Una frase lapidaria dice que "cuando los de abajo se mueven, los de arriba tiemblan". Los inventores de la frase se refieren al hecho que todo movimiento popular genera inestabilidad en los estratos acomodados de la sociedad.
En cierto modo algo de esto se puede aplicar en el caso reciente de nueve militares que se han entregado a la justicia para ser juzgados por estar implicados en el asesinato de los sacerdotes jesuitas de la UCA-El Salvador y de dos mujeres. La Interpol ordena su captura por demandas puestas contra ellos en tribunales de España.
Los que apoyaron y apoyan la masacre de los jesuitas dirán lo mismo de siempre: "no hay que abrir heridas del pasado", claro, sin tomar en cuenta que tales heridas nunca se cerraron, y sin considerar a las víctimas implicadas en la apertura de tales heridas.
En el fondo, se teme al impacto que una condena de los militares pueda tener en sistema político salvadoreño, en concreto en el partido ARENA, cuyo fundador es un de los principales maestros del odio y el asesinato. Es obvio que si las piezas de la base se mueven, lo que está en el vértice -Alfredo Cristiani- puede ser sujeto de pequeños o grandes temblores. Y, sin embargo, de los efectos de juicios de crímenes contra la humanidad no se han de librar también algunos miembros del FMLN, incluso que forman parte del gobierno actual. Por eso, "cuando los de abajo se mueven, los de arriba tiemblan".
Matar intelectuales y mujeres desarmadas no admite discusión en cuanto a la gravedad del crimen. Es claro, el ojo de los tribunales españoles no está puesto en los ejecutores del crimen, sino en quien dio la orden de asesinar a los jesuitas. Bueno, señor Alfredo Cristiani, "no hay sopa que no se enfríe, ni perro que no se la beba".
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