viernes, 19 de febrero de 2010

D’Aubuisson tendrá su misa de aniversario en la ciudad de San Vicente… “y los pajaritos cantan y las nubes se levantan…”



En una nota periodística aparecida en El Diario de Hoy, el 19-02-2010 (página 64, edición impresa), se puede leer lo siguiente: “HORARIO DE MISAS DEPARTAMENTALES MAYOR ROBERTO D’AUBUISSON SÁBADO 20 DE FEBRERO DE 2010”.

Según la nota periodística, en Cabañas, en concreto en la ciudad de Sensuntepeque, la misa será en la Parroquia Santa Bárbara (la parroquia central), cuyo párroco actual es el sacerdote Inocencio Álvarez. En cambio, en San Vicente será en la parroquia San Antonio, cuyo párroco es el sacerdote Rolando Rivas.

“Roberto D’Aubuisson Arrieta, nació el 23 de de Agosto de 1943, en Santa Tecla, Departamento de la Libertad. Murió el 20 de Febrero de 1992, en el Hospital de Diagnóstico de la capital. Padeció de cáncer terminal…” (RECINOS MARTÍNEZ DE CAMPOS Malena, D’Aubuisson: una historia, pág. 9). Este 20 de febrero se estarían cumpliendo 18 años de la muerte del famoso militar salvadoreño. Naturalmente el evento genera pensamientos varios.

En primer lugar, D’Aubuisson está vinculado a la muerte de Monseñor Romero, según lo que dice el Informe de la Comisión de la Verdad:

«1. El ex-Mayor Roberto D’Aubuisson dio la orden de asesinar al Arzobispo y dio instrucciones precisas a miembros de su entorno de seguridad, actuando como “escuadrón de la muerte”, de organizar y supervisar la ejecución del asesinato.

2. Los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron una participación activa en la planificación y conducta del asesino, así como Fernando Sagrera y Mario Molina.

3. Amado Antonio Garay, motorista del ex-Capitán Saravia, fue asignado para transportar al tirador a la Capilla. El señor Garay fue testigo de excepción cuando, desde un Volkswagen rojo de cuatro puertas, el tirador disparó una sola bala calibre 22 de alta velocidad para matar al Arzobispo.

4. Walter Antonio “Musa” Álvarez, junto con el ex-Capitán Saravia, tuvo que ver con la cancelación de los “honorarios” del autor material del asesinato.

5. El fallido intento de asesinato contra el Juez Atilio Ramírez Amaya fue una acción deliberada para desestimular el esclarecimiento de los hechos.

6. La Corte Suprema asumió un rol activo que resultó en impedir la extradición desde los Estados Unidos, y el posterior encarcelamiento en El Salvador del ex-Capitán Saravia. Con ello se asigna, entre otras cosas, la impunidad respecto de la autoría

intelectual del asesinato». (ONU, De la locura a la esperanza. La guerra de 12 años en El Salvador. Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador 1992-1993).

Esto complica las cosas, pues no se entiende cómo un sacerdote de la Iglesia Católica, a la que pertenece Mons. Romero, pueda celebrar una misa por el principal acusado de su asesinato. Por una parte, Romero tiene introducida su causa de canonización, iniciada el 20 de marzo de 1994, lo cual legitima su testimonio, como algo positivo y edificante. Por otra parte, sacerdotes celebran misas en sufragio por el acusado de orquestar su asesinato. Aquí está sucediendo aquello de lo que prevenía Horkheimer, es decir, confundir la víctima con el victimario.

Ahora bien, tendría que ser aleccionadora para nosotros la historia del asesinato primordial, según la tradición bíblica recogida en el libro del Génesis 4,9-11: Entonces el Señor preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?». «No lo sé», respondió Caín. «¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?». Pero el Señor le replicó: «¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo. Por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti.

Está claro que las personas inscritas al Partido ARENA tienen todo el derecho en un país democrático de seguir a quien quieran como su líder y el sacerdote Rolando Rivas puede hacerlo también si es su voluntad. Pero, que no nos venga diciendo un mes después, cuando celebremos el martirio de Romero, que él es también admirador de Romero, porque una cosa contradice la otra y las dos no pueden estar juntas. No se puede celebrar de igual modo la muerte del Emperador Nerón y la de sus víctimas en Roma, la de Hitler y la de los que murieron en los campos de concentración, la de Joaquín Villalobos y la de Roque Dalton, etc…

No podemos creer que las personas de San Vicente no sepan distinguir entre la víctima y su asesino. Al sacerdote Rolando Rivas debe quedarle claro que San Vicente, por definición, no es Cabañas, donde la uniformidad nacionalista se ha afincado; aquí no es Ilobasco, donde el alcalde arenero puede casarse dos veces con la bendición del obispo y del párroco, el mismo sacerdote que hoy tranquilamente administra la Catedral de nuestra ciudad.

El pueblo debe saber que la “iglesia vendida” ―con “i” minúscula― no es la Iglesia del Jesús histórico, que no murió de cáncer, sino asesinado, y los verdaderos cristianos siguen a Jesucristo y no a sus verdugos, eternos mercaderes de la religión, retardadores empedernidos de la venida del Reino y de la resurrección de la verdadera Iglesia.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Jorgelina Cerritos, la ilustre desconocida


Néstor Martínez
Editor Trazos Culturales/CoLatino


El jueves 28 de enero recién pasado, Jorgelina Cerritos estaba de visita en casa de su hermana. Como a eso de las nueve de la noche, dos horas después del fallo de los jueces, un amigo le llama y le dice: “Bueno, te hablo para felicitarte”. – ¡Ajá! ¿Cómo? ¿Por qué? – “No te hagas, ¿vos participaste en el certamen de la Casa de las Américas? –Sí – “Bueno, pues, ¡ganaste!”. Y de allí fue el corre, corre, en busca de la Internet… era la ganadora del prestigioso premio de la Casa de las Américas de Cuba, en la Rama Teatro. Tras compartir la alegría con sus padres, las llamadas entre personalidades del ámbito artístico nacional se multiplicaron, una de ellas la recibí ese mismo día, era Miguel Ángel Chinchilla, dándome la exclusiva, no quise preguntarle ¿quién es Jorgelina Cerritos?, de hecho concerté una entrevista con ella en la Sala Nacional de Exposiciones, el sábado por la tarde, y era una cita a ciegas, nunca la había visto. Pregunto y una muchacha la señala: “Ella es”. Delgada, cabello lustroso, rizado, menuda, con esa sonrisa amplia que te cautiva, de la que aún no desaparecía esa satisfacción de saberse triunfadora, y precisamente con una obra que no ganó un certamen en… El Salvador.

– ¿Cómo recibiste el anuncio de que habías ganado el premio?
Es una emoción que todavía no termina de pasar por mí, realmente estoy muy contenta, muy impresionada, pues me tomó por sorpresa…

– ¿Qué se siente saltar al plano público de un día para otro?
Es quizá como una responsabilidad bien grande, porque decís que no es lo mismo ganar un premio en tu país, que me ha pasado eso antes, que no es que uno no le dé su lugar al premio, pero cuando te atreves a dar el paso hacia afuera y ganas te así como, aparte de la felicidad, el asombro y el compromiso, porque no solo ves tu nombre, ves que dice ‘salvadoreña gana’, ‘el teatro salvadoreño gana’, y la gente… ahorita yo me siento conmovida con la respuesta de los y las colegas de teatro que me han llamado… entonces, hace un rato estaba conversando en otra entrevista, y me dicen ‘que El Salvador ya merecía un premio como este desde hace un buen rato. El Casa de las América no lo veíamos desde el 90 en la rama de Ensayo, y bueno, como que nos alegra a todos, o sea, es ese momento cuando de verdad alguien logra algo así como que es Nación, nos hace Nación.

– ¿De qué trata tu obra al otro lado del mar?
Es la historia de dos seres solitarios, quienes no saben quiénes son. Uno porque literalmente no lo sabe, él tiene treinta años, nunca ha conocido ni a su padre ni a su madre, nunca supo cómo se llama, es una metáfora que juega con le inverosimilitud, porque te preguntás ‘¿cómo alguien a los treinta años no habrá indagado antes?’, pues no sé, pero él no había indagado, entonces él no sabe su nombre, su edad, dónde nació, de dónde viene. Es un tipo que ha crecido en alta mar porque su única posesión es una balsa con la cual ha ido por todas partes y ha vivido así. Entonces él se encuentra en la necesidad, en diferentes etapas de su vida, le ha pasado antes, de establecerse, de tener un amigo, pero para establecerse le han pedido datos y él no los tiene. Perdió a un amigo, se enamoró, se iba a casar pero le pidieron identidad, no la tenía perdió el amor, hoy ha encontrado un perro callejero, vagabundo, en una perrera municipal, y si él no llena un formulario con sus datos tampoco se lo dan. Luego de tener tantas pérdidas no está dispuesto a perder algo más, entonces dice, ‘me voy al otro lado del mar, a donde sea, a buscar mi identidad’. En eso, una mujer de sesenta años, quien se empieza a sentir desplazada, que su vida ha sido una serie de fracasos y de historias que ella no quiere contar. Está en la playa para levantar un censo para la alcaldía municipal, la playa se llama Puerto Escondido, a donde nadie llega ni llegará. Allí se encuentran, ella con la necesidad de ser útil no le puede ayudar a él porque no tiene nombre, no le puede dar una partida de nacimiento, y él, aunque encuentra a alguien que le quiere ayudar, esta no lo puede hacer, en esos seis días, porque la obra se desarrolla en seis días, se conocen, se desnudan por así decirlo, comparten su soledad, se adoptan. Ella al final le extiende una partida de nacimiento con el nombre que él ha decidido llamarse: Pescador del Mar. Ella le dice: ‘tú, Pescador del Mar, a partir de hoy eres hijo de esta mujer, de Dorotea, quien no sabía quién era. Cada quien va por su camino, no es que serán una familia feliz, cada quien vuelve a su soledad, pero sabiendo que hay alguien en la vida del otro.

– ¿Cómo se te ocurrió enviar esta obra a la Casa de las Américas?
¡Uf! Bueno, en parte por el estímulo de mis dos compañeros de teatro. Yo trabajo en un grupo de teatro, somos un director, un actor y yo como actriz y dramaturga, ellos conocían la obra y me decían ‘es buena, mandala’. Me atreví. Y ala había metido en un certamen nacional y no había ganado, ¡ja! ¡ja! ¡ja! Yo tenía la corazonada que la obra podía tener otros vuelos, y creo que mucho tuvo que ver el empuje de ellos y la confianza en mi trabajo. Sí mandé la obra confiando en que era un trabajo honesto y digno, no esperaba ganar, sí sabía que cumplía un parámetro para concursar, eso sí lo sabía, ahora, de eso a decir que vas a ganar, ¡oooh! ¡Hay mucha, mucha distancia!

– ¿Cómo te inicias en el Teatro?
Así, así, primero en el Teatro Universitario de la Universidad de El Salvador, ya básicamente mi formación superior en Teatro fue del noventa y siete al dos mil con el Maestro Filánder Funes, ahora trabajo con mi grupo “Los del Quinto Piso”, con ellos hemos montados dos obras de mi autoría, y bueno, a nivel de dramaturgia mi formación más sólida es a través de los talleres que dio El Carromato, un proyecto de integración centroamericana, en el que tuve la dicha de estar con el maestro José Sánchis Finesterra, mi pilar en dramaturgia es esa experiencia, así que es lo más sobresaliente en éstos tiempos. Algunos premios nacionales, tengo el título Gran Maestre Nacional en Dramaturgia Infantil, ganado con tres obras en los años 2000, 2002, y 2004; tengo dos premios en los Juegos Florales en la rama Teatro. En general no solo infantil, y un par de premios en poesía para niños, por allí, esas cosas…

– ¿Cómo pinta tu futuro?
Para empezar seguir trabajando, me han dicho que esto puede ser un buen trampolín, hay que saberlo aprovechar, con esto hay que tocar puertas, va a ser mi primera publicación, yo estaba inédita, entonces ya verme como autora publicada es importante para mí, tengo un par de trabajos con la Secretaría de Cultura, que por haber sido premiados con la desaparecida Concultura están allí, y quiero ver como lo imprimen, quiero empezar a gestionar como ahora puedo pasar a otros términos de publicación, quiero hacer lecturas de esta obra (la ganadora) para darla a conocer en el país, con la gente de acá, y bueno, a nivel artístico seguimos con la obra “Respuestas para un Menú”, que es la obra que tenemos en repertorio. No tenemos presentaciones programadas, pero en eso estamos, tenemos unas habladas en Guatemala, en Belice, de hecho vamos al Festival Bambú en Honduras con esta obra, en abril, ya nos mandaron la invitación oficial, así que vamos con las “Respuestas para un Menú”.

– ¿Consideras que tu triunfo incrementará la explosión de Teatro que se está dando en El Salvador desde el año pasado?
Pues yo quisiera creer que los que estamos ahorita bregando por una dramaturgia nacional lo sigamos haciendo, creo que nuestra propuesta teatral se ha venido incrementando a lo largo de los años, me refiero a la puesta en escena, ahora a nivel de dramaturgia nacional, pues Carlos Velis siempre va como punta de lanza para todos nosotros. Yo digo, están los referentes que ya no están con nosotros en vida, Gavidia, Menéndez Leal…, pero de ahora Carlos Velis, y de allí vemos una generación que venimos. Creo yo que el año pasado, una cosa importante fue ver alrededor de cuatro propuestas teatrales escritas por la misma gente de los grupos, entonces creo yo que sería un buen momento aprovechar esto (el premio) como es explosión ¿no?, y decir, bueno, apostémosle a una dramaturgia nacional, ya es hora en nuestro proceso.

– ¿Qué es el Teatro para vos?
¡Huuu! El Teatro para mí es la vida.

domingo, 14 de febrero de 2010

Gobierno y músicos rinden homenaje a Mons. Romero


Por Tomás Andréu
CONTRAPUNTO

La Secretaría de Inclusión Social preparó un homenaje musical a la memoria de monseñor Romero. El disco está compuesto por 16 canciones que en su mayoría fueron creadas para honrar "la voz de los sin voz" como también se conoció al religioso.


SAN SALVADOR - Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo 1980, ha sido homenajeado por la Secretaría de Inclusión Social junto a un amplio grupo de músicos salvadoreños con una producción musical que a un solo canto honran la memoria del religioso, conocido en el mundo como "San Romero de América".

La Primera Dama de la República, Vanda Pignato, quien lidera la Secretaría de Inclusión Social (SIS), presentó el pasado 9 de febrero el disco matriz que reúne a músicos y compositores salvadoreños para conmemorar la vida y obra de monseñor Romero en vísperas del décimo tercer aniversario de su muerte.

La idea conmemorativa nació en Pignato, quien convocó a distintos músicos del país. Los géneros que incluye la producción van desde el hip hop pasando por rock hasta la Nueva Trova.

“Monseñor Romero expresó, sin duda, con plena conciencia de su inminente muerte: “si me matan, resucitaré en mi pueblo. Creo que todos estos actos que desde la Secretaría de Inclusión Social estamos impulsando, evidencian que monseñor Romero justamente está vivo dentro del pueblo salvadoreño”, afirmó en la presentación la Secretaria de la SIS.

Pignato parafraseó el poema de Roque Dalton, “Alta hora de la noche”, en honor a monseñor Romero: “Pido que me permitan la licencia de tomar prestadas algunas frases de Roque Dalton. El pueblo salvadoreño, ante la muerte martirial de monseñor Romero, pronunció su nombre, dijo sílabas extrañas, pronunció sus once letras, y por eso, monseñor Romero sigue aquí, iluminando los pasos del pueblo salvadoreño e iluminando los pasos de este gobierno”.
La producción del disco estuvo a cargo de Paulino Espinoza, miembro del grupo Exceso de Equipaje, el cual también forma parte de la producción discográfica.
“Tanto los que lo conocimos como las nuevas generaciones los sentimos vivo y presente. Hablamos de un monseñor Romero vivo que nos acompaña día a día en nuestra vida cotidiana con alegría, cantando y bailando”, aseveró Espinoza.
El disco está compuesto por 16 canciones, del cual se realizarán 7 mil copias por Discos Pentagrama (México) “un sello productor muy vinculado a la solidaridad latinoamericana”, según dijeron los responsables. La producción discográfica es previa a los conciertos que se preparan para los días 13, 24, 25 y 26 de marzo. A estos conciertos se sumará la Orquesta Sinfónica Nacional.
La portada del disco compacto es la pieza “Secreto a voces” del joven pintor salvadoreño Víctor Hugo Rivas, ganador del concurso de pintura realizado por la presidencia de la República a través de la Secretaría de Inclusión Social, Cancillería y la Dirección de Correos, en el marco del 30º aniversario del martirio de Monseñor Romero.
Dicho concurso fue otra de las actividades realizadas por el Gobierno para reparar moralmente la memoria de monseñor y de las víctimas del conflicto armado que vivió el país en la década de los ochenta.


Monseñor Romero, un solo canto

Los músicos se muestran contentos y privilegiados de participar en el homenaje musical al religioso. Uno de ellos es Martín Cruz, vocalista y guitarrista del grupo de rock Caín Manttis. La banda participa con la canción “Subversivo”.
“Estamos satisfechos, contentos que nos hallan llamado para este disco. Es un honor para nosotros exaltar el nombre de monseñor Romero en este disco tan significativo", dijo Cruz a ContraPunto.

Martín Cruz es además el fundador de la tienda Rocanrol, la cual vende exclusivamente producciones hechas en El Salvador. El disco homenaje a monseñor Romero estará ahí para su venta.
El grupo Trova también es de los que figura en el homenaje. Uno de sus integrantes no ocultó su satisfacción en estar dentro del proyecto. Sin embargo, no dejó de ser crítico con el mismo gobierno que ha dicho que tendrá una opción preferencial por los pobres, frase de monseñor Romero.
“Es una satisfacción para nosotros. Es una buena opción que tiene el Estado de reconocer a monseñor Romero pues nunca se había hecho [no obstante] hay unas cuestiones políticas que no encajan con el mensaje de monseñor Romero, como el problema de la cuota fija de teléfono, se salió a la defensa de las transnacionales”, opinó el guitarrista Marcelo Romero.
El pasado 25 de enero, el presidente Mauricio Funes reclamó al partido que lo llevó al poder, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y al opositor Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) por ser los principales impulsores de un decreto aprobado que anula el cobro del cargo básico de telefonía fija. Para el mandatario, la medida podría traer serias repercusiones al país porque se viola la seguridad jurídica.
“Me parece que es una decisión irresponsable de la Asamblea Legislativa, no sólo de los diputados que le dieron iniciativa de ley (el FMLN), sino que también de los diputados

Homenaje a monseñor Romero

que pidieron dispensa de trámite, como fue el caso de los diputados del partido ARENA”. Los diputados, no obstante, insistieron en que ese cargo era un abuso desde que se gestó en 1997.
Al margen de las controversias que se hicieron más evidentes entre el FMLN y el presidente Funes por la cuota fija de telefonía, los artistas seguían mostrándose empáticos con la iniciativa de la Secretaría de Inclusión Soc ial.
“Nos sentimos contentos de que nos hallan tomado en cuenta, más para un personaje que en nuestras vidas ha causado mucho entusiasmo d e vivir. Sentimos mucho honor de ser parte de este proyecto”, dijo a ContraPunto el baterista de Signo Azul, Edwin Cotto Córdova.
Quien no podía faltar en este homenaje, era el otrora grupo insurgente Los Torogoces de Morazán. Al preguntarle a Benito Chicas, mejor conocido como Sebastián Torogoz, sobre su participación en el homenaje discográfico, no dudó en recordar a sus antiguos compañeros que murieron durante la guerra: “Lo primero que viene a mi mente son los compañeros caídos en la lucha. Hoy es cuando tenemos que hacer sentir nuestra palabra, nuestra voz. Monseñor Romero fue nuestra luz, nuestra guía y nuestra fortaleza”.
Monseñor Romero es el salvadoreño más universal de todos los tiempos. Ha sido un personaje vital para la cultura universal. Su vida, obra y asesinato han sido elementos de inspiración para distintos creadores del mundo.
Romero ha resucitado, literalmente, en las distintas expresiones del arte, tanto de artistas locales como del exterior. En 1989 se realizó la película “Romero”, basada en el guión de John Sacret Young. En música, inspiró a Rubén Blades para el tema “El padre Antonio y el Monaguillo Andrés”. También inspiró al violinista de jazz Jean Luc Ponty de origen francés para la pieza “Eulogy of Oscar Romero”. Romero, además, es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la Abadía de Westminster, en Londres.


Romero, el caso que dio un giro

El Salvador asumió, por primera vez, la responsabilidad del Estado en el asesinato de monseñor Oscar Arnulfo Romero en 1980 y se comprometió a realizar las investigaciones y reparaciones del mismo.
En el año 2000, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) concluyó en un informe que en el caso del religioso el Estado salvadoreño fue responsable de la violación del derecho a la vida, de las garantías judiciales y de la tutela judicial efectiva, previstos en la Convención Americana, así como del derecho a conocer la verdad de lo sucedido.
En este sentido, recomendó al Estado salvadoreño una “investigación judicial completa, imparcial y efectiva” para “identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales” del asesinato de Romero.
El Estado salvadoreño “declara su compromiso de cumplir de buena fe y en la medida de sus posibilidades” las recomendaciones de la CIDH elaboradas en el año 2000 en relación con el asesinato de monseñor Romero, anunció en noviembre de 2009, ante una audiencia del organismo en Washington, el Director General de Derechos Humanos de la Cancillería salvadoreña, David Morales.
El informe de la Comisión de la Verdad, emitido en 1993, establece que el ex mayor Roberto D'Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), fue el autor intelectual del asesinato. Para la ejecución estuvo respaldado por militares de su seguridad, actuando como escuadrones de la muerte, enfatiza el informe.
Romero ejerció su arzobispado en un tiempo económico y social difícil. Los turbulentos años (1977-1980) fueron la antesala y el inicio de una cruenta guerra civil en El Salvador que duró 12 años.
El informe apunta que fue D´Aubuisson quien dio órdenes a miembros de su seguridad personal para ejecutar la organización y supervisión del asesinato de monseñor Romero.
El informe de la Comisión de la Verdad concluye lo siguiente: que el Mayor Roberto D´Aubuisson dio la orden de asesinar a monseñor Romero, que los capitanes Álvaro Saravia y Eduardo Ávila tuvieron participación activa en el plan, que el motorista del ex capitán Saravia, Amado Antonio Garay, transportó al francotirador hacia las afueras de la capilla. Sin embargo, el informe no determina quién haló el gatillo que liberó la bala calibre 22 que mató a monseñor Romero.
“Monseñor”, como le decían sus allegados, fue un hombre meticuloso en sus quehaceres personales y religiosos. El día que oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia, en la colonia Miramonte de San Salvador, le esperaba una cena. De ella le separaban alrededor de cinco minutos.
Los feligreses que seguían sus pasos, afirman que ese día se fue a cenar con Dios.

sábado, 13 de febrero de 2010

La agenda periodística


Blog LA TORRE

La noticia es la información que se traslada al público sobre un hecho. Para que sea considerada noticia debe pasar por varios filtros donde tiene destacada importancia la "agenda-setting" o establecimiento de la agenda de noticias de un medio de comunicación. Esta agenda no es más que orientar al lector hacia unos temas de interés colectivo, al mismo tiempo que desprecian o infravaloran otros temas que de la misma manera son importantes para la ciudadanía.

En la concepción de Lazarsfeld y Merton, 1948, acerca de la triple función de los Medios de Comunicación Masivos en las conciencias, decían que los medios brindan una concesión de status, imponen normas sociales y tienen una acción narcotizadora sobre los públicos.

Me quiero referir a esta última. Los medios de comunicación masivos en El Salvador y específicamente los medios de derecha, en los últimos días, han potenciado el tema de los atrasos en la entrega de los paquetes escolares, uniformes y zapatos. Y le han dado tanta vuelta al asunto que el ciudadano común piensa que en realidad el Presidente de la República se ha atrasado mucho en la entrega. Y es lógico pensar que el ciudadano medio lo han bombardeado tanto que acaba contrito aceptando lo que les impone el medio de comunicación. De tal manera que ya estamos desesperados, porque no llega la promesa del Presidente Funes. El efecto narcótico hizo efecto con esta noticia.

Sin embargo, lo que no han dicho los medios de comunicación masivos es que el presidente de la República tiene un poco más de 240 días de gestión y ya los resultados son concretos. Cuando los gobiernos de arena, 4 en total ó 7,300 días, no brindaron este tipo de incentivos a los estudiantes, ni el alivio a los bolsillos de los padres de familia.

Los medios de comunicación masivos brindan el narcótico a la población para que piense sobre este tema como si no valiera la pena esperar un poco para la entrega de uniformes y zapatos. Siendo la primera vez que se entregan estos donativos a las familias salvadoreñas, lógico es que habrá retrasos en su conformación.

Los medios de comunicación han despreciado otras noticias de interés como el descontento entre areneros y disidentes, entre el expresidente Cristiani y el expresidente Tony Saca. Como la conformación mañosa del COENA con las mismas liebres como Acosta Oertel, Ana Vilma de Escobar y Francisco Laínez. Esos temas los dejan desapercibidos.

Los medios de comunicación precisamente no dicen en qué pensar, pero si dicen sobre qué pensar. Bajo esta lógica impositiva, no tenemos más que recurrir a los medios alternativos de comunicación y a la lectura entre líneas que cada ciudadano debe realizar cuando esté con la lupa revisando un periódico, escuchando una radio o frente al televisor.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Cristianismo del pueblo y su Misión


Diego Irarrázaval


Ha crecido el reconocimiento de la capacidad socio-espiritual de la gente común. Esto es apreciado desde varios ángulos: historia, estética, teología, filosofía de las culturas, ciencias sico-sociales. Por eso hoy disminuye el lenguaje obsesivo sobre la opresión humana; más bien se subrayan tanto algunas tinieblas como muchos fuegos de vida. No cabe duda que a lo largo de la historia se han estado generando alternativas, ya sea de modo fragmentario o bien estratégicamente. La población latinoamericana hábilmente ha resuelto carencias cotidianas, y ha reconfigurado estructuras a fin de obtener dignidad.
En las últimas décadas también abundan los elogios a la cultura y religión de estratos pobres y medios. Esto caracteriza a representantes y a instancias de reflexión en nuestra Iglesia. Por eso, en la actual fase pos Aparecida muchos nos preguntamos cómo el cristianismo vivido por el pueblo alimentará la planificación misionera. Lo vivido por sectores subalternos ha sido descrito de varias maneras: “religiosidad del pueblo” “cristianismos”, “catolicismo latinoamericano”, “espiritualidad”, “piedad popular”. (Ésto último es el concepto preferido por el Documento Conclusivo de Apareceida = DA).
En este escrito pongo acento en formas cristiana-católicas del pueblo que configuran y contribuyen a la Misión en América Latina. Mencionaré pero no me detendré en formas que ponen obstáculos e impiden la evangelización (p.ej. la exaltación de lo privado y del mercado). La meta es indagar -con ojo crítico- la espiritualidad del pueblo y su misión. A esta cuestión va dedicada mi reflexión.
En términos generales, abunda el optimismo pastoral y teológico. En buena parte se debe al aire fresco del Concilio Vaticano II y a su renovadora tradición hasta el día de hoy. La II Conferencia General (Medellín) ha delineado una “Pastoral de Conjunto”; el paradigma de la III (Puebla) ha sido “Evangelización” y en la IV (Santo Domingo) ha sido “Nueva Evangelización”; y ahora en la V (Aparecida) ha sido “Discipulado-Misión”. De esto modo se esta reiterando la misión y espiritualidad al servicio de la vida humana (superando lo intraeclesiástico). Además, se va perfilando un evangelizar desde y con el pueblo (y no contra, ni a pesar de, la religiosidad popular).
¿Qué va a ocurrir en los años venideros? Las cosas no son simples. Vale superar el pragmatismo de carácter populista; vale encarar crítica y constructivamente la compleja realidad popular. Hay que examinar las muchas dimensiones del vínculo entre evangelización y religión del pueblo. ¿Se erosiona la tradición católica? ¿Hay que reconstituírla? Así sienten amplios sectores. ¿Qué interpelación se siente en medio de procesos innovadores? ¿Qué ocurrirá con los cristianismos del pueblo?
En todo el continente y también en Chile, nuestros pastores estan recalcando el “encuentro personal” con Cristo y el “estado de misión permanente”. En este marco se da un trato preferencial a la “piedad popular”. Esto -más allá de buenas intenciones- suscita preguntas y desafíos. La religiosidad cristiana-católica de la gente común ¿es una sólida plataforma para la misión?, o bien, es ¿una realidad que se diluye y aparecen nuevas formas? ¿En qué medida es evangelizadora? Veamos éstas y otras cuestiones de fondo.

1) Escenario social y espiritual.
La reflexión erudita y también el sentido común indican que en este continente y en el mundo los cambios no son algo rutinario sino algo paradigmático. Esto es interpretado de varias maneras: transformación tecno-científica, mutación de la civilización, período axial, cambio de época, globalización posmoderna, etc. Una mirada filosófica hacia lo humano -como la de Karl Jaspers- reconoce el “tiempo-eje” del siglo VI antes de Cristo, en que “se constituyen las categorías fundamentales con las cuales todavía pensamos, y se inician las religiones mundiales de las cuales todavía viven los seres humanos”. Puede decirse que los siglos 20 y 21 inaguran otro gran tiempo axial: se configura un paradigma biocéntrico en que la humanidad ve su porvenir indesligable del medio ambiente, y ella cuida la creación.
Pues bien, al transitar por un cambio de época, y al responder a inéditos desafíos, las personas creyentes replanteamos la Misión. Un aspecto de la misionología es prestar más atención al sentido de fe de la gente comun, al sensus fidelium. De este modo nos preguntamos por el potencial creyente de la población. Las líneas evangelizadoras del pos Aparecida ¿responden a los signos de los tiempos, con realismo y con audacia y con propuestas viables? No se trata de retomar problemáticas del siglo 20, en que se ensayaban neocristiandades, ni ubicarse en la segunda parte de ese siglo con sus avances y retrocesos. Más bien, en estos inicios del siglo 21, con su mayor conciencia del fascinante cambio de época, ¿qué rasgos tiene la misión eclesial atenta a lo que Aparecida llama piedad popular?En las actuales circunstancias, algunos han estado subrayando la alarmante indiferencia y secularización, y hasta la erosión de la tradición católica (DA 13, 38). Al desenvolverse esa actitud alarmista, brotan urgentes campañas de caracter misionero: hay que reevangelizar este mundo para que no pierda la fe en Dios. Otros más bien asumen que el catolicismo va dejando atrás posturas monopólicas y ahora se reconfigura su papel hegemónico. Mallimaci advierte que “no hay crisis del cristianismo sino un redimensionamiento y recomposición del campo cristiano en América Latina”. Opino que en vez de alarmarse ante supuestas amenazas conviene sopesar procesos de transformación, entender el cambiante escenario de creencias y actividades religiosas en nuestro continente, y discernir qué nos humaniza y qué nos deshumaniza.
A lo largo de décadas -en torno a Puebla, a Santo Domingo, y ahora también en Aparecida (DI 1, DA 264)- se ha exaltado la tradición católica como una matriz de identidad mestiza y como alma de los pueblos. Esto serviría como fundamento para llevar a cabo la nueva propuesta misionera. Aparecida tambien ha hablado de fatiga, desilusión, acomodación (DA 326). Ha señalado la erosión del tesoro de la fe (DA 13), y la erosión de la preciosa tradición (DA 38). Lamentó que “se desvanece una única imagen del mundo”, y esta en peligro “el patrimonio cultural latinoamericano y caribeño” (DA 479). Estas actitudes presuponen la existencia de la “cultura cristiana de este continente” (DI 1). Por otra parte se pone acento en el protagonismo del laicado, redes de iniciativas de base, programas de evangelización con espiritualidad, presencias en los areópagos modernos; éstas lineas de fuerza son diferentes a lo dicho sobre tradición católica, y más bien reconstruyen estructuras eclesiales a fin de que sean relevantes a los procesos humanos del hoy y del futuro.
El catastrofismo ante las dinámicas contemporáneas puede obstaculizar la acción lúcida. De acuerdo con la sabia metodología de sopesar la realidad y dejarse interpelar por los signos de los tiempos, cabe mirar la realidad como discipulos misioneros (DA 20), y encarar los diversos desafíos del tiempo axial en que nos encontramos. A mi modo de ver, en el actual escenario latinoamericano, lo católico no se manifiesta como una esencia cultural-espiritual; ni es una plataforma desde la cual llevar a cabo un plan evangelizador. Más bien vale desentrañar procesos humanos y los cristianismos realmente existentes, descubrir señales del Espíritu en nuestra época, y desenvolver los diversos modos de ser católico.
Otros inmensos puntos a trabajar son el neopoliteismo contemporaneo, y por otra parte el potencial en las creencias del pueblo. Con su talante espiritual, la teología consigna que la Iglesia gozosamente acoge el kairos de la presencia de Dios en América Latina. Como comunidades de fe vale seguir anclados en el misterio de Cristo e implementar su evangelio de vida en abundancia. En otras palabras, nuestro escenario socio-espiritual es la humanidad y la creación, que gimen con dolores de parto porque confían en su salvación. Por consiguiente, el mayor desafío parece ser, no un pensar en referencia a una supuesta secularización ni una erosión y crisis de la cultura católica, sino más bien cómo encarar y leer señales del Espíritu de Cristo en la época actual con sus nuevos paradigmas. El mundo ha cambiado. En el polifacético acontecer latinoamericano ¿cómo encaramos procesos de transformación, lo cual incluye varias dimensiones de la religiosidad con su potencial evangelizador?

2) Comprensión de dimensiones religiosas del pueblo.
En Aparecida, el discurso del Papa Benedicto (DI) y el documento final (DA) nos ofrecen un elenco de luces sobre el contexto y el contenido de la religión del pueblo. En cuanto al contexto, se habla de “sintonía en la diversidad de las culturas” (DI 1), de un nuevo período de la historia (DA 10), grandes cambios (DA 20) y “cambio de época” (DA 44). Es constatada la sed de Dios en nuestros pueblos (DA 10); y se propone la misión en dialogo con todos los cristianos y al servicio de la humanidad (DA 13). Por otra parte, los portavoces de la Iglesia enuncian una autocrítica, a fin de que ella no se estanque ni sea tibia ni esté al margen del pobre (DA 326). También son confrontadas realidades sin Dios, y también son encarados ídolos de poder, riqueza, y placer efimero (DA 13). Todo esto constituye un diagnóstico lúcido, tanto del contexto como de desafíos asumidos por la Iglesia. Con respecto a la fe del pueblo se emplean varios conceptos: piedad, religiosidad, espiritualidad, mística (DA 258-265). La principal terminología es la de “piedad popular”. También se habla de religión y fe, cultura y pobre, y de un pueblo que se auto evangeliza (DA 264). Éste párrafo es -a mi parecer- el más sustancial. También resalta como los Obispos en Aparecida reconocen la obra del Espíritu: la “fe que se encarnó en culturas”... “que el Espíritu ha sembrado” (DA 262), y “el primado de la acción del Espíritu” (DA 263) en la religión del pueblo.
Al revisar todo lo dicho (en la V Conferencia, por los pastores de America Latina y el Caribe) la temática mayor es la religión cristiana del pueblo. Aunque se emplean diversos términos (piedad, espiritualidad, religión del pueblo, fe), lo que sobresale es la descripción e interpretación de la vivencia cristiana del pueblo. Veamos primero aspectos teológicos y luego lo fenomenológico.

A) Interpretación espiritual-teológica. En este sentido se habla (DA 258) de alma de los pueblos, de tesoro de la Iglesia Católica en América Latina, de manifestación de sed de Dios, de religión del pueblo como expresión de fe católica, de un catolicismo inculturado. De un modo especial es recalcado el sentido teológico de la peregrinación (DA 259-260): la decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, en las peregrinaciones se puede reconocer al pueblo de Dios en camino, es un caminar juntos hacia el Dios que espera, Cristo se hace peregrino y camina resucitado entre los pobres, la Imagen simboliza la ternura y cercanía de Dios, el peregrino vive la transcendencia de Dios y de la Iglesia. También son apreciados positivamente (DA 261) varios elementos concretos: el crucifijo, el rosario, la vela, una plegaria, la relación con una Imagen. Abundan pues los signos del amor de Dios. En un sentido general se aprecia el “intenso sentido de transcendencia”, una “verdadera experiencia del amor teologal” (DA 263), y la piedad popular como “síntesis entre las culturas y la fe cristiana” (DA 264).
Se esbozan lineas de cristología y de mariología (DA 265): los pueblos se identifican con el Cristo sufriente, y se aferran al inmenso amor que Dios les tiene. Sobresale lo mariológico: el pueblo encuentra el amor de Dios en el rostro de María, y en ella ven reflejado lo esencial del Evangelio, y ella “integra a nuestros pueblos en torno a Jesucristo” (DA 265). A ello se añaden elementos pneumatológicos: “la fe que se encarnó en la cultura… lo que el Espíritu Santo ya ha sembrado” (DA 262), y el “primado de la acción del Espíritu” (DA 263). Tenemos pues un elenco de elogios teológicos que van de lo concreto al significado global de la llamada piedad popular.
B) Un acercamiento fenomenológico. La ya mencionada lectura de carácter espiritual-pastoral-teológica va entremezclada con descripciones breves y fragmentarias; sin profundización. Tampoco son tomados en cuenta los debates y las diversad interpretaciones en las ciencias humanas. Por ejemplo, se dice que el catolicismo popular “contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana” (DA 258). Es cierto que muchos estudios sobre nuestra realidad reconocen los valores católicos; pero no hay consenso ni muchos argumentos para verlo como lo “más” valioso de “la” cultura latinoamericana. Por otra parte, algunos factores (mencionados en el documento de Aparecida) sí tienen mayor presencia en los estudios fenomenológicos; por ejemplo la riqueza de símbolos creyentes (DA 259, 261): fiestas, devociones como el rosario y el via crucis, danzas, peregrinaciones, velas, plegarias, Imágenes de santos.
En cuanto a una postura crítica, ella es muy indirecta y respetuosa. Hay que “purificar” (DA 262) la piedad popular; hay que lograr (DA 262) un contacto más directo con la Biblia, más participación en los sacramentos y en la Eucaristía dominical, y un amor más solidario, y un mayor potencial de santidad y justicia social. Por otra parte -como se anotaba al inicio de este ensayo- hay un cierto alarmismo en el sentido que el tesoro católico se estaría diluyendo (DA 13, 38); y también es anotado críticamente el “ambiente de secularización” (DA 264). En conclusión, la piedad popular es mayormente apreciada a nivel espiritual, pastoral, teológico; y a ello se añade poco discernimiento de caracter fenomenológico (aunque sí abundan las frases sobre procesiones y peregrinaciones). Muchos pueden decir que a la enseñanza eclesial no le corresponde concentrarse en la descripción y discusión fenomenológica de la religión popular; pero sí conviene consignar cuestiones donde hay más consenso y las que merecen mayor estudio. De este modo no se caería en generalizaciones ni en el menosprecio de tanta labor hecha en las ciencias humanas. Además se lograría que las apreciaciones pastorals esten más enraizadas en la realidad (en vez de tener un idealismo, que a la larga no va por buen camino). Ahora bien, a diferencia de Medellín y sobretodo de Puebla, el documento de Aparecida poco examina la religiosidad popular; ésta más bien es incorporada en una estrategia pastoral. En las siguientes secciones se ve primero la propuesta de Aparecida, y luego la temática amplia del cristianismo del pueblo en la Misión.

3) Formidable propuesta misionera.
En el pos Aparecida el acento ha sido puesto en el “encuentro personal y comunitario” con el Señor y en la permanente misión llevada a cabo por el pueblo de Dios. En todo eso ¿qué significa la religión popular, y en especial, qué ofrece la muchedumbre católica? Como ha indicado Aparecida, la piedad del pueblo es una “manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América profunda” (DA 264). La propuesta de fondo es el encuentro con el Señor y ello tiene sus “lugares” (DA 243-257). Los principales lugares de ese encuentro son: la fe, la Sagrada Escritura, la Liturgia y en especial la Eucaristía, la oración personal y comunitaria, los acontecimientos humanos y la búsqueda de la justicia, los pobres y enfermos, la piedad (DA 246-265). Es significativo que pocos parrafos van dedicados a a cada uno de esos lugares (en total 12 parrafos: 246-257), y que un mayor espacio (8 párrafos: 258-265) va dedicado a la piedad popular. Esto último es visto como privilegiado lugar de experiencia con el Señor. ¿Por qué? Porque la piedad popular es entendida como “espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro personal con el Señor” (DA 263) integra lo corporeo, lo simbólico, las necesidades concretas. Es además un modo de “sentirse parte de la Iglesia y una forma de ser misionero” (DA 264). Ella es vista como “punto de partida” para que madure la fe (DA 262).
No sólo eso. También cabe iluminar el terreno de la piedad popular. Hay que “evangelizarla o purificarla”, y “aprovechar más el rico potencial de santidad y de justicia social que encierra la mística popular” (DA 262). Se trata pues a la vez de un “punto de partida” y de un terreno de misión. Al examinar los textos de Aparecida vemos que el acento no es puesto en purificar y modificar la religión del pueblo, sino más se la ve como potencial misionero. A las diversas manifestaciones de piedad se las considera “gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a si mismo y cumple la vocación misionera de la Iglesia (DA 264). Por lo tanto a la población es entendida no sólo con posibilidades sino principalmente se la trata como gestora de la Misión. Aquí no se trata de meros buenos deseos. Más bien tiende a reconcerse el pueblo creyente como factor protagónico en la acción eclesial. ¡Eso no es un detalle! Vale pues sopesar esa inmensa propuesta. A eso van dedicado los párrafos siguientes. Pero antes de dar ese paso vale consignar un decreciente interés en la piedad popular. El texto de Aparecida le atribuye un rol grandioso; sin embargo, un rol menor le es concedido por la implementación a nivel continental y nacional. Por ejemplo, luego de recibir aportes de las conferencias episcopales, el CELAM presenta la Misión Continental (25/3/2008): naturaleza, finalidad, medios, pedagogía, recursos, criterios, lugares, objetivos; y de modo muy breve anota la “revalorización de la piedad popular” que es “…forma de ser misioneros” (sección 5.2).
En cuanto a las Orientaciones del Episcopado chileno para el 2008-2012 son escasas las líneas sobre la religión del pueblo: “…espacio muy valioso de encuentro con Jesucristo. Su potencial misionero es inestimable… el catolicismo popular es una manera legítima de vivir la fe… la piedad popular es punto de partida fundamental para procurar que la fe y la espiritualidad del pueblo cristiano vaya madurando hacia la plenitud del seguimiento de Cristo” (parrafo 56.5). Esto ocupa un lugar modesto dentro del conjunto de Orientaciones. Vale decir, al pueblo misionero le elogian su espiritualidad y religiosidad y le atribuyen una grandiosa tarea misionera, pero ello tiende a disminuír en la implementación. Ojalá tal tendencia no se acentúe. En términos positivos, cabe retomar la potencialidad del cristianismo del pueblo. Existe una amplia terminología (anotada al inicio de este ensayo); el concepto de piedad suele entenderse de modo subjetivo e intra-espiritual; el término religiosidad recalca vivencias sagradas y tiende a segregarlas de los principios de la fe; el concepto de espiritualidad tiene rasgos personales y a veces no bíblicos. Cada lenguaje tiene sus aciertos y limitaciones.
Este ensayo prefiere “cristianismo del pueblo” y recalca sujetos y símbolos cristianos de la gente común. Otras cuestiones en el debate intelectual son el contexto civilizacional y los cambios que hoy enmarcan la condición creyente. Desde un lúcido ángulo filosófico, Henrique De Lima Vaz advertía que la civilización occidental tiene un mecanismo simbólico y racional por el cual todo es transformado en objeto; desde un punto de vista socio-cultural, Carlos Brandao anota el tránsito de una hegemonía religiosa (en particular, la católica) al actual campo religioso dirigido por la lógica del mercado de bienes simbólicos; en un sentido teológico, Orlando Espín reclama que la fe del pueblo sea apreciada no sólo de modo pastoral sino sobretodo de manera doctrinal, ya que la iglesia es Pueblo de Dios. Las reflexiones de Lima Vaz, Brandao y Espín indican tres preocupaciones en nuestro caminar. El primer hito se refiere al cambio del paradigma anotado por el filósofo brasilero. Es necesario superar el esquema civilizacional que cosifica la realidad a fin de poner acento en una red de interacciones. Esto conlleva que la población no sea objeto de misión sino protagonista en la interacción con los demás. El segundo hito retoma lo señalado por Carlos Brandao. Si lo católico pierde hegemonía y se afianza más bien un mercado de compra y venta de bienes y servicios, la estrategia misionera tiene que abarcar desafíos económicos, culturales, espirituales. No cabe pues un mero cultivo de la piedad individual. El tercer hito (incentivado por Orlando Espín) es propiamente eclesial-doctrinal: la fe de todo el pueblo deDios esta en sintonía con el amor de Dios.

4) Misión desde el cristianismo del pueblo.
Ahora bien ¿desde qué vivencias simbólicas del pueblo puede proyectarse una permanente misión católica en América Latina? Éste interrogante motiva esta cuarta sección. Ya se han examinado conceptos y marcos teóricos; ahora pongo acento en convicciones y potencialidades con respecto al cristianismo del pueblo. Las creencias y estructuras cristianas de la población latinoamericana ¿qué impulsos -y también qué problemáticas- ofrecen a la Misión? Seis cuestiones merecen aquí una mención especial.

A) Contextos. La acción eclesial es llevada a cabo en contextos de empobrecimiento y a veces de progreso y bienestar; en contextos solidarios aunque también amenazados por la privatización. Martín Hopenhayn anota el empobrecimiento y desintegración en nuestro continente (que suscita actitudes rebeldes y utópicas), y mayores grados de conectividad y expectativa. Estos factores motivan una mirada crítica hacia el cristianismo del pueblo que tiene ciertamente rasgos solidarios pero que también sufre desintegración y alienación.
En otras palabras, hay que contextualizar propuestas con respecto el dinamiso cristiano del pueblo en gran parte interactivo pero también a menudo egoísta. El ser humano en América Latina siente tensos contrastes entre la acción solidaria y la concentración en uno mismo. Varios estudios recientes muestran la fuerza de creencias compartidas, y a la vez una creciente individuación. En las metrópolis del Brazil, un 73% dice creer en Jesucristo (vale decir, hay un acento relacional); sin embargo también se da una “reinvención del sincretismo brasilero que ahora se centra más en el individuo”. Un estudio nacional en Argentina consigna una altísima creencia en Dios (91% de la población), y entre quienes se declaran católicos un 53% tienen prácticas preponderantemente privadas. Ciertamente esto marca el desenvolvimiento de cualquier plan evangelizador. Vale decir, quienes estan siendo convocados al discipulado misionero son personas y estratos socio-culturales que combinan la bella y eficaz solidaridad con la creciente individuación. El discipulado de carácter comunitario (en sintonía con milenarias estructuras de reciprocidad existentes en estas tierras) confronta la tendencia privatista en la fe contemporanea. En este sentido el discipulado misionero exige radicales cambios existenciales. Del individualismo sacralizado por el mercado moderno hay que dar pasos hacia la interacción humana. De la salvación entendida en términos del individuo creyente (cuya actividad religiosa es entendida como señal de salvación) hay que pasar a comprender signos de salvación de la humanidad amada por Dios. A fin de cuentas, la Misión impugna la idolatría con su configuración moderna, y ella da testimonio de la Verdad.
B) Sujetos. A cargo de la evangelización ¿estará la población creyente y pobre -hasta ahora discriminada-? De acuerdo al lenguaje eclesial, el laicado y los diversos ministerios supeditados a la Jerarquía ¿serán quienes realizarán la Misión?
Como en cualquier institución social también en lo religioso se suele dar preferencia a grupos especializados. Los movimientos de espiritualidad, los sectores ilustrados, las élites misioneras, lamentablemente suelen tener objetivos y credibilidad limitada. De hecho, la vocación de caracter más universal está en las frágiles manos del pueblo de Dios. Por ejemplo: su comportamiento ante la enfermedad del prójimo, y los eficaces ritos de sanación. Nuestro continente esta conformado mayormente por gente vulnerable y sencilla, inteligente y solidaria. ¿Llegará ser gestora de la Misión? Para que así sea, el laicado de sectores medios y pobres tiene que ser auto-capacitado en estrategias de acción. Para ello cuenta con su sólida fe en Dios y su responsabilidad solidaria. Cada vez hay mayor aceptación del protagonismo de la gente común. “Los pobres -por gratuita disposición del Señor- son destinatarios preferenciales del anuncio del Evangelio y lugar privilegiado para conocer al Dios de Jesús… y sujeto activo en la Iglesia (también en el orden de la inteligencia de la fe y de su anuncio inteligente)” como anota Juan Carlos Scannone, quién recalca categorías-símbolos: pueblo, y teología popular. La colaboraración de diversos sectores eclesiales es necesaria para que el pobre sea gestor de misión y de reflexión. Esto implica reformar estructuras elitistas y no desconfiar del cristianismo popular.
C) Cultura/religión. La respuesta a dos desafíos complementarios, la in-culturación y la in-religionación, hacen posible una acción más honda y universal. El encuentro personal y comunitario con el Señor y el discipulado-misionero conllevan, entre otras cosas, que en cada situación la población pueda inculturar e inreligionar la fe en Dios. De este modo es superado el actual neocolonialismo misionero. Además hay que tomar en serio el terreno simbólico, con sus ambivalencias y potencialidades. El dialogo interreligioso tiene “la humildad de Cristo y la transparencia del Espíritu Santo”.
Al inculturar e inreligionar el Evangelio, nuestra pauta es la práctica de Jesús. Su comportamiento ha sido simbiótico: ha conjugado elementos culturales/religiosos que favorecen la vida (al sanar enfermedades, expulsar la maldad, hablar con parábolas, etc.). El Maestro no se dedicó a explicar la Ley (como los escribas); más bien acompañó y enseñó al maltratado pueblo, y eso lo hacía conjugando diversos elementos culturales y religiosos que estuban a favor de la vida. Esto tendría que caracterizar la actual propuesta de encuentro con el Señor de la Vida: un discipulado-misionero con calidad simbiótica. Nos envuelven diversas problemáticas. En ambientes urbanos pluriculturales y sumamente complejos, la Misión tiene que inculturarse en procesos que entrecruzan universos simbólicos. La fe no es vivida sólo “dentro de una cultura”; tampoco hay que elogiar la religión popular aparte de su contexto. Lo que hoy predominan son diversos areópagos modernos y posmodernos, con sus rasgos sincréticos y rasgos simbióticos. Pues bien, la estrategia misionera ¿será alimentada por el cristianismo del pueblo lleno de formas sincréticas y formas simbióticas? Estos grandes problemas llevan a muchos a preferir esquemas monoculturales, y la labor con pequeños grupos y con nuevos movimientos apostólicos. (Parece que esto motiva la difusión de la Lectio Divina, y las Jornadas de Capacitación que cubren necesidades de minorías).
D) Eclesialidad. En muchos lugares del continente uno constata intensa iniciativa espiritual y religiosa por la gente común, por un lado, y una fragmentaria y esporádica participación en estructuras y actividades de la iglesia católica (aproximadamente un 15% son practicantes regulares). Muchas personas no reciben ni recibirán la convocatoria a ser discipulas-misioneras. Algunos dejarán atrás costumbres semi autónomas del sistema eclesiástico, e integrarán grupos y programas en parroquias y otras instituciones. Pero también hay señales en otras direcciones. La población continuará cultivando formas autogestionadas de religión popular; y esporádicamente puede formar parte de estructuras eclesiales. Cabría pues respaldar la religiosidad católica, y asimismo favorecer las dinámicas de movimientos y comunidades. Existen hoy y pueden fortalecerse varios modos de ser Pueblo de Dios y comunidad eclesial: de carácter devocional-popular, bíblico, carismático, círculos y movimientos de espiritualidad, fe y acción social, asociaciones interculturales, etc. Al respecto hay que contribuír al unitario y polifacético crecimiento de la Iglesia Católica. También se fortalece la experiencia pentecostal y la no afiliación a religiones. Un 20% de la población en América Latina es evangélica -en comparación con un 73% de católicos-. En el caso de Rio de Janeiro hay un 60% de católicos y un 13.3% de areligiosos. En estas circunstancias la misión puede realizarse de modo católico y también interactuando de forma ecuménica y con sectores humanistas y con personas sin religión. En este sentido, en vez de quedarse tranquilo “en nuestros templos” hay que “acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia y… en la construcción de su Reino en nuestro Continente”. Al confrontar estructuras del mal, dada la opción por el amor, la población católica puede unirse a humanistas y personas sin religión; lo propiamente católico se sumaría a lo pentecostal y a quienes tienen otras formas de fe. Hoy rebrotan amplias imagenes de ser Iglesia, a partir del Evangelio y de la patrística. Vuelve a ser apreciado el ser pueblo, cuerpo de Cristo, templo del Espíritu y esposa de Cristo, comunidad en la fracción del pan, la communio sanctorum y la iglesia peregrina en la historia, el pueblo que festeja la vida. Así se afianza la fidelidad, para ser -no de palabra sino en los hechos- Iglesia sacramento de la salvación del mundo.
E) Factores éticos. La propuesta misionera es más honda y universal cuando reorienta lo intracristiano hacia grandes preocupaciones humanas de hoy. Los imperativos evangélicos son relevantes por ejemplo a la corrupción en instituciones privadas y públicas, al malestar con el mercado consumista, a la drogadicción y al armamentismo, al cuidado de la creación y a la reconstrucción de la economía mundial. En este sentido, la práctica del discipulado impugna idolatrías de hoy. Es decir la misión no esta encapsulada en lo intrareligioso sino que invita a la conversión al único Señor de la Vida que conlleva el servicio a causas humanas. La ética de las bienaventuranzas y malaventuranzas tiene una gran veta anti-idolátrica y -en positivo- reconstruye y acaricia la Vida. Con respecto al cristianismo de gente sencilla, en sus ritos con Imágenes y en su reciprocidad festiva hay señales simbólicas de confrontar los ídolos de hoy (en particular, es confrontada la primacía de lo individual y el mercado totalitario). La misión eclesial tambien retoma y afianza tanta actividad popular en torno a la enfermedad y la sanación, y al desenvolvimiento de lo comunitario. Aquí cabe una perspectiva histórica. Como ha subrayado José Comblin, “toda la actividad de la Iglesia estaba orientada para la salvación individual de las almas … (hoy) en medio del individualismo triunfante que constituye el poder del Occidente…” tiene prioridad el ser pueblo y la vida comunitaria. En este sentido aporta la cotidiana solidaridad, como lo explica Carlos Brandao desde la antropología y Tony Mifsud desde la ética teológica. La moral del pueblo tiende a ser universal y relacional; Brandao la define como el “vivir bien” en la familia, el trabajo, la fe. Esto da significado ético a la Misión.
F) Fuerzas simbólicas. Al revisar modos como sectores populares entienden su cristianismo, sobresale su simbolismo sacramental con calidad espiritual y solidaria. También existen las ambivalencias y vacíos de cualquier expresión humana. El lenguaje antropológico explica la creatividad simbólica, y el lenguaje teológico desentraña las prácticas sacramentales. Se desentrañan señales del amor a Dios y al prójimo, vividas en realidades cotidianas con su valor simbólico. Esto es a la vez un hecho y un potencial. Como lo anota Victor Codina, recapitulador de nuestra sapiencial realidad: “América Latina ofrece una revaloración del símbolo, de lo sacramental y de la fiesta, como momento fuerte de su experiencia cultural y religiosa… América Latina puede presentar una simbología nueva, donde la fiesta se une a la liberación, el rito a la praxis, el símbolo a la vida”. Todo esto ¿esta repercutiendo en la nueva agenda misionera? Al respecto, los roles de liderazgo tienen que sobrepasar el parámetro vertical y racionalista, y hoy cabe una comunicación principalmente simbólica. También la población (acostumbrada a simplismos conceptuales y a normas unidimensionales) tiene que acentuar su lenguaje imaginario y ritual. Los gestos festivos y comunitarios caracterizan los hitos sacramentales desde el nacer hasta la muerte pascual. Los agentes de pastoral y la comunidad interactuan al celebrar la vida. Con señales sensibles hay un hondo y humanizador acercamiento al Misterio de Dios. En todo el proceso de misión pos Aparecida esta siendo recalcado el encuentro personal con el Señor. Éste ¿será intimista al modo de las élites? o bien ¿será principalmente simbólico-festivo al modo de la población creyente? El proceso de misión permanente (a que convoca Aparecida) tendrá una disciplinada planificación, una reconfiguración de estructuras pastorales para que éstas sean misioneras. ¿Tendrá también -y sobretodo- un dinamismo simbólico? Esto último es un discreto y certero indicador de crecimiento espiritual. Así ocurre, por ejemplo, en liturgias en la catequesis familiar, en retiros espirituales en medio de la acción solidaria. Además de ser vivencias simbólicas del encuentro con el Señor de la Vida, también demuestran que América Latina sigue siendo partera de nuevas simbologías.

Voy terminando. Al recordar las grandes fases de la misión cristiana en América Latina -cristiandad, formas modernas, nueva evangelización- se constata que ellas perduran y coexisten hasta el dia de hoy. La propuesta de Aparecida tiene un sello de continuidad con nuestro itinerario histórico, pero plantea un nuevo paradigma espiritual y eclesial. Las acciones se han desenvuelto entre un polo de cristianización desde el poder y un polo de cristianismos modernos. A lo largo de los siglos la misión ha respondido a necesidades humanas-espirituales de la población que ha generado varios modos de existencia cristiana (la llamada religiosidad popular, una gama de formas mestizas, formas ilustradas). Durante el largo período colonial (con sus amos y sirvientes) el acento fue puesto en salvar almas; en los siglos 19 y 20 (con sus elites y su diferenciación social) el tradicional adoctrinamiento ha evolucionado hacia formas participativas. En el globalizado siglo 21, el pos Aparecida pone acento en el encuentro personal y comunitario con el Señor. Esto lamentablemente puede traducirse en la individuación en diversas agrupaciones cristianas.Ahora bien, los cristianismos del pueblo pueden conjugarse con el proceso de misión permanente. De este modo se van discerniendo contextos, se va empoderando el laicado, la misión es llevada a cabo de modo in-culturada e in-religionada de acuerdo con la práctica de Jesús, es fortalecida la eclesialidad en el sentido de ser cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, se impugnan las idolatrías de hoy y se contribuye a causas de plena humanización. Muchas personas deseamos que el discipulado misionero (que conlleva liderazgos, estructuras, planificación) sea una praxis espiritual al servicio de la humanidad. La convocatoria misionera ¿será llevada a cabo desde la energía interior en la población latinoamericana? Sus interlocutores y protagonistas ¿serán quienes cotidianmente son agobiados por el omnipotente dinero y el rutinario individualismo, y quienes solidariamente cuidan la vida? En este contexto hay que ir “en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la útlima palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido salvados y liberados por la victoria pascual del Señor de la historia” (DA 548). Encarando el deslumbrante materialismo y la asfixiante individuación, la Misión podría potenciar la espiritualidad y solidaridad desde adentro del cristianismo del pueblo.
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