JUAN ANTONIO RAMOS BARRERA
JUAN ANTONIO RAMOS BARRERA
MILTON VENTURA
Por: Alfredo Cifuentes Manzanares.
El partido ARENA —y la derecha en general—, desde sus inicios, manifiesta una característica muy específica y macabra: les gusta perseguir personas vinculadas al mundo religioso.
El partido ARENA —y la derecha en general—, desde sus inicios, manifiesta una característica muy específica y macabra: les gusta perseguir personas vinculadas al mundo religioso.
Pero no persiguen a cualquier persona
religiosa, sino sólo aquellos o aquellas que no se someten a sus intereses, a
sus ideas políticas a su prepotencia. Ellos entienden que El Salvador es una
especie de finca cafetalera cuyos dueños son ellos y que nosotros, sus
habitantes, somos sus colonos.
En cambio, suelen tener amigos
religiosos —sacerdotes, obispos, pastores protestantes—, a quienes consideran
tales, siempre y cuando hagan lo que a ellos les conviene política y
económicamente. Por supuesto, esos religiosos y religiosas gozan de las
prebendas y dádivas que caen en forma de migajas de las frugales mesas de los
políticos.
Procedamos en orden, el fundador del
partido ARENA, Roberto d’Aubuisson, es el principal acusado del magnicidio de
Mons. Romero, en el año 1980.
Alfredo Cristiani era presidente de El
Salvador y, por tanto, comandante general del ejército salvadoreño, cuando un
batallón militar asesinó a los sacerdotes jesuitas de la UCA en 1989.
Pero también en los ámbitos locales
—casi nunca conocidos— los representantes de ARENA suelen hacer uso de la
violencia.
Se sabe, por ejemplo, que Milton
Ventura, exgobernador del departamento de San Vicente, durante su gestión,
agredió física y verbalmente a la religiosa directora del Complejo Educativo
Guadalupe Cárcamo, solamente porque ella no se sometió a los caprichos que el
funcionario quería imponer a esa prestigiosa institución educativa, pasando por
encima de las directrices dadas para todos los estudiantes, incluido los hijos
de los gobernantes políticos.
Lo interesante de este caso es que la
religiosa no se sometió y en protesta suspendió todas las actividades de la institución, incluida la graduación, y
denunció la agresión directamente a la presidencia de la república.
En contraparte, sucedió lo que sucede en
estos casos de agresión arenera; el gobernador corrió a presentar su versión de
los hechos al entonces obispo de San Vicente, José Luis Escobar Alas, el cual a
su vez llamó la atención a la religiosa y, por supuesto, le dio su voto de
confianza al gobernador arenero.
En otro hecho lamentable, hace ocho
días, el actual alcalde de Ciudad Victoria (departamento de Cabañas) Juan
Antonio Ramos Barrera, en el marco de las fiestas patronales de ese pueblo, agredió
al sacerdote Oscar Navas, vicario de la parroquia de esa localidad. Como
agravante, los policías civiles en lugar de ayudar al sacerdote le decomisaron
una cámara fotográfica y actuaron como cuerpo de seguridad del alcalde.
Sobre este nuevo hecho de agresión
arenera contra un prelado no se sabe si el actual obispo, Elías Rauda, apoyará
al sacerdote o se pondrá —como Escobar Alas— de la parte del agresor. Tampoco
sabemos si el sacerdote será trasladado para dejar tranquilo al alcalde, dado
que estamos en plena campaña política y el obispo podría pensar que no sería
conveniente dañar la imagen del partido arenero. Son cuestiones que el proceso
histórico pondrá en evidencia.
Lo cierto es que, como ya se ha puesto demanifiesto en este blog, no sería la primera vez que a un alcalde de la derecha,
la Iglesia Católica, no sólo le tolera la agresión, sino que se le premie con
favores muy concretos —como casarlo por segunda vez estando viva su legítima
esposa— como es el caso del alcalde de Ilobasco, Eliseo Castellanos.
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