario a toda la comunidad.

Les animamos a seguir defendiendo lo que les pertenece y que nadie aun con la corpulencia e investidura que tenga puede venir a mancillar lo que la población considera su patrimonio.
Que el testimonio de los Mártires de la zona de Radiola de San Francisco y La Tigra y todos los héroes y heroínas les sigan dando ánimo para resistir y luchar.

Dios les Bendiga.

lunes, 12 de octubre de 2009

ZARZA ARDIENTE/TROYA ARDIENTE



TEHUACANES


Cristiani dice:

"VA A ARDER TROYA"


Miguel Ahues dice:

"SOMOS LA ZARZA ARDIENTE DEL PARTIDO"


Cristiani,

presidente del COENA,

que no viaja seguido a España,

ni a ciertos estados de los USA,

¿Adivinen por qué?


Miguel Ahues,

uno de los Doce no apóstoles de ARENA


ARENA

ESTÁ

ARDIENDO


AL ROJO VIVO,


POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS


AMÉN

lunes, 5 de octubre de 2009

CAMBIO DE OBISPO EN SAN VICENTE (II PARTE)


1. Historia razonada de los obispos de San Vicente: Aparicio Quintanilla, Oscar Barahona y José Luis Alas.

En el mes de diciembre de 2008, cuando se hizo pública la nómina de José Luis Alas como arzobispo de San Salvador, prometimos una serie de entregas a las que ahora damos continuidad.

El pulso de los meses transcurridos nos hace pensar que está ya cercana la nómina del nuevo obispo de la diócesis de San Vicente. La iglesia católica se suele tomar su tiempo para estas cosas, total, en El Salvador no está muy preocupada por la evangelización, parece haber delegado ese ministerio al "pastor mayor" Toby.

Cuando se tocan estos temas suelen verificarse reacciones muy variadas; quiérase o no, el tema religioso -a favor o en contra- corre por las venas del pueblo.

Todo jerarca religioso tiene su propia peculiaridad, cuyas especificaciones recogen una amalgama que auna cuestiones caracteriales, político-ideológicas, teológicas, etc. Bueno, no es fácil que ellos reconozcan eso, pero no es necesario, pues nosotros nos atenemos al texto bíblico: "por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7,16). Atengámonos, pues, a los frutos.

El primer obispo de San Vicente fue Mons. Aparicio Quintanilla, originario de Chinameca (San Miguel), nació el 29 de abril de 1908 y murió el 7 de septiembre de 1992.

Al primer obispo de una diócesis normalmente le corresponde construir una estructura y una infraestructura diocesana. De su gestión son la construcción de diversas obras: el seminario, lugar donde se forman normalmente los candidatos al sacerdocio; el Colegio Ana Guerra de Jesús a cargo de las religiosas miembros de la Congregación de las Hijas del Divino Salvador, que él mismo fundó. Es importante saber que Aparicio Quintanilla es originalmente salesiano, por consiguiente este espíritu se pone muy de manifiesto en su interés por la educación. De hecho mandó diversos sacerdotes a estudiar a Roma y a España, su sucesor, Mons. Barahona es uno de ellos.

Los más lógico, siguiendo el modelo tradicional de la iglesia católica, fue en su momento el dedicarse a abrir nuevas parroquias, para permitir a los fieles el acceso directo a los sacramentos que la iglesia dispensa.

Evidentemente la visión que este hombre tiene de la iglesia y del cristianismo en general corresponde con el período histórico en que le tocó vivir. Por una parte, promueve las estructuras clásicas y tradicionales de la iglesia, florecen grupos de apostolado del tipo "Legión de María", "Cursillos de cristiandad", "Caballeros de Cristo Rey", "Auxiliadoras marianas".

Por otra parte, y siguiendo su arraigado espíritu salesiano, se empeña en la obra educativa. Buscó capacitar los cuadros campesinos de la base popular de la iglesia, abre centros de formación para catequistas en Guacotecti (Cabañas) y en la Quinta San Roque (San Vicente); es uno de los primeros promotores de las cooperativas en la diócesis: Tecoluca y Cinquera.
De los tres obispos que ha tenido San Vicente, es el único que ha plasmado, en modo escrito, sus intuiciones pastorales, por medio de Cartas Pastorales.

Seguramente, el punto más delicado de su gestión ha sido su punto de vista político. En el Diario personal de Mons. Romero con frecuencia se suelen encontrar apuntes que lo definen como un obispo duro e intransigente en lo que respecta la organización popular revolucionaria de finales de los años 70. Ello mismo lo llevó a cerrar algnunos centros de formación, prohibió la acción de ciertos catequistas, y entró en conflicto con sus mismos sacerdotes al punto de suspender en bloque a un grupo numeroso de ellos, acusándolos de seguir ideas marxistas. Uno de los grupos, que originalmente nació con finalidades de apoyo social, los "Caballeros de Cristo Rey" decantó en brazo paramilitar del ejército estatal.

No cabe duda que lo más positivo de su gestión fue la importancia que dió a la formación e incluso al compromiso social, hasta que su punto de vista ideológico se lo permitió.

Nuestra tesis con respecto a este obispo es que él no aceptó nunca una organización popular que no viniera de las estructuras oficiales del Estado y de la Iglesia Católica y que no logró asumir, como un hecho histórico, el que en los años 70 y 80 en El Salvador era practicamente imposible impulsar procesos sociales "puros", es decir, no contaminados de las ideas marxistas. Mons. Aparicio y Quintanilla no logró "digerir" el Concilio Vaticano II y la Conferencia del CELAM en Medellín. El año 1968 le sentó muy mal.

El segundo obispo de San Vicente es Mons. José Oscar Barahona Castillo, el más estudiado de los tres, Lic. En derecho canónico y en Sagrada Escritura, también al que se le suele reconocer mayor coherencia entre su postura político-ideológica, también de derechas, y su estilo de vida personal. Originario de Mercedes La Ceiba (La Paz), nació el 29 de noviembre de 1938, actualmente reside en Santo Domingo.

El obispo José Oscar asume la diócesis en un momento duro, en 1983, cuando la guerra civil salvadoreña está en su momento más álgido. El clero que hereda es un clero diezmado por las suspenciones obradas por su antecesor. Naturalmente, el clero estaba predispuesto negativamente por estos hechos, cuya mayor evidencia se nota en la división interna del mismo.

También él es un obispo "fundador", en cuanto fundó una congregación religiosa femenina, Las Hermanas de Nazaret. Si las religiosas fundadas por Aparicio no llevaban velo en su cabeza y se dedicaban principalmente a la educación de jóvenes, las de Barahona, se presentan sumisas, de modales muy austeros y constituidas principalmente de muchachas campesinas.

Su misma visión austera de la religión lo lleva también a intentar fundar una versión masculina de sus religiosas, proyecto fracasado, el movimiento incipiente se llamaba "Hermanos de Jesús".

Ordenó sacerdotes con la idea de renovar el clero, durante su gestión se creó la diócesis de Zacatecoluca, que actualmente tiene como obispo titular a Mons. Elías Bolaños, que a su vez administra la diócesis de San Vicente.

Siempre, como su antecesor, motivado por prejuicios anti-comunistas, en 1989, retira sus seminaristas del Seminario Mayor San José de la Montaña (San Salvador) y los traslada para San Vicente, luego inicia a mandar seminaristas a Sololá (Guatemala) en modo sistemático.

Quiérase o no, este obispo intentó una renovación pastoral y evangelizadora en San Vicente. De su período es el mayor intento de evangelización que ha conocido esta diócesis, es decir, el llamado proceso "Renacer", que sigue una metodología de pequeñas comunidades, al estilo comunidades de base, pero nunca llamadas así, por las connotaciones políticas que siempre vio en ellas el obispo Barahona.

El estilo de devociones y religiosidad popular siguió su curso sin ningún problema. Importante fue su apoyo a los jóvenes, era evidente la connotación mariana que tenía su pastoral e inculcaba mucho la devoció a la Eucaristía.

Siguió abriendo escuelas parroquiales, se preocupó, si bien a su nivel, de elaborar catecismos para la catequies en las parroquias, muchos de ellos siguen siendo utilizados.

En nuestra visión, este obispo tenía muy claro la necesidad de la formación y la actualización de las estructuras eclesiales, pero un temor invencible a las ideologías de izquierda, lo imposibilitó para llevar a término sus intuiciones pastorales y de evangelización. Ello mismo provocó un aislamiento pastoral de la diócesis, principalmente a la hora de formar a los laicos católicos. Ciertamente, fue más sutil a la hora de tratar a sus sacerdotes, que el obispo anterior, hasta que introdujo como vicario suyo al actual arzobispo de San Salvador.

El tercer obispo de San Vicente es Mons. José Luis Escobar Alas, el actual arzobispo de San Salvador. Licenciado en filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma. Originario de Suchitoto (Cuscatlán), nació el 10 de marzo de 1959. Fue obispo titular de San Vicente desde el 2005, pero desde el 2002 ejercía ya como auxiliar.

La continuidad ideológica es innegable también en este obispo. Prosiguió abriendo escuelas parroquiales, y su mayor proyecto educativo fue la apertura del MEGATEC en Ilobasco.

Mons. Barahona inculcó fuertemente la devoción al Santísimo Sacramento, pero fue el obispo José Luis el que concentró su atención en la construcción de capillas del Santísimo y la construcción de imágenes de la Virgen María en las entradas de los pueblos. Ninguno de los dos obispos supo explicar el sentido teológico de estos dos gestos de construcción material.

Se le suele reconocer sus dotes de buen orador a la hora de la predicación, un dejo de ironía suele rondar en sus discursos.

Si Mons. Oscar intentó la elaboración de un Plan Pastoral Diocesano, proyecto que quedó iniciado y que continuó José Luis, sin embargo este último fue incapaz de llevarlo a conclusión.

Mientras Oscar Barahona y Aparicio fueron muy claros en sus posiciones ideológicas de "derechas", José Luis maneja un discurso ambíguo. Por ejemplo, en el día de su consagración como arzobispo de San Salvador citó a Mons. Romero en su discurso, también lo hizo cuando fue consagrado obispo titular de San Vicente, pero es de dominio público en San Vicente, que nunca les permitió a sus sacerdotes celebrar el aniversario de la muerte del obispo mártir en sus parroquias. Los comentarios hechos por las personas en otras entregas podrían revelar tantas cosas que aquí no podemos afrontar.
Nuestra valoración del ministerio pastoral de Mons. José Luis en San Vicente es que él siempre consideró a San Vicente como la plataforma que lo llevaría a la sede metropolitana, eso explica su escaso interés por la cuestión evagelizadora y su asídua amistad con los cuadros de las derecha política de El Salvador.

Datos curiosos:

Mons. Chávez y González tuvo a su cargo la primera evangelización o "misiones" en la jurisdicción de San Vicente.

A Mons. Aparicio le suelen llamar "tamagás" y a Mons. José Luis, "camaleón", el pueblo sabrá explicar por cuáles motivos.

martes, 15 de septiembre de 2009

LA INDEPENDENCIA POLÍTICA DE CENTRO AMÉRICA (LA TESIS DOCTORAL DE LUIS BENÍTEZ)


No solemos publicar entradas tan largas, pero nos pareció interesante el punto de vista de Luis Benítez sobre la independencia política de Centro América y su relación con la Iglesia Católica. La tesis de Luis fue presentada en la Facultad de Historia de la Pontificia Universidad Gregoriana, dirigió la elaboración de su tesis el profesore español Fidel González Fernández y fue publicada en Roma, el 6 de junio de 2007.

El texto es cortesía del blog misionología contemporánea.

TEXTO DE LA PRESENTACIÓN
En la tesis elaborada, he desarrollado el tema: La Iglesia y la independencia política de Centro América: “El caso del Estado del Salvador” (1808-1833). En éste periodo se dio la mayor parte de movimientos independentistas que se sublevaron de la Corona española.
La investigación ha sido enfocada particularmente en el problema político-religioso del Estado del Salvador, tras lograr su independencia política.

1. La razón y objetivo de la investigación ha sido:

Aclarar y aportar nuevos elementos a lo sucedido en aquella asonada centroamericana; y que sigue despertando interés por el hecho que aún no se ha esclarecido si el mencionado cisma que tuvo como principal protagonista al sacerdote Matías Delgado, prócer salvadoreños más venerado; si éste murió o no murió excomulgado.

2. El método.

El método aplicado ha sido el científico histórico-crítico; y he contado con fuentes archivísticas de primera mano.
La investigación fue desarrollada en cinco países (Italia, España, México, Cuba, Guatemala y El Salvador) por ser estos los involucrados en la temática de la que nos hemos ocupado.

Con estas previas indicaciones comenzamos la exposición.

El Reino de Guatemala en vísperas de la independencia política, tenía una extensión superior a lo que hoy conocemos como Centroamérica, pues también era parte de ella el actual Estado de Chiapas (que solamente después de la independencia pasó a formar parte de México); dicho Reino estaba formado por seis provincias: Guatemala (capital), Chiapas, Honduras, San Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
A inicios del siglo XIX, el Reino de Guatemala tenía la siguiente población: Chiapas con 100,000 habitantes, Guatemala con poco más de 363,000, San Salvador cerca de 240,000; Honduras poseían un poco más de 93,000; Nicaragua 104,000 y Costa Rica 47,000; lo que hacía una población cercana al millón de personas (949,015) esto hacia el año de 1808.
La población se había estratificado en grupos ó clases: Indígenas, mestizos, negros o mulatos, peninsulares y criollos.
Entre estos grupos hubo diversos problemas, pero principalmente entre peninsulares y criollos, ya que estos últimos fueron creando una conciencia americana, motivados por pretensiones de poder, pues en la administración política ocupaban casi siempre puestos de segundo grado, y querían arrebatar a los peninsulares, la administración virreinal.
En Centroamérica, Guatemala era el centro del poder político y económico; dicha situación había creado recelos y descontento en el resto de provincias que se veían en desventajas en cuanto al comercio, ya que Guatemala, manejaba una política centralizadora.
En cuanto a lo religioso, en el Reino de Guatemala, al igual que el resto de Hispanoamérica, la Iglesia se organizó bajo la tutela del patronato real; con esta concesión las autoridades virreinales presentaron a Guatemala para que fuera erigida diócesis, lo que se concretizó el 18 de diciembre de 1534. En 1531 habían sido erigidas las diócesis de Nicaragua y Comayagua (Honduras); Chiapas logró su erección en marzo de 1539.
La provincia de Costa Rica dependía de la diócesis de Nicaragua, y San Salvador de la diócesis de Guatemala; Costa Rica poseía una extensión más que suficiente para constituirse en diócesis, San Salvador contaba con población numerosa para tener su propia sede episcopal; pero no lo habían logrado. Así las cosas en cuanto a lo religioso en Centroamérica.
En el aspecto político a inicios del siglo XIX, (1808) España, fue invadida por Napoleón Bonaparte, quien obligó a la autoridad real abdicar en su nombre, creando con esta acción una convulsión política que llegó enseguida a los dominios trasatlánticos. La reacción en la Capitanía general de Guatemala, ante tal agresión, fue la de apoyo incondicional a la madre patria; por lo que le declararon la guerra a Napoleón, e hicieron donativos patrióticos para sostener a la guerrilla española que libraba su propia independencia contra el invasor.
La difícil situación de España, creó más inestabilidad en las provincias, quienes aceptaban la autoridad del rey, pero estaban inconformes con quienes la administraban; agudizando las diferencias entre peninsulares y criollos.

Movimientos emancipadores en Centroamérica

En éste contexto político, en San Salvador el 5 de noviembre de 1811, surgió el primer movimiento de rebelión contra la autoridad real, encabezada por sacerdotes. La Chispa de rebelión se propagó a Nicaragua donde también hubo similares levantamientos; pero las revueltas fueron controladas por la máxima autoridad del Reino.

Reacción de la autoridad religiosa de Guatemala:

En la Arquidiócesis de Guatemala había sido electo de reciente el obispo auxiliar de Oaxaca, Fray Ramón Casaus y Torres; éste se pronunció en contra de los alzados de San Salvador, y en un manifiesto esto les decía:

Yo creo, que el primer delirio y efervescencia habrá pasado; que os habrá amanecido la luz clara de la razón y del desengaño, que la voz de la Religión os habrá hecho entender lo absurdo, lo injusto, lo sacrílego y sanguinario de cualquiera insurrección; […] provocar al legítimo gobierno, y ponerlo en la triste precisión de castigar a los rebeldes y amotinados, y llevar las armas de los leales y valientes soldados del Rey contra los indignos, é ingratos vasallos de Fernando VII el suspirado, á quien más ultrajan semejantes cabecillas, quando (sic) toman su nombre para formar gobiernos usurpados, que llevan en todo la marca indeleble de nulidad[1].

Lo anterior marcará su relación con los simpatizantes a la independencia. El mismo manifiesto dejaba claro que los emancipados buscaban sacudirse el yugo de las autoridades reales, pero no la del rey, pues fue común la expresión: Viva el rey y muera el mal gobierno.
En el resto del continente, también ya se había encendido la llama emancipadora; en México el sacerdote Miguel Hidalgo en 1810 había comenzado su alzamiento poniendo como patrona de la rebelión a la Virgen de Guadalupe; en sur América Simón Bolívar, Miranda y compañía, también habían comenzado las luchas independentistas.
En 1813, en la Ciudad de Guatemala se comenzó a gestar clandestinamente un movimiento más ambicioso; siempre encabezado por clérigos, quienes se reunían en el convento de Betlemitas, entre ellos estaban: «Fr. Juan de la Concepción. Subprior del convento, Fr. Víctor Castrillo, Don Cayetano Bedoya, Don Mateo Ibarra, guardalmacén de la sala de armas, y el Dr. Presbítero Tomás Ruiz»[2]; pero el 21 de diciembre de 1813, fueron descubiertos, capturados y castigados.
Al año siguiente, el 24 de enero de 1814, la provincia salvadoreña se alzó nuevamente, pero el movimiento fue sofocado y puestos en prisión a los insurgentes; entre ellos Manuel José Arce, Juan Manuel Rodríguez y don Miguel Delgado; a causa de estar involucrado el hermano del sacerdote José Matías Delgado, dieron órdenes de que se cateara la casa de Matías Delgado encontrándosele documentación oculta que lo involucraba con los emancipados.
Después de este movimiento, y al saberse que Fernando VII había recuperado el trono, las cosas se calmaron.
Estando Fernando VII en el poder, y bajo la presión de la Santa Alianza, el Papa Pío VII el 16 de noviembre de 1816 envió la encíclica Etsi longissimo al episcopado hispanoamericano; en aquel documento el Papa invitaba a la obediencia al rey, a quien le resaltaba sus virtudes.
En Centroamérica ésta encíclica no tuvo mayor resonancia, debido que para ese tiempo estaba controlada la situación del Reino.

Centroamérica se independiza

No obstante esta aparente tranquilidad; los vientos emancipadores que llegaban de norte y sur, presagiaban cambios en la atmósfera política; dado que España había perdido buena parte del control de sus dominios, se unía a esto el hecho que el general Riego que estaba para embarcar hacia América para combatir a las tropas emancipadoras, se rebeló contra el rey, e implantó la Constitución liberal de Cádiz, la cual había sido abrogada por Fernando VII en 1814, lo que vino a dar un impulso a los ánimos de los independentistas. En éste contexto, en 1821 las autoridades del Reino de Guatemala al recibir el correo que llegaba de México en donde Agustín de Iturbide había proclamado la independencia mexicana basado en el plan de Iguala o de las tres garantías (1. la conservación de la religión católica, 2. la autonomía de la Nueva España, adoptando la forma monárquica constitucional, conservando el reinado para Fernando VII u otro miembro de la familia real y 3. se garantizaba la igualdad de derechos y unión de los diversos estratos sociales.
Este plan fue visto con bueno ojos por la mayoría, y contaba con la aprobación del clero quienes eran determinantes por el influjo que ejercían.
El proceso se aceleró cuando el día 14 de septiembre de 1821, Gainza se dio cuenta que Comitán, Tuxtla y Ciudad Real (Chiapas), se habían adherido al plan de Iguala; por tales motivos decidió consultar a la Diputación Provincial, de los cuales tres eran salvadoreños y entre ellos José Matías Delgado; quienes le sugirieron que el paso a seguir era proclamar la independencia, antes de que el pueblo lo hiciera en su propia forma; Gainza aceptó lo sugerido e hizo enviar ese mismo día una invitación a todas las personalidades y principales instituciones para el día siguiente; en efecto el día 15 reunidos los representantes del pueblo, y después de acaloradas discusiones, decidieron proclamar la Independencia; pero no adoptaron una forma de Gobierno que les rigiera, por lo que acordaron reunirse el primero de marzo de 1822, para determinar como se gobernarían.
Iturbide al saber de la independencia; propuso la incorporación de Centroamérica al Imperio mexicano; Gabino Gainza, apoyado por las principales familias de la nobleza, aceptó la propuesta, y comenzó a viabilizar la incorporación; argumentaba que Guatemala debía formar parte del Imperio mexicano y que ya estaba en camino un ejército de protección.
La noticia creó división en las provincias y puso de manifiesto las mismas divergencias entre liberales y conservadores; se hicieron dos bloques: anexionistas y anti-anexionistas; los anti-anexionistas eran encabezado por San Salvador y figuraba como líder el sacerdote Matías Delgado; la división llevó a un referéndum en los ayuntamientos de las provincias; el resultado fue: 104 ayuntamientos eran favorables a la anexión, 23 decían que decidiera el Congreso que se había convocado para el primero de marzo; 11 daban su anexión, pero condicionada; 32 decían que resolviera el Gobierno, y 67 ayuntamientos no respondieron. Al conocerse los resultados; las autoridades de la mayoría de provincias decidieron anexionar Centroamérica a México.
San Salvador que había constituido una Junta de Gobierno, y elegido al padre José Matías Delgado como Jefe político, no quiso anexionarse, argumentaba la provincia que no se había respetado lo establecido en el acta de independencia, la cual había acordado una fecha específica para decidir la forma de gobierno que adoptaría; ni tampoco la voluntad de los pueblos; y que no tenía sentido haberse independizado de España que era una potencia superior, para depender de un imperio tambaleante, que aún no poseía ni su propia constitución.
Ante la negativa de la provincia rebelde, las autoridades de Guatemala enviaron un ejército para someterla, esto en marzo de 1822, pero no lo lograron; por lo que Vicente Filísola, que era el representante de Iturbide y tenía al mando la Capitanía, amenazó a Matías Delgado y a la provincia que si no se incorporaban serían sometidos por la fuerza. Ante estas amenazas; San Salvador decretó la anexión a los Estados Unidos de Norte América, como una medida de protección, y luego erigió diócesis la provincia salvadoreña y nombró a Matías Delgado como primer obispo, esto el 30 de marzo de 1822. (Fue en esta situación que erigieron la diócesis).

Las autoridades civiles, así lo argumentaban:

San Salvador, treinta de marzo de mil ochocientos veinte y dos.
Teniendo en consideración que hace muchos años, que esta Provincia solicita se erija en Obispado: que á este fin se hicieron diversos ocursos al Gobierno supremo Español, que proponiendo á ello, libró varias reales cédulas para la formación del expediente […], se acordó: Que desde luego quede erigida en Obispado, y que sea el primero que ocupe esta silla, según la voluntad general de toda la Provincia manifestada en el mismo expediente, el señor doctor don José Matías Delgado, Cura y Vicario de esta Ciudad y Presidente de esta Junta provisional gubernativa […] entendiéndose que la erección y nombramiento ó presentación, se hacen en el modo y forma que lo han acostumbrado hacer los Reyes católicos de España, para lo cual se dirija por este Gobierno la suplicatoria correspondiente á su Santidad, luego que se presente ocasión oportuna, á efecto de que se digne confirmar este acuerdo y mandar espedir en consecuencia las bulas de estilo[3].

Gestiones realizadas por San Salvador para obtener un obispado

El Arzobispo de Guatemala don Pedro Cortés y Larraz, después de haber hecho la visita pastoral a la provincia salvadoreña entre los años 1768-1770, planteó la necesidad de dividir el territorio de su diócesis, para crear un obispado en San Salvador; estas consideraciones las informó a España en 1778.
San Salvador por medio del presbítero Ignacio Ávila, diputado a Cortes de Cádiz, promovió la creación de diócesis; exponía las muchas necesidades religiosas y que las otras tres intendencias iguales o inferiores gozaban los beneficios desde los primeros años de la conquista.
También, en 1813 escribió al rey y a la diputación provincial de Guatemala pidiendo la erección de diócesis.
La autoridad española por medio de una Real Cedula del 28 de diciembre de 1818 pedía al Gobierno de Guatemala la creación del expediente de erección de diócesis en la provincia salvadoreña.
El Capitán General don Carlos Urrutia al tener la autorización del rey, mandó se elaborara el expediente, por lo que dio a San Salvador tal encargo; al mismo tiempo informó al Cabildo de la Catedral Metropolitana de Guatemala.
Así pues, al tenerse el consentimiento del Arzobispo se procedió formalmente a elaborar el expediente conforme a los procedimientos del tiempo.
San Salvador que, también quería al sacerdote José Matías Delgado como su primer obispo, hizo que se formularan los oficios en los distintos ayuntamientos, instituciones y parroquias; en los expedientes pedían expresamente al padre Delgado como primer obispo, según consta de la documentación encontrada en los archivos de Indias y del Archivo Secreto Vaticano (expuestos en la tesis).
Cuando se elaboró el expediente; en septiembre de 1821 apenas unos días antes de la independencia Gabino Gainza, que era el nuevo Capitán General, envió al rey el referido expediente; le anexaba las letras credenciales que el Arzobispo había dado a favor de Matías Delgado; en San Salvador se daba por hecho la erección de diócesis y la elección de obispo; pero debido a la independencia política el nuevo intento quedó frustrado una vez más.
Después de la independencia hubo una inestable situación política, lo que hizo olvidar momentáneamente el tema de la diócesis, pero cuando se formó la Federación Centroamericana; nuevamente se despertó el interés por la diócesis; con tal propósito el Congreso salvadoreño dio un nuevo decreto el 27 de abril de 1824, por medio del cual ratificaba el de 1822; pero el decreto no había especificado la elección de obispo en Matías Delgado, esto llevó a que el Gobierno hiciera las observaciones debidas y pidiera al Congreso elaborara otro decreto en el que se ratificara al padre Delgado como obispo; en efecto el 4 de mayo del mismo año el Congreso ratificaba a Matías Delgado como obispo y daba un paso más, pues mandaba tomara posesión del obispado sin pérdida de tiempo.
Matías Delgado que estaba en Guatemala fue informado por el Gobierno de lo decretado; en el documento enviado le pedía conferenciar con el Arzobispo sobre lo establecido; también el gobierno informó al Arzobispo Casaus y Torres.
Delgado siguiendo las indicaciones, escribió al Arzobispo haciéndole saber sobre su elección; el Arzobispo le contestó manifestándole su desacuerdo, pues decía que no se había hecho conforme a las leyes canónicas.
Matías Delgado que no se esperaba la negativa del Arzobispo, informó al Gobierno sobre el incidente y le pedía consultara al Congreso sobre aquel particular, para encontrar una salida a la situación que se había creado; el gobierno de San Salvador por dos veces más escribió al Arzobispo pidiéndole allanara el camino en la erección de diócesis y que permitiera a Delgado ejercer como obispo electo; Casaus y Torres la misma respuesta que había dado a la primera carta del Gobierno, se las volvió a dar en las otras dos; San Salvador pidió al Gobierno de Guatemala que intercediera ante el Arzobispo para que cediera los derechos de aquel territorio eclesiástico, de lo contrario las cosas empeorarían.
El Arzobispo que había enviado un edicto a los párrocos del Salvador en donde desaprobaba lo actuado por la autoridad civil, propició a que el clero se dividiera, pues una parte respaldaba al Arzobispo, y la otra a Delgado y por lo mismo del Gobierno. Los salvadoreños argumentaban los derechos de patronato, y en base a éste habían mandado a Matías Delgado que tomara posesión de la nueva diócesis; el Arzobispo insistía que no se había hecho conforme a la ley canónica.
Los sucesos que ya habían acalorado los ánimos, hizo que el Arzobispo informara al Papa León XII.

La Santa Sede es informada del problema salvadoreño.

Casaus y Torres, con carta enviada el 11 de octubre de 1824, informó al Papa del naciente cisma en San Salvador; le hacía saber sobre la creación de diócesis por parte del poder civil; también le decía que Matías Delgado había llevado doscientos hombres y militares para que lo aclamaran e hicieran obispo. Mientras esta carta estaba en la Santa Sede; los de San Salvador ante la negativa del Arzobispo decidieron enviar un delegado diplomática a Roma, para que gestionara la erección y elección de obispo; éste era Fray Víctor Castrillo religioso perteneciente a la Orden de la Merced, el cual llevaba poderes del gobierno y de Matías Delgado; entre la documentación que llevaba Castrillo vale destacar una carta del Gobierno dirigida al Papa, una de Matías Delgado (una y única) y el expediente justificativo de lo obrado por el poder civil; esta misión partió de San Salvador en julio de 1825.
El Papa, contestó al Arzobispo el 7 de septiembre de 1825, en la carta le manifestaba su dolor por los derechos que se había atribuido el Estado del Salvador en un asunto propio de la Santa Sede, además le pedía que amonestara al intruso Matías Delgado, y si era necesario también al gobierno (para éste tiempo era Juan Vicente Villacorta); Casaus y Torres, decidió hacer efectivo el encargo; por lo que el 22 de febrero de 1826, le envió una nota al padre Delgado en donde le hacía saber que el Papa ya había sido informado de lo actuado en San Salvador; y que le mandaba lo amonestara para que saliera del abismo en el que se había metido, pues de lo contrario la Santa Sede, se vería obligada a aplicarle la severidad de los cánones.
Matías Delgado le contestó al Arzobispo, diciéndole que el Gobierno había enviado un delegado especial y que estaba a la espera del resultado y que mientras no se le comunicara en la forma establecida por las leyes, no podía decirle otra cosa sobre el particular.
Ante tal respuesta, el Arzobispo, el 13 de marzo de 1826 decidió escribir por segunda vez al Papa; en la carta le decía que había amonestado a Delgado, pero que éste no retrocedía en la usurpación del obispado.

El enviado salvadoreño llega a Roma

El ambiente en el que se encontraba la Santa Sede no era el mejor, pues las noticias que llegaban de las nuevas repúblicas independientes de Hispanoamérica, y particularmente de San Salvador no halagaban en nada la presencia del enviado Castrillo; pues la Santa Sede contaba con información adversa para los intereses de San Salvador, ya que había recibido correspondencia de la Nunciatura de Madrid, quien también le notificaba de lo obrado en San Salvador y de la nueva plaga que se estaba expandiendo en el continente.
El fraile Castrillo; se presentó a la Santa Sede el 26 de julio de 1826; pero ésta que contaba con información sobre la trayectoria moral del fraile (El Arzobispo lo llamaba antiguo “apóstata” y en Roma fue conocido por Tejada enviado de Colombia, como el fraile “grosero”) y del progreso del cisma, no lo quiso recibir, solamente le permitieron entregar la documentación que portaba.
El Papa que veía como las cosas habían empeorado decidió que el caso salvadoreño fuera examinado por la Sagrada Congregación de Negocios Eclesiástico Extraordinarios. Así pues, con el fin de encontrar una respuesta ó solución al chispazo cismático de San Salvador, y apaciguar los temores suscitados en la Santa Sede, la comisión se reunió el 13 de agosto de 1826; tituló el caso salvadoreño como: Scisma accaduto nella diocesi di Guatemala[4].
La comisión al examinar el caso, decidió recomendar al Papa, que amonestara directamente a Matías Delgado y que también le escribiera al Gobierno.
En efecto, el Papa León XII, escribió el primero de diciembre de 1826, al Gobierno y a Matías Delgado. Al gobierno le manifestaba la amargura por las atribuciones que se habían tomado; pero concluía con tonos paternos y amistosos; no así la carta enviada a Matías Delgado, la cual comenzaba con severidad y terminaba casi con la misma; en ella el Papa lo tildaba de usurpador; y le señalaba cincuenta días para que reparara el escándalo dado a los fieles; y que si en ese tiempo no se separaba del ministerio usurpado, entonces se vería obligado a pronunciar sentencia de excomunión.
En San Salvador, las cartas tuvieron reacciones negativas hacia el Arzobispo, a quien daban la culpa.
Los juristas salvadoreños y sostenedores de la erección de diócesis y elección de obispo, argumentaban por todos los medios que en nada se había faltado a las leyes canónicas; basaban su argumento en el derecho de patronato, ya que lo consideraban a título hereditario, y que por lo mismo el Estado contaba con aquella prerrogativa eclesiástica.
Se debe decir, que el patronato, no era de carácter hereditario, sino un privilegio dado por el Papa a la singular persona del rey, y en algunos casos era por tratados o pactos entre la Santa Sede y el Estado, lo cual no había sucedido con las nuevas repúblicas independientes de Hispanoamérica; sin embargo era un derecho que lo exigían se les reconociera, no sólo el Estado salvadoreño, sino todos los nuevos Estados independientes de la Metrópoli española.
Casaus y Torres, que no veía una mejoría de aquella situación, por medio del enviado mexicano Vázquez, recurrió nuevamente al Papa, que para ese tiempo era Pío VIII.
En la carta entregada por Vázquez, le decían que Matías Delgado lejos de obedecer las advertencias del Papa León XII que le había dado un plazo perentorio, seguía obstinado en el obispado.
La Santa Sede preocupada, decidió llevar nuevamente el caso salvadoreño a la Comisión de Negocios eclesiásticos Extraordinarios.
Estos se reunieron el 28 de mayo de 1829, pero no encontraban en la documentación que poseían elementos suficientes para sugerir la excomunión; no obstante hubo una carta que se encontraba entre los documentos del difunto Papa León XII, enviada por el Arzobispo el 28 de mayo de 1828, la cual no había sido leída, en ella el Arzobispo pedía la excomunión de Matías Delgado; con tal documento y otros anexos a la carta, la Comisión argumentaba que ya se podía dictar sentencia de excomunión, pero uno de los cardenales no estaba de acuerdo, pues decía que sólo se tenía información de una de las partes y que no se había escuchado al reo (Matías Delgado); pero la Comisión dijo que se habían seguido las partes sustanciales del proceso, y por consiguiente dictaminaba que se debía proceder a la excomunión.
Así pues, el Papa Pío VIII, que apenas tenía unos meses en el pontificado, y que no contaba con mucha información, ordenó se redactara el breve de excomunión contra el párroco José Matías Delgado y contra todos los que habían participado en el cisma; la Secretaría de Negocios Eclesiásticos Extraordinarios, envió la minuta de excomunión el 17 de junio de 1829, al Cardenal Albani, Secretario de Estado; la misma Secretaría elaboró una carta para el Arzobispo Casaus y Torres, para que éste publicara y ejecutara el breve de excomunión.
La excomunión, implicaba a todos los involucrados en el cisma; además era excomunión mayor, es decir, quedaban arrojados del seno de la Iglesia; se les imputaba de cismáticos, vitandos y contumacia. La comisión había sugerido que después de ser notificado el párroco Delgado, tenía 15 días para retractarse; pero el Papa quiso aumentar a 30 días el plazo.
Con ésta acción se excomulgaba al primer presidente y primer eclesiástico de las nuevas repúblicas independientes de Hispanoamérica.
Como he dicho antes, el responsable para ejecutar la excomunión era Casaus y Torres, por tales motivos el Papa, tomando esta recomendación escribió al Arzobispo para que éste hiciera efectiva la excomunión; en la carta le indicaba el modo en que debía ejecutar el breve.
Así las cosas en Roma, pero en Centroamérica el clima político había tenido un giro considerable; pues uno de los liberales radicales había tomado el poder, éste era Francisco Morazán; quien unos días después de obtener el poder comenzó una política hostil contra la Iglesia; fue por entonces, que por coincidencia, casualidad ó circunstancia, el Arzobispo fue expulsado de Guatemala; y junto con él, las Órdenes religiosas; ésta expulsión tuvo lugar entre la noche del 10 y 11 de julio de 1829; el Arzobispo fue expulsado a la Isla de Cuba.
En San Salvador cuando se dieron cuenta de la expulsión, los ánimos tanto políticos como religiosos vinieron a menos, sobre todo en relación al cisma, pues de querer o no, la expulsión causó consternación en la feligresía salvadoreña; esto hizo que las autoridades civiles, en común acuerdo con las eclesiásticas, decidieran retractarse de lo pretendido. Con tal propósito, la Asamblea Extraordinaria del Estado del Salvador, emitió el 25 de septiembre de 1829, un decreto en el que se retractaba de todo lo ejecutado con respecto a la erección y elección de obispo en la persona de Matías Delgado. El Arzobispo al conocer este decreto, decía que Delgado debía hacer un acto de arrepentimiento público, y agregaba que el decreto sólo medio se retractaba del cisma.
Morazán que seguía legislando contra la Iglesia, se atribuyó el derecho de patronato, y dio un decreto sobre la libertad de culto, que en ese tiempo era libertad a los protestantes de matiz anglosajón, es decir, de Inglaterra y Estados Unidos, quienes tenían intereses en aquella región.
El presidente José María Cornejo, queriendo sanar por completo el cisma; emitió un nuevo decreto el 28 de enero de 1831, en el que se derogaban todos los decretos referentes a la erección de diócesis y elección de obispo, por lo que quedaba sanado el cisma.
Matías Delgado que ya comenzaba a decaer en su salud y debido a los problemas que había creado la llegada al poder de los liberales, quienes se tomaron San Salvador y depusieron al mismo presidente Cornejo; agravó en su enfermedad, por lo que murió el 12 de noviembre de 1832; su muerte fue sentida y hubo diversas manifestaciones de dolor, por parte del pueblo salvadoreño.
El Arzobispo al año siguiente, en 1833 informó al Papa Gregorio XVI, sobre su muerte. En la carta le hacía una breve relación de lo referente al cisma.

Ante todos estos hechos vienen algunas preguntas.

La primera sería: ¿Realmente hubo cisma en San Salvador? Según la documentación consultada y teniendo en cuenta la legislación canónica del tiempo; considero que hubo cisma material, pero no formal; la diferencia consiste en que el cisma formal implicaba consagración del electo y además ejercer funciones propias de obispo, como conceder el Orden sacerdotal, lo cual no sucedió en San Salvador, pues todo se había dejado en suspenso hasta que decidiera la Santa Sede; por lo que solamente fue formal, lo que se relaciona más con la parte disciplinar, ya que más que una desobediencia al Papa, fue rebeldía contra el Arzobispo, por cruzarse divergencias personales.

La segunda pregunta sería: ¿Se ejecutó el breve de excomunión? Yo sostengo que no, y hay dos razones que sirven de fundamento para tal afirmación; la primera es que el breve no se conoció en Centroamérica y menos en San Salvador, pues para ese tiempo toda la correspondencia que llegaba debía recibir el pase gubernativo; por lo que si el breve fue enviado, estaba destinado a desaparecer; y dos, porque para que se hiciera efectivo, debía ser ejecutado por el Arzobispo, pero como éste fue expulsado, no le fue posible concretizarlo.

Y la tercera sería: ¿Murió o no murió excomulgado José Matías Delgado? Según lo antes dicho no murió excomulgado, no sólo porque en el lecho de muerte se confesó y comulgó, e hizo profesión de fe y de morir gustoso en la religión católica y apostólica; sino por las siguientes tres razones:
Una, porque el breve de excomunión nunca llegó a la manos de Matías Delgado, de modo que, aunque haya sido excomulgado necesariamente tenía que conocer y tener en sus manos el documentos que decretaba su excomunión; dos en el caso de que el breve haya llegado, el encargado de ejecutarlo era el Arzobispo, pero como éste había sido expulsado y no se encontraba en Guatemala, no pudo hacer efectiva la excomunión, y tres, en el supuesto caso de que secretamente los de San Salvador hayan tenido conocimiento de aquella excomunión, hubo dos decretos que se retractaban de lo obrado, el primero el 25 de Septiembre de 1829, el cual si es que se había conocido el breve en el mes de agosto, estaba dentro de los 30 días de plazo para retractarse, lo cual era imposible, pues los barcos tardaban mucho en llegar; luego las autoridades civiles el 28 de enero de 1831, por medio de otro decreto se retractaron por segunda vez.
Así pues, podemos concluir que el cisma no murió por consunción ó murió por inanición como se ha dicho, el cisma murió, porque se corrigió el error histórico en el que se había caído, es decir, creer que se poseían los derechos de patronato a título hereditario.
Concluyo diciendo que en la conciencia colectiva del pueblo salvadoreño jamás existió el germen del cisma, pues lo que menos querían era apartarse de la comunión del Papa, a quien le tenían un particular amor y cariño. El caso salvadoreño, a diferencia de otras repúblicas, no tuvo un buen final, ya que las negociaciones por parte de otros gobiernos para que se les nombraran obispos residenciales, tuvieron buena respuesta por parte de la Santa Sede, con lo que se libró a la Iglesia de un posible cisma hispanoamericano.










[1] AHAG. Colección Larrazabal, Edictos pastorales, providencias eclesiásticas, 1811-1843, t. II, ff. 10-12.
[2] S. Salvatierra, Contribución a la historia de Centroamérica, II, 429.
[3] ASV. Segr. Stato Esteri, años 1823-1845, rub. 279, busta 592.
[4] Con este nombre aparece el encabezado de la sesión 102-103 de la mencionada comisión, esto se puede ver en la versión impresa que se encuentra en: ASV. Arch. Segr. Stato Esteri, años 1823-1845, rub. 279, busta 592; AES. Rapporti delle sesioni, año 1826. Sess. 102-103. Vol. XI. Fasc. 8, 1.
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