jueves, 28 de junio de 2012

UN MEGALÓMANO EN EL JARDÍN DE LAS DELICIAS DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA



El Mister Burns de la Asamblea.

TH-2

Como es sabido, la megalomanía es un estado psicopatológico caracterizado por los delirios de grandeza, de poder o de riqueza. A menudo el megalómano vive una especie de obsesión compulsiva por tener el control. Esto es lo que nos parece ver en algunos miembros de la actual Asamblea Legislativa de El Salvador.
Y es que los partidos políticos tienen este tipo de personas. Hay megalómanos peligrosos. A algunos de estos se les llevó hasta la Asamblea Legislativa y ahora en su condición de diputados se creen semidioses, que no pueden ser cuestionados como tampoco se les puede mirar mal; al contrario, hay que rendirles pleitesía, sobre todo para conseguir un favor por muy pequeño que sea.
Y digo que son megalómanos peligrosos porque su actitud despierta pasiones violentas en aquellos que deseamos que la cosa pública se lleve al menos con un mínimo de honestidad y justeza en El Salvador. Pero en realidad, la actuación de muchos de los diputados salvadoreños es deshonesta, infantil y transgresora de todo principio de derecho.
La causa de esta situación es que los diputados salvadoreños que actualmente se encuentran en función, en general son las personas menos preparadas en El Salvador para desempeñar esos cargos tan importantes para el país. Menos preparadas en lo académico, en lo técnico y en lo moral.
En lo académico, por ejemplo, los salvadoreños acabamos de ser testigos de que un diputado no pudo, por más que lo intentó, leer una cifra en pleno desarrollo deuna reunión plenaria. Quizá porque dicha cifra pasaba de cuatro dígitos. Baste un ejemplo, pero los hay en cantidad.
En lo técnico, son gente inoperante que no han podido resolver problemitas como el de instalar la comisión que analizará el caso del diputado Samayoa.
En lo moral: un diputado es señalado por la Comisión de la Verdad de ocultar pruebas claves en el caso del asesinato de los padres jesuitas de la UCA en 1989; otro diputado ebrio baleó a una policía miembro de la corporación policial, otro recientemente ha abusado contra su esposa dándole una golpiza y actualmente se encuentra huyendo en Miami.
No nos extrañemos, pues, por los altos niveles de violencia en que vive El Salvador, y no nos preguntemos por qué vivimos en tales niveles, ya que la violencia que vivimos se incuba en la Asamblea Legislativa, mediante la transgresión reiterada no sólo de las leyes primarias y secundarias, sino de los principios de la vida y de la libertad; y ahí, en esa condición de irrespeto al estado de derecho, la violencia toma carta de ciudadanía, y siendo ya ciudadana salvadoreña por derecho, la violencia, pasa sin excepción por las demás instancias oficiales y luego llega al pueblo pobre y desamparado que lo que busca con ansia es sobrevivir con al menos con un dólar diario. En dicha búsqueda, la violencia tiene su mejor expresión en las acciones que vemos a diario en nuestras transitadas calles de San Salvador, donde buseros y microbuseros, sobre todo, pero no los únicos, llevan a cabo su cotidiano violentar las normas de tránsito e irrespetar a los transeúntes.
Somos un remedo de hombres y mujeres, de ciudadanos y de cristianos. Y como somos remedo, lo que nos queda como mejor camino es escondernos tras la cortina y el velo que significan el celular y el facebook, el twitter o el internet. Y cuando no podemos acceder a estos instrumentos, que el sistema nos provee a granel, para no pensar críticamente sobre qué vida llevamos y porque su costo es relativamente significativo, en un medio que busca la sobrevivencia, invertimos nuestro tiempo en ver las telenovelas; o como es para muchos, el momento álgido del día, que es cuando se está llevando a cabo el partido de futbol ente el Barcelona, el Real Madrid o la Champion League. O en el peor de los casos, los partidos de la liga nacional salvadoreña.
Bien se dice que Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece. Pero creo que este pueblo salvadoreño no se merece a estos gobernantes que soportamos y que nos cuesta una carga económica y financiera alta que no tenemos.
Y como si fuera poco todo eso que se padece en este país, señalamos el grave problema que estamos viviendo: que la Asamblea Legislativa no quiere asumir las resoluciones que la Corte Suprema de Justicia ha emitido respecto de la elección de los miembros de dicha corte realizada por diputados que no les competía ejecutar dicha elección. Como se ve, y mejor pueden analizar quienes han seguido de cerca este problema entre poderes estatales, pero que desde nuestra perspectiva dicho problema indica lo siguiente:
  1. Que la actual Asamblea Legislativa no está preparada, ya no se diga a la altura de su papel, debido a que está constituida por diputados que no están capacitados técnica, académica ni moralmente para desempeñar sus cargos.
  2. Que debido a que no existe tal condición, no pueden comportarse como poder para la Democracia y por tanto, para los intereses de la Nación. Este interés no existe porque se contrapone al interés de la cúpula partidaria, que dicho sea de paso, son cúpulas partidarias que no representan a sus bases populares.
  3. Que el problema entre poderes del Estado salvadoreño es un problema generado por la Asamblea Legislativa, no por la Corte Suprema de Justicia.
  4. Que el problema es la Asamblea Legislativa debido al tipo de gente que ahora la compone.
Ante tal problema las posibles soluciones son las siguientes:
  1. Que el Ejecutivo ejerza su poder mediando ante la problemática.
  2. Que se resuelva de una vez por todas esta situación, destituyendo a esta Asamblea Legislativa y convocando a una Asamblea Constituyente, ya que la Constitución salvadoreña data de hace treinta años y respondió a la situación de guerra civil vivida en los años ochentas. Y el contexto nacional e internacional actuales ha cambiado notablemente, por lo que se necesita una legislación primaria acorde a los tiempos actuales.
  3. Mas difícil es pero necesario, que el pueblo se organice y ejecute una acción que muestre que de verdad el pueblo es lo que dice el artículo uno de la Constitución de la República de El Salvador, a saber, La persona humana es el origen y el fin de la actividad del Estado.
Ojalá, pues, que los diputados hagan que su presencia no sea tan temeraria ante los ojos de tantos salvadoreños que sufren la inclemencia de la sobrevivencia en este país.
Ciertamente el pueblo salvadoreño es heroico y no entiendo cómo sufriendo tanto aun los mantenga como diputados y mejor aun siga votando por un grupo de desalmados (en el propio sentido del término que apunta a no tener alma), delincuentes que siguen aprovechándose de la buena voluntad del pueblo.

No hay comentarios:

Mi foto
Un canto a la vida.

DATOS SOBRE EL SITIO ARQUEOLÓGICO DE TEHUACÁN