martes, 3 de marzo de 2009

Es la economía… y la inseguridad

Del periodico El Faro (Editorial)

No se trata de fábricas de empleos ni ferias del empleo. Más allá de la demagogia, los candidatos a la presidencia de la República han dejado de lado la discusión a fondo sobre los dos principales problemas del país: la economía y la inseguridad.

El Salvador enfrenta ya el golpe de la crisis económica mundial con una situación precaria. Antes de que la crisis se declarara en Estados Unidos, los informes para El Salvador consignaban ya que sólo uno de cada cinco salvadoreños tenía un empleo digno y que los índices de pobreza habían retrocedido ya por debajo de los que recibió el presidente Saca cuando asumió el poder.

Ahora la situación es aún más grave. El Estado no tiene liquidez suficiente para cubrir los subsidios y el sector privado está en apuros, con el consecuente despido de miles de empleados formales. Un reciente informe de la calificadora de riesgos Fitch Ratings advierte que, independientemente de quién gane las elecciones de marzo, el país sólo podrá salir de la crisis con un acuerdo nacional en el que las dos principales fuerzas políticas sean parte esencial. Sus previsiones para el cierre de este año no auguran crecimiento económico, igual que J.P.Morgan, que predice un decrecimiento de medio punto en la economía nacional. Con las remesas y las exportaciones en declive, la crisis requiere de reformas a fondo y políticas que cuenten con la participación y la intervención de todos los sectores.

En materia de seguridad pública, mientras el aparato del Estado parece volcado a la campaña presidencial del partido de gobierno, los homicidios se han elevado nuevamente y el narcotráfico y el crimen organizado amenazan ya con instalarse en El Salvador. No han funcionado las políticas de seguridad pública de los últimos gobiernos, y los salvadoreños seguimos expuestos a asaltos, extorsiones, amenazas y asesinatos. Para combatir esto, también, se requiere de políticas de Estado y no de partido. De grandes acuerdos con la participación activa de los tres poderes y de todos los líderes políticos. Es urgente.

Lamentablemente, las campañas presidenciales parecen ir en sentido contrario. Lejos de llamar a la unidad y de convocar al país entero, han acentuado sus diferencias y se posicionan como representantes de la mitad de los salvadoreños.

En estas circunstancias, un debate directo entre los dos candidatos presidenciales podría darnos más luz a los salvadoreños sobre sus propuestas para hacer frente a esta crisis. El debate de sus ideas y la profundización de sus planes serían puestos a prueba por ellos mismos de cara a la nación. Lamentablemente no habrá tal cosa. La negativa del candidato arenero a presentarse frente a su rival ha impedido que los salvadoreños podamos contar con ello.

Ahora, a dos semanas de una elección sin precedentes, hacemos un llamado a los dos candidatos a que aborden estos, que son nuestros principales problemas. Si pretenden dirigir los destinos del país, ya es hora de que comiencen a hablar justamente de este país y de que nos digan cómo enfrentarán nuestra realidad a partir del 1 de junio, cuando uno de ellos tome posesión.

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