Por: Javier Rodríguez Marcos.
Fuente: El País.
“Cuando me dan un premio siempre sospecho de mí
mismo. Cuando me nombran persona non grata sé que tengo razón”, decía
ayer Juan Goytisolo (Barcelona, 1931) a EL PAÍS en su casa de Marrakech. Galardonado hoy con el Premio Cervantes, se refería al
Premio Nacional de las Letras que le dieron en 2008 y al
vaivén de su relación con Almería: “Primero me declararon persona non
grata por Campos de Níjar, luego me declararon hijo predilecto en
agradecimiento; y luego, persona non grata otra vez por tomar partido
por los inmigrantes en El Ejido”.
Goytisolo arrastra últimamente una perforación del
tímpano que le produce lo que, sin perder el humor, él llama “eyaculación
auricular”. La edad, dice resignado: “Ahora los niños de mi barrio corren a
besarme la mano. Cosas de anciano”. Juan Goytisolo compró
esta casa, a unos pasos de la plaza de Xemaá-el-Faná, en 1981, cuando nadie
quería vivir en la medina. Él había llegado a la ciudad por primera vez en 1976
para estudiar árabe dialectal y allí surgió en 1980 Makbara, una novela
escrita en “verso libre narrativo” que mezcla con toda libertad voces, tiempo y
espacio, escatología y erotismo.
No es casualidad que el último libro publicado por
el nuevo Cervantes, sea un poemario: Ardores,
cenizas, desmemoria (2012). “La novela es un género omnívoro, puede
incluir la poesía, pero la poesía no puede incluir la novela”, explica sentado
a la sombra de un naranjo que también da limones (o viceversa). “Lo que he
escrito a partir del último capítulo de Señas de identidad es a la
vez prosa y poesía. La mejor lectura es una lectura en voz alta, sobre todo de
libros como Makbara, Paisajes después de la batalla o Las
virtudes del pájaro solitario. Están escritos para ser leídos en voz alta”.
¿Por qué entonces un libro de poemas? “Bueno, me jubilé de novelista. En
realidad mi última obra debería haber sido Telón de boca. El exiliado de aquí y allá es una prolongación tal vez
innecesaria de Paisajes…Cuando uno no tiene nada nuevo que decir, se
calla. He escrito poesía en los últimos años, ensayos, los artículos de EL
PAÍS… Tengo algún material nuevo escrito pero no tengo ninguna prisa en
publicarlo”.
"Tengo fama de
heterodoxo, pero solo he buscado ampliar la base del canon, incorporar lo que
había sido dejado de lado por el nacionalcatolicismo".
Vecino primero de París –donde se instaló en 1956- y
luego de Marrakech, Goytisolo no ha parado de viajar. Ha sido profesor en EEUU
y reportero en Sarajevo, Chechenia, Capadocia y Argelia, pero nunca ha
querido volver a vivir en España: “Tanto en París como cuando daba clases en
Nueva York me había acostumbrado a una sociedad heterogénea. El barrio del
Sentier me procuró una educación que ninguna universidad me podía proporcionar:
el contacto con migrantes de todas las partes del mundo. Pasear por allí era
pasar de Pakistán a India, de India a Turquía. Cuando volvía a España en el año
76 solo había españoles, y me pareció terrible. En aquella época no había
inmigrantes, y ver una sociedad tan homogénea me decepcionó”.
Goytisolo sostiene que la transición política se
hizo “todo lo bien que se pudo” pero que España tiene pendiente la transición
cultural: “Sigue vigente el canon nacional-católico. Yo tengo fama de
heterodoxo y nunca he buscado la heterodoxia sino ampliar la base del canon, es
decir, incorporar lo que había sido dejado de lado, ampliar el ámbito reductivo
del nacionalcatolicismo, la fidelidad a un relato histórico que no se
corresponde con la realidad. Hay tres temas tabú en la cultura española. Uno es
el carácter mudéjar de la literatura española -castellana y catalana- en sus
tres primeros siglos. Se escribe en lengua romance pero inspirándose en modelos
literarios árabes. El segundo, la importancia del problema de la limpieza de
sangre: toda la literatura está embebida de la violencia entre cristianos
viejos y cristianos nuevos y esto se traduce en nuevas formas literarias en el
siglo XV y el XVI. Tercero, el extrañamiento del tema erótico. Tanto Menéndez
Pidal como Unamuno hablan de la cultura española como una cultura casta en
contraposición al libertinaje de la cultura francesa. Cuando uno conoce el Cancionero
de burlas, La lozana andaluza o La Celestina se encuentra con un
rotundo desmentido a esta afirmación”.
Autor de una obra celebrada dentro del realismo
crítico de los años cincuenta, Juan Goytisolo rompió con su propio pasado en
1966 con la publicación de Señas de identidad, publicada en México dado
que su obra estaba prohibida por las autoridades franquistas. Aquel bautismo de
fuego experimental era, dice, una crítica a los mitos de la hispánica reserva
espiritual de Occidente. ¿Y los de hoy? ¿Cuáles serían los mitos de la España
de hoy? “La Marca España”, responde sin dudar. “Reducir España a la Marca
España y no ver la cruda realidad de una sociedad que está sufriendo por el
paro y la marginación. Este mito de la Marca España hay que deshacerlo. Este optimismo…
Si fuera caricaturista pondría a un parado sentado en la acera pidiendo para
comer y a alguien que viene a anunciarle que la agencia Standar & Pools ha
elevado la nota de España de A Plus a A Plus Plus. Eso es lo que nos están
vendiendo”.
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