lunes, 2 de diciembre de 2013

UN TEXTO INÉDITO DE I. ELLACURÍA ACERCA DEL ESTADO MENTAL DEL PSICÓPATA R. D'AUBUISSON



Fuente: El Fato.

“El menor D’Aubuisson es un psicópata. Y como psicópata amenazó ayer derramar la sangre ajena para salvar al país. A veces quiere aparecer como un pequeño Hitler de bolsillo sin bigote. Como Hitler, habla de comunismo, aunque no se mete de momento con los judíos. Como Hitler de bolsillo y sin bigote no le importaría matar millones de seres humanos, de torturar, de tener cámaras de gas para salvar la pureza de la patria. Ayer dijo cosas horrorosas, cosas demenciales. Dijo que los cuerpos de seguridad tenían que matar a sus oponentes porque, si quedaban vivos, jueces venales o cobardes los pondrían en libertad. El otro día quiso hacer de un torturador un héroe nacional. Días atrás amenazó de muerte a los manifestantes del 22 de enero; y sus palabras, profecías, o tal vez órdenes fueron cumplidas. Estos psicópatas paranoicos son peligrosos. Sobre todo cuando además son cortos y están mal informados.
Las exposiciones de este señor al que no se le ven ninguna de las virtudes militares, porque la matonería no es una virtud castrense, demuestran una falta de talento, de organización mental, y aún de información alarmantes. No parece que quisiera engañar, sino que su propia paranoia le engaña. Uno se echa a temblar (pensando) en qué manos ha estado la inteligencia, el Servicio de Inteligencia de este país, cuando su segundo de abordo ha sido durante varios años este menor D’Aubuisson.
Pero, ¿es que en tanto años de estar al servicio de la inteligencia no ha podido recoger más datos de los que ayer nos dio? ¿No ha podido en tantos años y con tantas torturas sacar más de lo que ayer lo que ayer sacó? ¿Cree que echando nombre tras nombre de tanta distinta procedencia, de tan diferente estilo, se logra algo, se demuestra algo? Sólo una mente psicópata, paranoica puede simplificar de tal modo la realidad, que de un lado ponga lo blanco y de otra lo negro, que de un lado ponga el comunismo y de otra la santidad.
¿Cómo se puede poner en el mismo saco de la subversión a Monseñor Romero, al padre Fabián Amaya, y a otros que citó con otras personas que han elegido la actividad política o la actividad guerrillera? ¿Han podido, después de años de perseguir al padre Fabián Amaya, a través de sus cientos de predicaciones, de reuniones, de sus correrías apostólicas, encontrar una sola prueba que lo sitúe con las FPL (Fuerzas Populares de Liberación, Farabundo Martí) o con ningún grupo político?
La cantidad de calumnias que ayer se vertieron, mezcladas con datos reales pero sin importancia alguna y conocidos por quienes leemos los periódicos, abruma.
Suponemos que las personas ofendidas, algunas de ellas en el actual gobierno, y otros respetabilísimos ciudadanos, interpongan juicio contra este difamador público, que huyó en cuanto pudo por tener las manos sucias, por haber corrompido y prostituido el bien nombre de las Fuerza Armada, y que ahora anda en la clandestinidad cobardemente para no ser sometido al juicio que le corresponde.
Por otro lado, los esquemas teóricos de su explicación, son realmente de risa. Nosotros conocemos trabajos de este menor D’Abuisson hechos para escalar puestos en la milicia, que demuestran un índice mental bajísimo y una información pésima. Sus esquemas Made in Medrano (José Alberto “Chele” Medrano, ex jefe de la Agencia Nacional de Servicios de Inteligencia), tan amigo de poner en el pizarrón de su casa sus brillantísimas ocurrencias, son de carcajada, son de nivel primario.
¿Quién paga entonces toda esta actividad absurda, subversiva y criminal? ¿Creen los promotores de esta campaña, que el pueblo, el campesinado, los militares, los profesionales, cualquier persona razonable, puedan quedar conformes con este permanente insulto a la razón, a la dignidad humana, a la ética política, que es lo que está en el fondo de las exhibiciones machistas, paranoicas y psicópatas del menor D’Aubuisson.
Los problemas del país son mucho más graves y necesitan de análisis mucho más cuidadosos. Esto lo sabe cualquiera que tenga uso de razón y no sea ni psicópata o ciego mental, en razón de sus pasiones de sus intereses de su historial.
15-F-79”.
(El año es 1980).


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