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La oligarquía salvadoreña, el aparato militar represivo y su hacienda (El Estado) confiaban en que Mons. Romero no seguiría los pasos de Mons. Luis Chávez y González, es decir, que él mismo les colaboraría como otros obispos a redactar comunicados contra los "terroristas". El asunto no resultó fácil.
Inicialmente Mons. Romero es apoyado por los oligarcas, pero los escuadrones de la muerte no paraban de asesinar y cometen un asesinato selectivo, asesinan a un amigo de Mons. Romero, al jesuita Rutilio Grande, ¿error táctico o neta provocación?
Los escuadroneros de FARO se desmarcan del asesinato de Rutilio, pero el conflicto entre Mons. Romero y el aparato represivo no tenía retorno.
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