viernes, 17 de diciembre de 2010

DE LA RECIENTE PUBLICACIÓN DEL CÍRCULO LITERARIO VICENTINO

TH
Los miembros del Círculo Literario Vicentino se constituyen en aquello mismo que el texto bíblico dice de Juan, el Bautista: voz de uno que grita en el desierto, porque yermo es la condición que mejor describe hoy el escenario de la literatura vicentina. Lo que un tiempo fue jardín perfumado de pensamiento, con celadores del talante de Sarbelio Navarrete, hoy es un predio baldío, como los que desencantan actualmente la ciudad de San Vicente.
El esfuerzo de los que escriben en Horizontes de Luz II expresa el anhelo de retorno a ese espacio vital y mágico que procura la metáfora, la plasmación de personas y situaciones en la constelación del verso y la palabra.
Seguramente un mayor empeño en la labor tipográfica y ortográfica haría más placentera esta lectura.
Los mejores éxitos a los que en esta edición escriben.
El valle de Jiboa es un Edén,
que DIOS ha dibujado con amor,
los cerros y las lomas en vaivén,
soldados que nos cuidan con valor.
(Blanca Lilian Rodríguez, Mi recordada torre vicentina)
AL FINAL
Manantiales de gloria se ven muy lejanos,
sensaciones voraces invaden las ganas,
matices de colores, imitando el arcoíris,
ilusiones del mañana son palabras vanas.
Sensaciones febriles turban la existencia,
escalofriante y funesto parece el vivir.
El llorar es consecuencia de ilusiones truncadas,
y al final, solo queda morir.
(Marta Julia Flores)
Es del color eterno del amplio azul del cielo,
es gota congelada, de cristal de rocío,
policromo paisaje pintado en el vacío;
nos regala esperanzas, nos brinda fiel consuelo.
(Adolfo González Hernández, El color del alma)

EL CÍRCULO LITERARIO VICENTINO

En la foto algunos miembros del Círculo Literario Vicentino. Ellos se plantean entre sus objetivos:
  1. Fomentar el interés por la cultura;
  2. Inculcar en centros escolares el interés por escribir composiciones literarias;
  3. La incorporación de más personas al cultivo de la literatura;
  4. Presentar recitales poéticos y realizar caravanas literarias;
  5. Intercambiar experiencias con otros literatos.
Es de alabar el esfuerzo de estas personas y animarles a seguir tejiendo con paciencia la cultura como remedio saludable ante el ímpetu de la violencia.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LOS DESMANES DEL NÓBEL


Por: Guillermo Rodríguez Rivera.





Los tiempos cambian y a veces no es para progresar.




Hay quien dice que Suecia, la única socialdemocracia que lo era de veras, -cuando todas las demás que usaban el nombre se escoraban a la derecha- es ya un encubierto miembro de la OTAN.


Han pasado los tiempos en que el partido de Olof Palme gobernaba conjuntamente con los comunistas y en el que Suecia era el único gobierno del occidente europeo que se permitía acoger a los jóvenes norteamericanos que quemaban su tarjeta de reclutamiento para no ser enviados a matar (o a morir) en las selvas de Vietnam, en la primera guerra que perdieron los Estados Unidos, porque nunca tuvieron ni siquiera una consigna con la que justificarla ante su pueblo.


Las cosas se han puesto peor desde que desapareció la Unión Soviética, ciertamente más hija de su padrastro Stalin que de su padre Lenin, pero que era una izquierda beligerante que permitía la existencia de otras, porque había izquierdas. Los Estados Unidos ahora muestran abiertamente que se sienten capaces de hacer lo que quieran, sin que nada ni nadie interfiera.


En Europa se está acabando todo: la izquierda ya no tiene casi partidarios (ni partidos) y como desapareció esa amenaza a la vieja burguesía y el fantasma de recorrido se ha mudado a otros sitios, va desapareciendo también la “sociedad de bienestar”, que era la vitrina para evitar que los desvariantes cayeran en manos de algún hijo de Marx.


Los nuevos paquetes que la UE acuerda con los administradores yanquis del FMI se aplican a los más pobres dentro de los privilegiados países de Europa: a griegos e irlandeses, al menos por ahora. Pero aunque sea por partes, el paquetazo neoliberal se va extendiendo: empiezan a retrasar la edad de la jubilación, a bajar las cuantías de las pensiones, a liquidar la seguridad social, a aumentar el desempleo.


Porque eso que empieza a perderse, aunque los europeos no lo sepan, era también una consecuencia de la existencia del comunismo que ellos se permitían el lujo de mirar de arriba abajo, sin sospechar el bien que les hacía.


Ahora Suecia le da asilo a los disidentes cubanos y su fiscalía acuerda con la Interpol la persecución, con alerta roja –como si fuera Martin Bormann o Jack The Ripper– del australiano Julian Assange, por formicar con dos suecas amigas, dicen ellas que sin condón. Ahora no hay reclutamiento obligatorio y “patriótico” en las fuerzas armadas estadounidenses. Los hijos de los millonarios ya no tienen que ir –o hacer como que van– a cumplir ese deber. Algunos cumplían y otros no: John F. Kennedy fue un valiente teniente en la Segunda Guerra Mundial; George W. Bush se pasó la de Vietnam entre los soldados de su padre en el estado de Texas, bebiendo whisky y dejando correr los años de peligro para luego encaramarse en la silla presidencial y mandar a los jóvenes a la guerra, cuando el supo esconderse muy bien de la suya. Ahora los soldados son los pobres, que arriesgan la posibilidad de morir no por patriotismo, sino por el salario que les pagan.


Acabo de leer –lo tengo ante mí– el discurso con el que Mario Vargas Llosa aceptó el Nóbel de literatura que le fuera conferido por la obra de toda su vida.


Quisiera empezar diciendo que soy un declarado admirador del escritor Mario Vargas Llosa: lo sigo desde su temprana La ciudad y los perros y de aquella excelente noveleta titulada Los cachorros, que Casa de las Américas editó en los años sesenta. He accedido, como he podido, a sus novelas a pesar de que en Cuba no se editan.


Soy un decidido opositor de la idea de que los escritores que se han convertido en enemigos de la Revolución Cubana, no deben ser editados en nuestro país. Algunas personas entienden que esa exclusión es un castigo a nuestros enemigos ideológicos. Yo no lo veo así: creo que se castiga a los lectores cubanos cuando dejan de leer páginas excelentes: la medida, para nada afectará al escritor en cuestión. Tampoco sé si Vargas Llosa, como han hecho García Márquez o Julio Cortázar, amigos de la Revolución Cubana, cedería los derechos de sus novelas para ser editadas en Cuba, pero creo que el gran público lector que tenemos disfrutaría obras como La fiesta del chivo, apasionante crónica de la conspiración que puso fin a la vida del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo.


Leer el discurso de aceptación del novelista lo obliga a uno, forzosamente, a tener que contrastarlo, compararlo con su obra, y nos da idea de la distancia que media entre el brillante narrador -capaz de hacernos ver el sentido y las trágicas, dramáticas o cómicas dimensiones de la realidad latinoamericana- y el acomodado pequeño burgués de Arequipa (elevado a burgués por su talento, su vanidad y sus temores) que abjuró no ya de la Revolución Cubana, sino de cualquier modalidad de marxismo o socialismo, para ser el escritor “admitido” al que celebra el mundo burgués de este tiempo, porque esa propia abjuración es el gran requisito para su admisión, mucho más que la excelencia de su prosa.


El marxista que fuera en su juventud nunca pretendió buscar otra lectura de Marx que se apartara del verticalismo soviético asumido por la Revolución Cubana: su desencanto lo llevó directamente a engrosar la momificada colección de demócratas liberales que han sido y que han sumido a la América Latina en esa subordinación a los intereses norteamericanos que pobló nuestros países de las dictaduras que el novelista dice despreciar, pero que eran la salida a la que los buenos demócratas liberales y sus jefes norteamericanos echaban mano cuando los pueblos se les ponían indóciles. Don Mario dice repudiar esas tiranías –gestada la de Pinochet por el demócrata liberal Kissinger– aunque reverencia a sus propulsores.


Don Mario, en fin, no fue el revisionista que busca otra verdad en la revolución, sino el arrepentido que abandonó la plaza de la tía Julia para irse al salón de la prima Patricia; el claudicante que, aunque persistan la explotación y las injusticias sociales que vio en su juventud, regresa al conformista redil de los demócratas liberales: no hay nada que hacer sino mantener la alternancia de gobiernos que protegen los privilegios de los de arriba, que son el verdadero poder.


De dientes para afuera se indigna porque América Latina ha incumplido con la emancipación de sus indígenas pero, como una Malinche andina, considera una “seudodemocracia payasa” el gobierno de Evo Morales en Bolivia, uno de los pocos regímenes democráticos del país donde mayor número de golpes militares han ocurrido en el mundo, en el que existe una feroz oligarquía que no ha podido socavar el abierto apoyo popular a Evo. Que yo sepa, el presidente boliviano nunca se ha propuesto escribir una novela como La casa verde. Acaso intentar ese propósito que no conseguiría, sería una bufonada del dirigente sindical cocalero, pero esa bufonada es hipotética. La payasada de Mario Vargas Llosa sí tuvo lugar, cuando aspiró a la presidencia de Perú y fue vapuleado nada menos que por Alberto Fujimori. Acaso de esa desastrosa aventura presidencial provenga la herida no cicatrizada del novelista, y también la envidia que el político Evo Morales le provoca.


Don Mario irá a codearse en la historia política peruana –no rebasa ese localismo– con Prado Ugarteche, Belaúnde Terry, Alejandro Toledo y el diz que aprista Alan García. En su discurso sueco, menciona al nunca desmentido marxista que fue César Vallejo, quien seguramente se revolvería en su tumba de Montparnasse si lo escuchara. Sólo le faltaría invocar a José Carlos Mariátegui para que la comedia fuera perfecta.


Haydee Santamaría lo liberó de la farsa de mencionar al Che, y el ego de Don Mario nunca pudo perdonárselo. Ahí está el verdadero punto de quiebre del hispanoperuano: hasta ahí llegaron sus ínfulas de revolucionario. A ver quién logra liberarlo de citar al autor de España, aparta de mí este cáliz.Recordaremos siempre al excelente narrador que es Mario Vargas Llosa. Se nos irá al basurero el adocenado político que se ha empeñado en ser. Quizás ahí le hubiera sido útil el consejo de su prima-esposa, que él mismo entiende como el mayor elogio que ha recibido: “Mario, para lo único, para lo que tú sirves es para escribir”.

lunes, 13 de diciembre de 2010

POLIS, ETHOS CULTURAL Y RELIGACIÓN











TH

Muy pocos fenómenos de la existencia logran hacer confluir las categorías de religión, política y cultura. Uno de ellos es la aparición de la Virgen María en la expresión guadalupana. Un evento que satisface la concepción cultural, la concepción política y la concepción religiosa.

Se suele ironizar diciendo que los laicos-ateos mexicanos suelen afirmar: "Dios no existe, pero ciertamente, la Virgen de Guadalupe es su mamá". Para decir que uno se puede permitir dudar de la categoría religiosa, pero no logra negar la fuerza cultural que ella tiene.

Evidentemente, para alguien que profese la fe cristiana, pesa más el otro elemento, la firmación de la exitencia de Dios a partir de la teofanía presente en el fenómeno religioso de la aparición mariana.

I. Hablemos primero del espacio político. Evítese de inmediato vincular en este post la política a los partidos políticos, aunque estos últimos tengan algo que ver con ella.

La primera constatación para una persona que participa como expectador en una celebración guadalupana es que se trata de un fenómeno eminentemente popular. Es decir, aunque en los orígenes del acontecimiento esté la teología cristiana como elemento complejo, lejano de los naturales procesos populares y culturales, en el devenir histórico el pueblo se apropia del fenómeno por motivos que sólo la relación entre lo cultural, lo religioso y político pueden explicar.

Que la Virgen se le aparezca a un indio, y que el rostro de ella sea moreno determina nuestro argumento. De momento significa que toda expresión de la revelación divina pasa necesariamente por una cultura, por un contexto político, y por los problemas sociales que afrontan las poblaciones de frente al domino colonizador. En este punto carece de sentido discutir si la existencia de Juan Diego es fruto de un relato mitológico o si es un dato histórico. Por más maniobras que hagan los sutiles intelectuales, cuando la tradición entra en el pueblo, su fuerza es inapelable.

La concepción de la polis, de la civitas y de la urbe han sido impuestas a los indígenas americanos. Por tanto, que la Virgen quiera aparecerse a Juan Diego significa afirmar la cultura de los destinatarios de la aparición. Nuestro argumento no llega hasta el punto de afirmar también la bondad moral del que recibe el mensaje mariano, eso es materia para predicadores.

Los argumentos de Bartolomé de las Casas en sus crónicas del descubrimiento se detienen en los puntos siguientes: a) Los indígenas no usan vestidos sobre sus cuerpos, viven en un estado natural; b) son mansos y no dados a la violencia -exceptuando algunos casos particulares-; c) que es voluntad de Dios el que se descubrieran las tierras americanas; d) que la mansedumbre de estas gentes es terreno fertil para convertirlas a la fe cristiana; e) que el método a utilizar para evangelizarlos debe ser pacífico y apegado al derecho natural, divino y de las gentes; f) que los indígenas creían que los españoles procedían del cielo; g) que los colonizadores destruyeron las Indias o tierras americanas con el afán de recolectar la mayor cantidad de oro posible.

Según Las Casas, la posibilidad de "civilizar" a los indígenas pasa necesariamente por el proceso de evangelización. Tal proceso supone la sujeción de la cultura y forma de organización de los indígenas a la visión cristiana que de esas categorías tiene el colonizador. Por tanto, lo primero que surge no es la organización política, sino las formas de organización urbana en el modo que las entienden los colonizadores del siglo XVI. La adiministración de la res publica, como posibilitación de las formas complejas de organización es un fenómeno tardío, que surge en el contexto de la crisis provocada por la destrucción de las culturas originarias, la conservación de aquello que se pueda conservar de ellas y las nuevas formas de organización política surgidas a partir de la independencia.

Cuando llega la independencia, los factores religión-política-cultura han caído en un sincretismo tal, del que dificilmente se podrá escapar en los siglos sucesivos. Hasta la actualidad se puede constatar religiones que piden favores al sistema político, políticos que necesitan el favor de las religiones para vencer elecciones. Además, se da un distanciamiento y una confusión respecto de los valores culturales originarios. Se necesita un esfuerzo redoblado para ser fieles a la propia cultura.

En ese sentido, lo político se constituye en el ámbito en que se da la expresión religiosa y cultural. Entre la cultura originaria y las formas culturales actuales median muchos siglos de transformaciones históricas, muchas formas de falseamiento de los valores colturales y todo vehiculado por las tradiciones religiosas, que siempre -exceptuando las supuestas culturas laicas- han pretendedido tener la última palabra en este debate.


II. En cambio el ethos cultural es más complicado. En este caso de la aparición de la Virgen puede significar: primero, y en sentido negativo, una forma más de dominación religiosa sobre el pueblo. Segundo, y en sentido positivo, una forma de acercamiento cultural de la revelación cristiana a la cultura objeto de dominación. En el primer caso los agentes más interesados son las élites religiosas, políticas y económicas, ocupadas en el aumento del dominio ejercido sobre el pueblo. En el segundo caso, el principal interesado es el pueblo, que percibe una evidente cercanía de Dios a su cultura.
En el caso más grave, y dada la esencialidad de la cultura para posibilitar el proceso evangelizador, cuando se daña la cultura -como de hecho sucedió en los pueblos americanos- se daña gravemente el mismo proceso evangelizador. Entonces, toda posibilidad de éxito en los procesos contemporáneos de evangelización pasa necesariamente por el respeto de las culturas originarias y por el respeto de las expresiones culturales actuales.
La mutua implicación entre cultura y religión es puesta en peligro por los fenómenos migratorios y de urbanización, en donde las identidades culturales son debilitadas o destruidas. En esa línea, la preservación de las tradiciones del tipo de la aparición de la guadalupana, puede bien ayudar a mantener los principios orginarios de la cultura y de la religión, siempre y cuando se mantenga el equilibrio entre la expresión popular del fenómeno y el análisis crítico del mismo.
III. En fin, el factor religioso. Si la colonización es vista dentro de los designios salvíficos de Dios, entonces eso obliga a pasar de la negación de la capacidad de los indígenas para adorar a Dios, apelando a su estado salvaje, a la capacidad que ellos puedan tener de recibir desde su libertad el don de la gracia divina. Como dirían los medievales ¿tienen los indígenas una potentia oboedientialis? La cuestión interesa en modo consciente al colonizador, de donde parte el afán evangelizador. Al indígena no podía interesarle, pues desconocía los presupuesto doctrinales de la cuestión. Por tanto, era necesario pasar a un proceso forzado de catequesis para suscitar en ellos el interés por la fe cristiana. En ese proceso catequético se jugó la potencia colonizadora la gloria y la miseria de la evangelización en tierras americanas. La indagación en esas fuentes metodológicas tiene la clave para entender mejor la fenomenología religiosa-cristiana del presente momento histórico.
Si los medios de evangelización estaban en manos de los religiosos y clérigos que acompañan el proceso colonizador, entonces, para poder tener algún grado de incidencia en la cuestión religiosa había que formar parte de la jerarquía, y así se plantea la pregunta: ¿a partir de qué siglo los indígenas comenzaron a ser ordenados sacerdotes e inician a formar parte de la jerarquía de la Iglesia? Es pertinente también la otra cuestión: ¿en qué momento los fieles laicos -indígenas- inician a tener protagonismo en la acción evangelizadora de la Iglesia?
La correlación entre política, religión y cultura son indispensables para situar la propia existencia, individual y colectiva.
En la ciudad desde la que se escriben estas letras (San Vicente, El Salvador) se celebra actualmente el 375 aniversario de la llegada de los españoles al actual asentamiento urbano y la respectiva fundación de la ciudad. El acto lo realizan autoridades políticas y edilicias en una eclatante confusión de fechas y lugares, bajo un árbol de tempisque, donde se supone acamparon la primeras familias que fundaron la ciudad. Con ello se pasa totalmente por alto, los asentamientos indígenas que dieron origen a tal ciudad, que sin duda era la plaza de comercio impuesta por el colonizador, ubicada exactamente en un punto equidistante entre los tres asentamientos indígenas de los que se tiene prueba histórica: tecoluca-tehuacán, apastepeque e ixtepeque-tepetitán.




viernes, 10 de diciembre de 2010

DE CÓMO EL CONQUISTADOR INICIA SUS VICIOS Y DE CÓMO LOS PROYECTA EN LAS TRADICIONES CEREMONIALES DE LOS CONQUISTADOS


Hallaron estos dos cristianos por el camino muncha [sic] gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres, siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas metidas en una cierta hoja, seca también, a manera de mosquete hecho de papel de los que hacen los muchachos la Pascua del Espíritu Sancto [sic]; y, encendido por la una parte dél, por la otra chupan o sorben o reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha. Y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquestes o como les nombráremos, llaman ellos tabacos. Españoles cognocí [sic] yo en esta isla Española que los acostumbraron a tomar que, siendo reprendidos por ello diciéndoseles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano dejallos de tomar. No sé qué sabor o provecho hallaban en ellos.


DE LAS CASAS Bartolomé, Historia de las Indias, vol. I, Alianza Editorial, Madrid p. 586.


TH

Tabaco, entonces, era llamado originalmente el instrumento para fumar las hierbas susodichas y no la hierba misma.

DE LA IGNORANCIA DE LOS DESCUBRIDORES Y DE LA GENTE CÁNDIDA QUE CELEBRA SUS GLORIAS


TH

De cómo los descubridores -de su propia ignorancia- daban razón de ella.




Andando en cerco de una de las lagunas vido el Almirante una sierpe de siete palmos en largo, la cual, como vido la gente, huyó al agua; y, porque no era honda, con las lanzas la mataron. Hizo salar el cuerpo para traello a los Reyes.


Esta sierpe, verdaderamente es sierpe y cosa espantosa; cuasi de manera de cocodrilo o como un lagarto, salvo que tiene hacia la boca y narices más ahusada que lagarto. Tiene un cerco, desde las marices hasta lo último de la cola, de espinas grandes, que la hace más terrible; es toda pintada como lagarto, auqnue más verdes escuras las pinturas. No hace mal a nadie y es muy tímida y cobarde. Es tan excelente cosa de comer, según todos los españoles dicen, y tan estimada -mayormente toda la cola, que es muy blanca cuando está desollada- que la tienen por más preciosa que pechugas de gallina ni otro manjar alguno. De los indios no hay duda sino que la estiman sobre todos los manjares. Con todas sus bondades, aunque soy de los más viejos destas tierras y en los tiempos pasados me vi con otros en grandes necesidades de hambre, peno nunca jamás pudieron conmigo para que della gustase. Llámanla los indios de esta isla Española iguana.


DE LAS CASAS Bartolomé, Historia de las Indias, vol I, Alianza Editorial, Madrid 1994, p. 570; también en: COLÓN Hernando, Historia del Almirante, cap. XXVI.

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Un canto a la vida.

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