El Papa Benedicto XVI estará en Madrid para celebrar con jóvenes llegados de todo el mundo la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El escenario elegido -la capital de España- tiene un fuerte valor simbólico para los tiempos que corren. En esa nación recién ha surgido uno de los movimientos sociales, de fuerte presencia juvenil, que expresa su indignación ante la gestión de las instituciones, en particular de las instancias políticas, es decir, el llamado 15-M.
España, la nación que lideró la llegada de la religión cristiana a tierras americanas y una de las naciones más "católicas" de la era cristiana, hoy lidera un fuerte movimiento laico, que en muchos casos decanta en el laicismo. Dan razón de esta tendencia laica y laicista las protestas programadas durante la visita del Papa a Madrid.
El Ayuntamiento ha logrado que la Delegación del Gobierno prohíba las protestas programadas. Sin embargo, los manifestantes laicos han rechazado la propuesta de la Delegación del Gobierno de realizar las protestas en calles de menor tránsito y que no coinciden con las actividades programadas en los centros llamados de riesgo, por la cantidad de peregrinos que visitarán la capital madrileña.
En todo caso, subsiste la confrontación entre la tendencia laica y la visión que encarna la Iglesia Católica. Las protestan que encarnan ateos, laicos y "cristianos de base", van más allá de una protesta contra la inversión de los impuestos de los ciudadanos españoles en la visita del Papa; más bien pone de manifiesto la confrontación entre los diversos puntos de vista ideológicos que encarnan laicos y católicos.
Queda la duda de si el 15-M no esté perdiendo el enfoque con el que nació y esté prestándose a una protesta de fuerte connotación ideológica. Probablemente la indignación de los miembros del 15-M provenga del hecho de haber sido desalojados de la Plaza del Sol para no provocar complicaciones en la agenda de la JMJ.
A miles de kilómetros de la Plaza del Sol, de la Gran Vía y de la Plaza Mayor, solo queda seguir contemplando la imperturbable pasividad de la Iglesia Católica Salvadoreña y sus tímidos intentos por ayudar a combatir la violencia; queda seguir contemplando el circo de la política salvadoreña y los efímeros movimientos juveniles de "pequeños indignados".
No hay comentarios:
Publicar un comentario