Marcial Maciel (1920-2008), fundador de Regnum Christi, mejor conocidos como Legionarios de Cristo
A continuación el comunicado de los Legionarios de Cristo, publicado en el marco de la realización de su capítulo general en Roma y en el cual piden perdón a las víctimas de abuso cometidos por su fundador. La noticia pone a prueba la transparencia de los procesos vaticanos.
Comunicado del Capítulo
General Extraordinario
de los Legionarios de Cristo
1.
El Capítulo General Extraordinario, reunido en Roma bajo la presidencia del
Delegado Pontificio, Card. Velasio De Paolis, emite este comunicado sobre el
camino de renovación que estamos recorriendo. Nos dirigimos a todas las personas
que han seguido con atención los acontecimientos recientes en nuestra
congregación religiosa y especialmente a nuestros hermanos legionarios de
Cristo, a los laicos consagrados, a las consagradas y a los demás miembros y
amigos del Movimiento Regnum Christi.
2.
Ésta es la primera reunión del Capítulo General desde 2005. Siendo el capítulo
la más alta autoridad interna que representa toda la congregación, hemos visto
la necesidad de pronunciarnos sobre los acontecimientos significativos de los
últimos nueve años. Con esto queremos definir de manera conclusiva la postura
de nuestra congregación sobre los comportamientos del P. Marcial Maciel y su
papel de fundador, en continuidad con las disposiciones de la Santa Sede y con
la anterior declaración de todos los superiores mayores de la Legión de Cristo.
Además ofrecemos unas reflexiones iniciales sobre los puntos más importantes
del proceso de renovación de nuestra congregación. Las próximas semanas, los
padres capitulares continuaremos el análisis de los diversos temas que debemos
atender y daremos orientaciones al nuevo gobierno de la Legión para el camino
futuro.
3.
Al ponderar la gravedad del mal y el escándalo causado, nos sabemos bajo la
mirada misericordiosa de Dios que con su providencia sigue guiando nuestros
pasos. Uniéndonos a Jesucristo esperamos poder redimir nuestra historia dolorosa
y vencer con el bien las consecuencias del mal. Sólo así podemos encontrar
sentido evangélico a lo sucedido y construir nuestro futuro sobre los sólidos
fundamentos de la confianza en Dios, la fidelidad a la Iglesia y la verdad.
4.
Desde esta perspectiva hemos considerado los comportamientos gravísimos y
objetivamente inmorales del P. Maciel que merecieron las sanciones que en su
momento la Congregación para la Doctrina de la Fe justamente le impuso. Nuestro
fundador falleció en 2008 y suplicamos para él la misericordia de Dios. Al
mismo tiempo queremos expresar nuestro hondo pesar por el abuso de seminaristas
menores de edad, los actos inmorales con hombres y mujeres adultos, el uso
arbitrario de su autoridad y de bienes, el consumo desmesurado de medicamentos
adictivos y el haber presentado como propios escritos publicados por terceros.
Nos resulta incomprensible la incoherencia de seguirse presentando durante
décadas como sacerdote y testigo de la fe mientras ocultaba estas conductas inmorales.
Todo esto lo reprobamos firmemente. Nos apena que muchas víctimas y personas
afectadas hayan esperado en vano una petición de perdón y de reconciliación por
parte del P. Maciel y hoy queremos hacerla nosotros, expresando nuestra
solidaridad con todas ellas.
5.
Los padres capitulares hemos escuchado la manera en que los superiores mayores
de la congregación han ido conociendo estos aspectos escondidos de la vida de
nuestro fundador, cómo intentaron discernir la respuesta que había que dar,
teniendo en cuenta las exigencias éticas y morales, y cómo han llevado a cabo
el proceso de comunicación. Junto con ellos, hoy reconocemos con tristeza la
incapacidad inicial de creer los testimonios de las personas que habían sido
víctimas del P. Maciel, el largo silencio institucional y, más adelante, los
titubeos y errores de juicio a la hora de informar a los miembros de la
congregación y a las demás personas. Pedimos perdón por estas deficiencias que
han aumentado el dolor y desconcierto de muchos.
6.
Debido a estos hechos y situaciones, nuestra congregación religiosa habría
podido desaparecer si no nos hubieran acompañado la misericordia de Dios y la
solicitud materna de la Iglesia, expresada a través de las intervenciones
decididas de Su Santidad Benedicto XVI. El Papa consideró que la Legión de
Cristo, en términos generales, era una comunidad sana, pero había que hacer
correcciones. La ayuda de la Santa Sede fue
imprescindible
para descubrir cómo la personalidad y el modo de actuar del P. Maciel estaban
afectando a nuestra congregación religiosa. De hecho, la Visita Apostólica –
realizada, por mandato del Papa, entre 2009 y 2010 – comprobó que “la conducta
del P. Marcial Maciel ha causado serias consecuencias en la vida y en la
estructura de la Legión, hasta el punto de hacer necesario un camino de
profunda revisión”. Los visitadores señalaron sobre todo tres campos: la
redefinición del carisma, el ejercicio de la autoridad y la adecuada formación.
El Papa ha querido “acompañar, sostener y orientar este camino” por medio de un
Delegado suyo, “confiriéndole el encargo de gobernar en mi [su] nombre tal
Instituto Religioso durante el tiempo que sea necesario para completar el
camino de renovación y conducirlo a la celebración de un Capítulo General
Extraordinario, que tendrá como fin principal llevar a término la revisión de
las Constituciones”.
7.
Los padres capitulares escuchamos los informes del Delegado Pontificio y de
nuestro Pro-Director General sobre el trabajo realizado en estos tres años y medio.
Queremos compartir sintéticamente el análisis de algunos aspectos relativos a
lo que la Visita Apostólica había detectado y recomendado. Sabemos que éste es
el inicio de un camino y que nos queda mucho por hacer. Estamos comprometidos a
continuar con humildad este proceso de renovación y conversión.
a.
En el campo de la revisión de nuestro carisma, el Delegado Pontificio nos ha
guiado en primer lugar a una comprensión adecuada del papel del P. Maciel en
relación con la Legión. La congregación aclaró en el pasado que no puede
proponer al P. Maciel como modelo ni sus escritos personales como guía de vida
espiritual.
Reconocemos
su condición de fundador. Sin embargo, una congregación religiosa y sus rasgos
esenciales no tienen origen en la persona del fundador; son un don de Dios que
la Iglesia acoge y aprueba y que después vive en el instituto y en sus
miembros. Una comprensión inadecuada del concepto de fundador, la exaltación
excesiva y la
visión
acrítica de la persona del P. Maciel nos llevó muchas veces a dar un valor
universal a sus indicaciones y a aferrarnos demasiado a ellas. Por esto, en la
revisión de las actuales constituciones, una de las tareas principales ha sido
separar lo que realmente expresa el patrimonio carismático de nuestra
congregación de otros elementos accidentales. Además hemos asegurado la
conformidad de todo nuestro derecho propio con las normas universales de la
Iglesia. Los tres años del proceso de revisión han sido semejantes a un
prolongado examen de conciencia comunitario para descubrir y purificar lo que
en nuestro comportamiento personal e institucional no era propio de la vida
religiosa. Constatamos algunas tendencias que han ofuscado la comprensión de
nuestro carisma, entre otras cosas, la falta de una mayor inserción en la
Iglesia local y una insistencia desmedida en el propio esfuerzo, la eficacia
humana, el prestigio externo y el cumplimiento de normas minuciosas. Todo esto
exige no sólo un cambio de textos legislativos, sino una conversión continua de
mente y corazón. En estos años hemos llegado también a una comprensión más
adecuada de nuestra inserción en el Movimiento Regnum Christi y a valorar y
respetar la vocación y autonomía de los demás miembros, especialmente de los
hombres y mujeres consagrados. Junto con ellos hemos comenzado una reflexión
conjunta sobre el papel de cada rama del Movimiento, sobre nuestro carisma común
y sobre el modo de llevar adelante nuestro apostolado. Los numerosos laicos del
Regnum Christi son una parte hermosísima de nuestra realidad eclesial y
queremos fomentar todavía más la comunión y sostenerla a través de nuestro
ministerio sacerdotal.
b.
En el ejercicio de la autoridad, el acompañamiento del Delegado Pontificio ha
sido una lección continua y eficaz para ir poniendo en práctica todo lo que la
Iglesia indica sobre el gobierno de los institutos de vida religiosa. Hemos buscado
introducir una clara separación entre el ámbito de la conciencia (la dirección
espiritual y de la confesión), el
fuero
interno y el fuero externo (la guía del superior y la disciplina religiosa)
para garantizar mejor la libertad e intimidad de cada religioso. Con una mayor
rotación de personas que ocupan los diversos puestos de gobierno y con el
acompañamiento en el ejercicio de su autoridad por parte de un consejo que se
reúne periódicamente y analiza
los
asuntos más importantes, tratamos de prevenir posibles arbitrariedades y
abusos. El Delegado Pontificio y algunos de sus consejeros personales
participaron casi semanalmente en las reuniones del consejo general y aportaron
sus conocimientos y experiencia. También se ha ido eliminando la fragmentación
de la autoridad que se dio por haber multiplicado demasiado los asistentes y
auxiliares de los superiores y las competencias que tenían asignadas. Además se
han instituido consultas formales a los miembros de la congregación antes de
realizar los nombramientos de superiores y, ante un cambio de comunidad o de
misión apostólica, se busca involucrar al interesado para discernir mejor la
voluntad de Dios.
Finalmente,
gracias a la supresión de uno de nuestros dos votos particulares y a las
numerosas reuniones comunitarias para la revisión del texto constitucional
estamos aprendiendo cómo compartir y debatir libremente con nuestros hermanos
reflexiones y sugerencias sobre cualquier tema que toca la vida y la misión de
la congregación.
c.
En la formación de nuestros religiosos, se ha verificado sobre todo la
necesidad de mejorar el acompañamiento vocacional para que los novicios y
religiosos maduren su decisión personal delante de Dios antes de emitir su profesión
religiosa. Los informes han evidenciado que en estos últimos cuatro años no
pocos sacerdotes y un gran número de hermanos nuestros han dejado la
congregación. En algunos casos la causa ha sido sin duda el impacto negativo
relacionado con las noticias sobre el fundador y el modo de darlas a conocer,
pero hemos comprobado también carencias del programa formativo y de nuestro
estilo de vida. Entre otras, debemos fomentar una vivencia más honda de los
consejos evangélicos, el discernimiento espiritual y la vida fraterna. La
formación y la vida religiosa siguen siendo objeto de reflexión de este
Capítulo y serán una de las prioridades del próximo gobierno general.
8.
En los primeros días del Capítulo escuchamos también el informe de dos comisiones
que el Delegado Pontificio había instituido:
a.
La “Comisión de acercamiento” ha atendido a las personas que han solicitado
alguna acción por parte de la Legión de Cristo a causa de hechos que guardan
relación directa o indirecta con el P. Marcial Maciel. El Presidente de la
comisión, Mons. Mario Marchesi, nos informó sobre los doce casos que se han
presentado. La comisión ha terminado su trabajo y ningún caso de su competencia
queda abierto. La congregación ha actuado en cada caso según las propuestas de
la comisión. La escucha y la ayuda material ofrecida a las víctimas ha
contribuido, en lo humanamente posible, a aliviar sus heridas y a fomentar la
reconciliación. Agradecemos a todos los legionarios su esfuerzo por acercarse
también a otras personas afectadas y por encontrarse personalmente con ellas.
Pedimos al nuevo gobierno que mantenga este compromiso de seguir buscando la
reconciliación.
b.
La “Comisión para el estudio y revisión de la situación económica de la
Congregación de los Legionarios de Cristo” tenía la finalidad de analizar la
gestión económica y situación financiera de la congregación. El informe presentado
al Capítulo por Mons. Mario Marchesi, miembro de la comisión, subraya que no se
han encontrado malversaciones de dinero u otras irregularidades en los
ejercicios fiscales revisados. El primer aspecto urgente por atender en este
campo es la reducción de la deuda bancaria que resultó de varios factores: la
expansión demasiado rápida de las obras de la congregación, la crisis
inmobiliaria mundial y la caída de donativos. En algunos países la deuda
asciende a una suma elevada, pero sigue siendo manejable con los ingresos y
bienes de la congregación.
Por
otra parte, la Comisión ha señalado la necesidad – y esto será tarea del
próximo gobierno general – de ajustar y simplificar la estructura
administrativa para fomentar la responsabilidad propia de los superiores
territoriales, los superiores locales, ambas ramas de miembros consagrados del
Regnum Christi y los directores de las obras de apostolado. El Capítulo
General, como autoridad suprema de la congregación, también ha tenido a su
disposición la amplia y detallada documentación preparada por el administrador
general y el informe de las auditorías internas y externas de las operaciones
financieras de la congregación en todo el mundo.
9.
Las consideraciones de todos estos temas nos han llevado a concluir que el
camino de una “renovación auténtica y profunda”, confirmado por el Papa
Francisco, ha progresado pero aún no ha terminado. Los sucesos de estos años
marcarán la identidad y la vida de nuestra congregación. A la luz de la
Providencia divina podemos acogerlos, afrontarlos y transformarlos en eslabón
para una nueva etapa de nuestra historia. En las próximas semanas de las reuniones
capitulares concluiremos la revisión de nuestras constituciones para someterlas
a la aprobación de la Santa Sede y estableceremos prioridades y orientaciones
para seguir con renovada esperanza el camino que la Iglesia nos ha marcado,
bajo el cuidado atento de las autoridades competentes.
10.
Concluimos este mensaje con un agradecimiento a Dios por su amor
misericordioso, a la Iglesia que nos ha guiado en la persona del Sucesor de
Pedro, a Su Eminencia el Cardenal Velasio De Paolis y a sus cuatro consejeros personales,
Su Excelencia Mons. Brian Farrell LC, P. Gianfranco Ghirlanda SJ, Mons. Mario
Marchesi, P. Agostino Montan CSI, su presencia firme y respetuosa entre
nosotros.
Al
mismo tiempo agradecemos a todos los legionarios de Cristo por su testimonio de
fe, de entrega y de caridad fraterna que nos une más allá de todas las
diferencias. De manera especial pensamos en aquellos sacerdotes mayores que
durante tantos años nos han ofrecido un ejemplo de autenticidad y de entrega a
la misión. No podemos “perder de vista que su [nuestra] vocación, nacida de la
llamada de Cristo y animada por el ideal de dar testimonio de su amor en el
mundo, es un auténtico don de Dios, una riqueza para la Iglesia, el fundamento
indestructible sobre el que construir su futuro personal y el de la Legión”.
Finalmente
agradecemos a los miembros del Regnum Christi y a tantas personas que nos han
acompañado durante estos años con su oración y caridad.
A
todos aquellos hermanos nuestros, religiosos y sacerdotes, que durante este
periodo abandonaron la congregación, queremos expresarles nuestro pesar por ya
no tenerlos entre nosotros. Les pedimos una sincera disculpa si no los hemos
escuchado y acompañado evangélicamente y quisiéramos mantener la amistad y el
diálogo fraterno.
Queremos
pedir perdón y reiterar nuestro esfuerzo de reconciliación con todos los que de
un modo u otro fueron heridos por los tristes eventos de estos años y por nuestras
deficiencias.
María,
la Virgen de los Dolores, fue testigo del poder redentor de Cristo que vence el
mal y el pecado. A ella, nuestra Madre, encomendamos con mucha confianza
nuestro futuro.
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