

El arzobispo de San Salvador, argumentando que los mosaicos de la Catedral estaban dañados -naturalmente mostrando las pruebas una vez que la decisión de destruir la obra estaba tomada- procede a destruir la obra de Fernando LLort.
Originalmente, los dos "Fernandos", es decir, el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle y Fernando Llort se pusieron de acuerdo para decorar la fachada de la catedral al modo artístico de Llort. Hoy el protegido de Sáenz, Luis Escobar, procede a demoler la obra de los Fernandos.
¡Extraño! Se supone que Escobar le preguntó a su padrino Sáenz si podía destruir la obra por él construida ¿No será una especie de Damnatio Memoriae, al estilo de los emperadores romanos, a la que estamos asistiendo? Interesante sería que Escobar destruyera también las pinturas que decoran el entorno del presbiterio de la catedral, pintados y traídos de España.
Bueno, el punto es que José Luis Escobar no distingue los azulejos de su baño de los azulejos del mosaico de la catedral. Los azulejos de su baño son fabricados en serie para ser vendidos todos los días, los de la catedral forman parte de una obra de arte y fueron elaborados específicamente para eso y no se venden todos los días.
Estamos de frente a un conflicto antiguo en la historia entre el arte del artista y el poder del jerarca.
Pero, la actitud de Escobar es coherente con su modo de pensar y, probablemente no será la última metida de pata de su historia de arzobispo. De todos modos él debe ser fiel a su apellido "Escobar", es decir "el que barre".
¡Feliz año nuevo!